El capital extranjero, dueño del 40% de la bolsa

«Según el último informe publicado por el Servicio de Estudios de Bolsas y Mercados Españoles (BME) sobre la estructura de la propiedad de las acciones de las empresas españolas cotizadas con datos de 2009, se trata de un nuevo récord histórico y se sitúa 7,5 puntos por encima del nivel que la estructura accionarial de las cotizadas presentaba al cierre de 2006.»

La reducción de la cuota del sector financiero bancario esañol en el accionariado de las cotizadas, impulsada por desinversiones netas orientadas a la creciente búsqueda de liquidez y el previsible aumento de las necesidades de capital, ha sido aprovechada por los inversores extranjeros para aumentar su participación en las empresas españolas cotizadas. (EL CONFIDENCIAL) ABC.- Mercados, analistas y expertos señalan a Alemania como responsable de echar por tierra una oportunidad única para recuperar la confianza en la solvencia del sistema financiero de la zona euro. Acusan al supervisor germano y a las entidades de este país de ser demasiado laxos en sus exámenes y de no haber sido transparentes. Seis bancos —Deutsche Bank, Postbank, Hypo Real Estate, DZ Bank, WGZ Bak y Landeskan Berlin— ocultaron los datos sobre su exposición a la deuda soberana. EL PAÍS.- Con la nueva regulación del mercado del trabajo unos sindicatos tardíos, sin apenas afiliación, se juegan la supervivencia. No se trata tanto de abaratar el despido, que también, como de eliminar la negociación colectiva. Cuando haya que enfrentarse a las "huelgas salvajes" de los pocos sectores privilegiados que se las puedan permitir, o a las mucho más violentas que surjan de situaciones extremas de explotación, se comprobará demasiado tarde la función esencial que los sindicatos desempeñan en el mantenimiento del orden social establecido. Economía. El Confidencial Los inversores extranjeros controlan el 40% de las empresas cotizadas españolas Los inversores extranjeros continúan aumentando su participación en el mercado bursátil español y ya son propietarios del 40% del valor de las compañías cotizadas españolas, según el último informe publicado por el Servicio de Estudios de Bolsas y Mercados Españoles (BME) sobre la estructura de la propiedad de las acciones de las empresas españolas cotizadas con datos de 2009. Se trata de un nuevo récord histórico y se sitúa 7,5 puntos por encima del nivel que la estructura accionarial de las cotizadas presentaba al cierre de 2006. Desde 1992, año en que se realiza esta estadística, la participación de no residentes siempre ha estado por encima del 30%, "fiel reflejo de dos décadas de un intenso proceso de integración de la economía española en el ámbito internacional y de la confianza de los inversores extranjeros", destaca BME. La reducción de la cuota del sector financiero bancario español en el accionariado de las cotizadas, impulsada por desinversiones netas orientadas a la creciente búsqueda de liquidez y el previsible aumento de las necesidades de capital, ha sido aprovechada por los inversores extranjeros para aumentar su participación en las empresas españolas cotizadas. El valor conjunto de la participación en acciones españolas cotizadas del sector financiero, que incluye bancos, cajas, fondos de inversión y pensiones y aseguradoras, se sitúa por debajo del 13%, esto es, 5 puntos menos que al cierre del año 2007 y 10 menos que su nivel máximo, alcanzado en el año 1997. La reducción más acusada de la participación relativa se produce en los bancos y cajas de ahorros, que desde un porcentaje del 9,4% al cierre de 2007 pierden más de 4 puntos en los años 2008 y 2009. Las familias se orientan más a la renta variable También cabe destacar el comportamiento del sector familias, que en 2009 gana casi un punto porcentual respecto al año anterior y se sitúa en el 21,1%. Tras la significativa corrección experimentada por la participación de los inversores individuales durante la crisis, 2009 marca un punto de inflexión significativo y comienza a percibirse una orientación del creciente volumen de ahorro financiero acumulado por las familias hacia activos distintos a los depósitos, en este caso hacia la inversión directa en renta variable. EL CONFIDENCIAL. 27-7-2010 Economía. ABC Deutsche Bank y otros 5 bancos alemanes defraudan a Europa M. Veloso / M. Rodríguez Primer toque de atención a la Unión Europea en torno a la credibilidad de los test de estrés a la banca. Mercados, analistas y expertos señalan a Alemania como responsable de echar por tierra una oportunidad única para recuperar la confianza en la solvencia del sistema financiero de la zona euro. Acusan al supervisor germano y a las entidades de este país de ser demasiado laxos en sus exámenes y de no haber sido transparentes. Seis bancos —Deutsche Bank, Postbank, Hypo Real Estate, DZ Bank, WGZ Bak y Landeskan Berlin— ocultaron los datos sobre su exposición a la deuda soberana. Alemania negó ayer la mayor. Se excusó en que la información solicitada por el Comité Europeo de Supervisión Bancaria (CEBS) sobre esa exposición de cada entidad de crédito y ahorro era voluntaria. El director de la oficina de prensa de Deutsche Bank —el mayor del país por activos—, Ronald Weichert, dijo que en su caso hicieron públicos todos los datos a los que estaban obligados. «La información sobre la exposición a la deuda soberana era voluntaria», justificó. Efectivamente su publicación era optativa. Sin embargo, el resto de países decidideron facilitar tablas con la exposición de cada banco individual a la deuda pública de las administraciones central, regional y local, tanto en bonos como en créditos. El objetivo era despejar cualquier duda de los inversores, con el fin último de aliviar la crisis de la deuda. Además, se había alcanzado un acuerdo en ese sentido. En una entrevista con el diario económico Financial Times, el secretario general del CEBS, Arnoud Vossen, reconoció que se había alcanzado un acuerdo «con todos los supervisores y con las entidades para que el ejercicio revelase el riesgo soberano banco por banco». Algunos expertos apuntan a que Alemania tendría algo que esconder. Aunque es bien conocido por ser uno de los países, junto a Francia, más expuestos a la deuda soberana. Según datos del Banco Internacional de Pagos (BIP), los bancos alemanes tendrían 52.600 millones de euros en obligaciones de los países periféricos de la Eurozona más castigados por la crisis de la deuda: Grecia, Irlanda, Portugal y España. Quizá para acallar cualquier rumor o sospecha, Vossen adelantó que esa ausencia de información suficiente por parte de la banca alemana «requiere una charla» y avanzó que el asunto «será tratado a continuación». En cualquier caso, el responsable del CEBS, organismo encargado de realizar los test de estrés, ya animó, «a los pocos bancos que no lo hicieron», a revelar esas cifras. Las entidades «rectifican» Primero las quejas de los mercados y luego esa llamada a la transparencia tuvieron su efecto de forma inmediata. A pesar de las excusas y reticencias, tres de las seis entidades alemanas que ocultaron esos datos aseguraron ayer que darán cuenta de ellos en breves. Deustche Bank los ofrecerá hoy, mientras Postbank y Landesbank Berlin lo hicieron ayer. Así, Postbank tiene una exposición de 1.200 millones de euros a España, de 1.300 millones a Grecia, de 4.600 a Italia y de 50 millones a Portugal. La entidad berlinesa, por su parte, actualizó los resultados de sus test de estrés incluyendo esa exposición: de 18.263 millones a Alemania, de 462 a Francia, de 439 a Italia, de 438 a Grecia y de 183 millones a España. Los tres restantes, por el momento, guardan silencio. Y, mientras, los mercados esperan respuestas. Porque si el objetivo de los test era demostrar la solvencia del sistema financiero y atajar los problemas de volatilidad vivida en los mercados en los últimos meses, el hecho de que algunas entidades hayan dado la información justa puede tener el efecto contrario. Algunos analistas consideran que esa irregularidad en los ejercicio a la banca alemana pueden poner en entredicho la operación desarrollada conjuntamente por los supervisores europeos. De hecho, la credibilidad de las pruebas ya ha sido puesta en duda también por el poco rigor y dureza con que se aplicó en la mayoría de los países, que solo sometieron a examen al 50% de sus entidades. Entre ellos Alemania, en cuyo ejercicio solo entraron 14 bancos, precisamente los más fuertes. La mejor prueba, señalan los expertos, sería la española, que analizó al 95% del sector, lo que se traduce en 27 entidades de las 91 examinadas en todo el continente (…) ABC. 27-7-2010 Opinión. El País El declive del poder sindical Ignacio Sotelo De lo primero de lo que hay que dejar constancia es de un descenso de la afiliación a los sindicatos. En Alemania, los miembros del DGB, la mayor central sindical, pasan de 12 millones en 1990 a 7,7 en el 2000, y las pérdidas han continuado al mismo ritmo en el siglo actual. En la Unión Europea de los 15, entre 1995 y el 2006 la afiliación disminuyó en un 31%. En la Europa del Este el bajón fue todavía mayor: en Hungría de un 63%; en Eslovaquia, de un 57%; en la República Checa de un 46%. A pesar de que la historia de las dos Europas haya sido tan distinta, coinciden en un rápido declive de los sindicatos. Y es que el trabajo ha dejado de ser el eje central que encarrila y da sentido a la persona. Antes la vida estaba estructurada en tres etapas perfectamente diferenciadas. Una primera de preparación, dedicada a adquirir un oficio o profesión que habría de durar toda la vida. Seguía una segunda de actividad laboral, que se extendía al menos cuatro decenios, consagrada por entero a un trabajo del que se extraía la identidad social. Una tercera edad, que el alto nivel de vida y los enormes avances de la medicina han prolongado, en la que al fin se disfruta de tiempo libre para hacer lo que siempre hubiéramos querido. El premio de una vida de trabajo consistía en poder hacer al final lo que se quisiera, lástima que llegaba cuando ya el cuerpo se revela como el mayor impedimento. El esquema anterior quizás sirva para los que hoy se jubilan, pero no será aplicable a las nuevas generaciones. Los contenidos específicos de cada una de estas tres etapas se mezclan cada vez con mayor frecuencia. El que quiera mantenerse en el mercado de trabajo -un puesto de por vida se resquebraja hasta entre los funcionarios- tendrá que reciclarse en su profesión, o aprender una nueva. La "educación permanente" deja abierta de manera indefinida la primera etapa, que, por otro lado, pierde parte de su sentido, al desconectarse las posibilidades de empleo de la preparación recibida: ha mejorado la educación en la proporción que disminuye el empleo. Para alcanzar un puesto de trabajo no basta un buen nivel educativo, aunque cuanto más bajo sea este, menores las oportunidades. Tampoco el tiempo libre es ya privilegio de los jubilados. Hay que contar con un ocio querido -media jornada, excedencia temporal- y sobre todo con uno no querido, al quedarse sin empleo, que es preciso saber manejar hábilmente. Más que en el trabajo, hoy la personalidad se refleja en la forma en que se ocupa el tiempo libre. Antes se educaba exclusivamente para el trabajo; en el futuro será cada vez más importante una educación para el ocio. El que el trabajo haya dejado de estructurar la vida es el cambio más profundo que caracteriza al nuevo orden social que está surgiendo. Con la centralidad del trabajo se disipa la "conciencia de clase", que en el siglo que acaba de empezar ha desaparecido casi por completo. La mayor parte de la población se identifica cada vez menos por el oficio, y más por el sexo, la edad, la nacionalidad, el origen regional… o si son del Madrid o del Barça. Se asume que es menester vivir de un curro, siempre precario, aceptar cambiarlo de continuo y, en los trechos en los que no se obtenga ninguno, recibir sin el menor desdoro la "ayuda o salario social". El individuo ha dejado de identificarse por el trabajo al que acude, al fin y al cabo una cuestión de suerte cambiante sobre la que poco se puede influir. Sabe que el capital únicamente lo necesita como consumidor. El gran aporte del capitalismo en su última versión es haber conseguido la máxima individualización en el puesto de trabajo, pero también en cuanto consumidor. Los sectores marginados, es decir, aquellos que quedan fuera del mercado, han mostrado siempre una profunda aversión a dejarse organizar, objetivo también muy difícil de alcanzar con una enorme dispersión de la fuerza del trabajo. A la vez que las multinacionales se expanden por todo el planeta, las fábricas se disgregan en unidades productivas bastante más pequeñas, y cuanto más, más difícil también que los sindicatos puedan colarse en las empresas. En muchas ramas de la producción y de los servicios recurrir a la huelga, el arma más contundente de que los sindicatos disponían, solo favorece el recorte de mano de obra que los avances tecnológicos de suyo promueven, y/o facilita una des-localización de las empresas a países con salarios mucho más bajos en los que además la huelga y la lucha sindical están excluidas. Fieles al sindicato permanecen únicamente los que disfrutan de un puesto de trabajo seguro, de preferencia un obrero especializado con salarios que sobrepasan la media, mayor de 50 años, con uno o dos hijos y una mujer ama de casa. Los sindicatos saben que no pueden seguir aferrados a esta clientela que merma a gran velocidad, conscientes de que el esfuerzo por mantener el statu quo a todo trance lleva a la consunción en la impotencia. Es obvio que, en un mundo globalizado, los sindicatos únicamente podrán perdurar actuando globalmente. Restringir su actuación al interior de las fronteras nacionales, cuando el capital y las empresas se mueven a nivel planetario, sería firmar su sentencia de muerte. Ahora bien, por indispensable que la internacionalización de la acción sindical sea en teoría, en la práctica se muestra casi inalcanzable. Así como se requiere una coordinación de los Estados a nivel mundial para enfrentarse a los problemas globales, nadie duda de que para paliar el poder del capital los sindicatos tendrían que actuar globalmente, pero en ambos casos queda patente que no porque sea indispensable resulta factible. Hay que tener en cuenta que los sindicatos nacieron y se desarrollaron en sociedades industriales que cuajaron en el interior de Estados nacionales. La crisis profunda de los Estados nacionales es también la de los sindicatos. En España la situación se agrava porque los sindicatos solo pudieron reorganizarse cuando había empezado ya el declive del movimiento obrero y la señora Thatcher estaba ocupada en aplastar el poder sindical. El neoliberalismo implantó una nueva cultura individualista que ha terminado por prevalecer en la sociedad posindustrial y que ha dejado la solidaridad en manos exclusivas del Estado. Con la nueva regulación del mercado del trabajo unos sindicatos tardíos, sin apenas afiliación, se juegan la supervivencia. No se trata tanto de abaratar el despido, que también, como de eliminar la negociación colectiva, cada vez más difícil de encajar en una economía globalizada con enormes oscilaciones en la demanda. Ahora bien, si se negocia empresa por empresa, no solo en la mayor parte de ellas los trabajadores quedan desprotegidos, es que los sindicatos pierden su razón de ser. En poder de la derecha una buena parte de las radios y las televisiones privadas, muchos hoy, incluso entre los trabajadores, aplauden que se decapite a los sindicatos. Cuando haya que enfrentarse a las "huelgas salvajes" de los pocos sectores privilegiados que se las puedan permitir, o a las mucho más violentas que surjan de situaciones extremas de explotación, se comprobará demasiado tarde la función esencial que los sindicatos desempeñan en el mantenimiento del orden social establecido. EL PAÍS. 27-7-2010

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