Corresponsalí­a Especial Pontevedra

El Cacique

La parada técnica del autobús era en Oia. Camino de Portugal, los excursionistas, la mayorí­a jubilados, paran en el restaurante a tomar un tentempié porque aún queda un largo camino hasta la frontera con el paí­s vecino. Es un viaje de recreo organizado por la Xunta, y hay que disfrutarlo.

Pero aún no han edido ni el café en barra, aun no han probado los churros, y hete aquí que se atopan, como dicen en la tierra, con el candidato, que, impertérrito, les pide el voto ante las atónitas miradas de los 600 excursionistas.Se equivocan, no es D. Manuel, no es Fraga, tampoco se trata de su antiguo conselleiro y hoy candidato a la presidencia del gobierno gallego por el PP, no, no es Feijoo. La cacicada, porque no puede tener otro nombre, la protagoniza quien desde la vicepresidencia del Xunta tiene potestad sobre todos los asuntos que competen a la tercera edad. El cacique, sepanlo, se llama Anxo Quintana.Sí, han oido bien, se trata del candidato del BNG al gobierno autonómico, ese partido que coloca en la bandera gallega la estrella roja de la Revolución. Ese partido que dice defender los intereses de Galicia contra “los que vienen a hacer campaña de fuera”. Ese candidato que nos recuerda todos los días que Madrid, ese ente informe, tiene la culpa de todo lo que pasa por aquí, que cuanto mas se aleje Galicia de la tenebrosa “España”, mas se aleja de la crisis. El que propone selección de fútbol propia, y mas competencias para su reinado de taifas y sus bolsillos.El que nos pone en la TVG un anuncio con el eslogan “Vivamos como galegos” con la imagen de un gaiteiro en Nueva York con la palabra “Galego” grabada en la espalda como un certificado de etnia, y al final, el logotipo de la multinacional Gadis, tradicional aval financiero del partido nacionalista.Sorpresa, estupefacción e indignación. Así reaccionan, lógicamente, los excursionistas. –Nos han engañado, comentan.Los primeros en entrar han corrido la voz, con lo que muchos se han quedado fuera del bar y se niegan a entrar. Entre ellos, un grupo con gesto particularmente dolido y avergonzado: -Yo soy votante del Bloque de toda la vida. Esto es una vergüenza. No aceptamos que nos utilicen.Pero el cacique no ha arriado su electoral sonrisa ni por un momento. –A mi me invitaron, dice con desverguenza. Yo no soy como esos “progres” españoles que les dan asco los viejos.Y se queda tan pancho.

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