Estos testigos llevan 20 años esperando el juicio de este aterrador crimen. En 1989 seis sacerdotes jesuitas, cinco de ellos españoles, y dos mujeres, fueron asesinados en El Salvador por militares plenamente identificados y con fuertes vínculos con la CIA.
Entre estos fue asesinado Ignacio Ellacuría, estrecho colaborador de Monseñor Romero, asesinado unos años antes. Las denuncias de Ellacuría contra los aramilitares y la ultraderecha de El Salvador lo pusieron en la diana de los asesinos. Por fin la Audiencia Nacional española se ha declarado competente para investigar el caso Ellacuría. El proceso que se abre en España imputa a 14 militares -miembros del Batallón Atlacatl del Ejército salvadoreño- entre los que se encuentran cuatro generales en servicio. Aunque el juez, lamentablemente, rechaza investigar al entonces presidente Alfredo Cristiani. Cristiani, está acusado de encubrir estos los crímenes del final de la guerra civil, mediante una amnistía general consiguió “reciclar” a militares carniceros en cargos políticos y prósperos empresarios. Pero cada Pinochet tiene detrás su Kissinger. En aquellos años en El Salvador no se movía nada sin la anuencia de la CIA. Un crimen de esta envergadura habría sido impensable sin su consentimiento o mandato. En este juicio hay que llegar hasta los últimos responsables.