En un peculiar horno de cocción se hicieron los cantes de las minas. Solo en las condiciones extremas de las minas de La Unión pudo nacer el profundo quejío que recorre ahora el más famoso festival flamenco del mundo. Tal y como escribió María Cegarra, poetisa de La Unión, «la copla minera nace al calor de la tierra honda»
Francisco Bernabé es alcalde de La Unión y residente del Festival Internacional del Cante de las Minas El Festival se consolida año tras año, también en su proyección internacional, ¿a qué se debe el éxito? Es un festival internacional desde hace cuatro años, y hace dos recibimos el premio de la asociación de corresponsales de prensa extranjera en España, con más de doscientos medios internacionales representados, que años anteriores habían recibido el Instituto Cervantes o el Museo del Prado. Es el festival nacional con mayor proyección internacional y hemos tenido que recibir muchos reconocimientos para darnos cuenta de la consideración que se nos tiene fuera de nuestra fronteras. Esto es así porque este es el festival más auténtico a nivel de flamenco que se realiza actualmente en cualquier rincón del planeta. En este festival hay verdad y autenticidad. Llevamos cuatro años con concursos de cante: el premio “lámpara minera”, que es el equivalente a la copa del mundial de fútbol, para los que no entiendan de flamenco, un concurso de baile, uno de guitarra, el de instrumentistas flamencos… No solo es un festival al que van grandes figuras todos los años, sino que se realizan concursos que son hoy en día nuestra razón de ser. Este año hay doscientos artistas inscritos. En ellos han nacido al estrellato gente como Miguel Poveda, Maite Martín, Vicente Amigo o Israel Galván, y son concursos en los que han participado pero no han ganado gente como Carmen Linares, Enrique Morente, Pitingo, Diego el Cigala… para hacernos una idea de cuál es la trascendencia de lo que se celebra cada año. El Festival de Cante de las Minas ha permitido desenterrar la tradición, ¿a qué se debe el olvido? Los cantes mineros y de Levante, afortunadamente declarados bien de interés cultural de carácter inmaterial desde hace siete meses, y por lo tanto con el máximo rango de protección legal, nacieron al albur del trabajo en las minas, que tuvo su auge a principios del siglo XX. Los inmigrantes andaluces que vinieron a trabajar a las minas trajeron consigo sus tradiciones. Y ese flamenco andaluz se fue modificando y transformando hasta dar lugar al cante de las minas, como expresión de ese sufrimiento y dureza del trabajo en la mina. Es ese el horno en el que se cocina, en las entrañas de la tierra. Su destino está ligado al de los mineros y las minas. A partir del primer tercio del siglo XX llega el ocaso de las minas y, en parte, desaparece en la zona la razón de ser, que no la cultura, de estos cantes. Se van perdiendo porque ya no queda quien los cante. Hasta 1961, cuando Juanito Valderrama se encuentra en un concierto que el público no conoce prácticamente estos cantes, y le llegan a abuchear pidiéndole sus coplas tradicionales. Juanito Valderrama lleno de ira reprende al público asistente y eso llega a oídos del alcalde de entonces de la Unión, Esteban Bernal, que es el que decide que ese año debe celebrarse un festival de flamenco que tuviera como razón de ser recuperar el cante de las minas. La “lámpara minera” se le concede al concursante que mejor canta la minera y otro palo de Levante. No solo hay que ser muy buen cantaor de flamenco, sino conocer los palos de Levante Dicen que el cante es el quejío de las minas, de los trabajadores que más duro trabajaban y en peores condiciones. Es una tradición popular vinculada a las penurias de un pueblo que tiene el cante como expresión esencial. Como dice un buen amigo Curro Miñana, “las minas es lo último del flamenco”. Al flamenco no se llega por el cante de las minas, hay otros palos mucho más alegres y amables. El cante minero es una expresión muy profunda y hay que tener un gran conocimiento de los cantes del flamenco en general para saber de qué estamos hablando. Si no existiera este concurso o la vocación de permanencia que le damos en el Festival sería difícil que se pudiera mantener la esencia misma de los cantes y su pervivencia. Es una realidad con la que contamos, y sabemos que es difícil que estos cantes calen en lugares distintos al nuestro. Pero, bueno, artistas como Miguel Poveda ha hecho discos de cantes de Levante y los ha llevado por el mundo entero ¿Qué ha significado el Festival en la recuperación de la memoria? Es nuestra seña de identidad por antonomasia. Estamos muy orgullosos de tener este festival que concita tanta atención mediática y que nos reconcilia con nuestro pasado. La Unión no solo es una ciudad minera, sino una ciudad flamenca, que es un binomio fascinante que solo se da en este lugar. Y eso marca nuestra identidad. A pesar de las dificultades de los tiempos que corren nos esforzaremos porque el Festival siga en lo más alto. Han querido también recuperar la memoria de esos hombres que se dejaron la vida en las minas… En julio de 2010 inauguramos el parque minero de La Unión, ocho yacimientos del siglo XIX en los que se puede ver in situ como trabajaban los mineros, y entre los que destaca sobremanera la mina Agrupa Vicenta, de 1869, con más de 4 mil metros cuadrados y 80 metros de profundidad, con un lago subterráneo, con aguas de color rojizo. Es un lugar fascinante, que impacta. Se nos conoce por el cante flamenco de las minas, pero ¿qué pasa con las minas? Gracias a la marca de identidad del Festival hemos podido dar ese paso con el parque minero, la mina Agrupa Vicenta, y una segunda mina subterránea que vamos a rehabilitar, la mina Pablo y Virginia. En el primer año hemos tenido más de 50 mil visitantes, y es el camino que tiene que seguir el municipio para generar riqueza y trabajo Cuentan que Miguel Poveda ha significado mucho para el Festival, ¿por qué? Está feo que yo hable de Miguel Poveda. Primero porque no hay por qué compararlo con nadie, y segundo porque la relación con él es entrañable. Tiene una calle en La Unión y es uno de los artistas flamencos más reconocidos de todos los tiempos. Esto junto al hecho de que siempre lleve por bandera el cante de las minas y el festival que le dio a conocer al gran público, hace que marque mucho. Miguel nos quiere y nosotros le queremos mucho. La Fundación ha permitido extender en el tiempo la promoción del flamenco, ¿no? Sí. Ese era el gran reto del cante de las minas, convertir a La Unión en capital del flamenco. La última quincena de agosto está muy bien, pero queríamos que La Unión fuera referencia los 365 días del año, y ya estamos en condiciones de ofrecer flamenco todo el año. Tenemos un museo del cante de las minas que tiene una fuerza tremenda y que explica a la perfección el mundo de nuestros cantes. Ya existe la escuela de arte flamenco en la que se acaba de matricular la primera promoción con más de 150 alumnos de cuatro comunidades autónomas distintas, que han acudido todos los fines de semana a aprender cante, baile, guitarra y percusión. Hace una hora hemos inaugurado el II Congreso Internacional de Flamenco sobre cantes mineros, en colaboración con la Universidad de Murcia. Y dentro de nada se inaugurará el primer congreso de bailes mineros y por tarantos. Además vamos a poner en marcha un proyecto de recuperación del primer café cantante; esos antiguos cabarets mineros donde nacieron los cantes de las minas y que si todo va bien abriremos el año que viene con actuaciones en vivo.