«Cuántas empresas, hospitales y centros de formación pasarán a manos privadas es una de las primeras incógnitas que deja pendiente de despejar el pacto de los ministros europeos de Economía y Finanzas en la reunión del viernes y sábado en las afueras de Budapest (Hungría).»
El rescate lo desencadenó el Banco Central Euroeo (BCE), aunque su presidente, el galo Jean-Claude Trichet, niegue obligar a nadie a ser rescatado. Cuando juzga que un Estado está al filo del impago y amenaza la estabilidad del euro, le basta con sugerir un cierre del grifo de la liquidez a sus bancos. El Gobierno portugués ahora, y en noviembre el irlandés, tuvo que arrodillarse y muy a su pesar solicitar ayuda. (EL ECONOMISTA) PÚBLICO.- Toda manipulación empieza siempre por las palabras y esta vez en el verbo está la trampa. Rescatar: Liberar de un peligro, daño, trabajo, molestia u opresión (diccionario de la RAE). Si tan bueno es ese “rescate” de la Unión Europea, ¿por qué todos los países rescatados se han resistido hasta el último momento a aceptar esa liberación que ofrecían sus altruistas socios comunitarios? Rescatar es lanzar un salvavidas a un náufrago. Otra cosa es vender el salvavidas al náufrago a cambio de un riñón y un ojo de la cara. No es un rescate, es un chantaje EL PAÍS.- Lo que los Gobiernos pactan, los votantes lo pueden hacer trizas. Así han decidido actuar los islandeses, que el sábado rechazaron por segunda vez en un referéndum el acuerdo al que había llegado su Gobierno con los de Reino Unido y Holanda para resolver el contencioso que le enfrenta con ellos por la deuda generada en 2008 por la quiebra del banco Icesave. Con el 90% del voto escrutado, casi el 60% de los votantes se pronunciaron contra ese acuerdo, por el que Islandia ha de devolver a esos dos países los 4.000 millones de euros que les costó garantizar a sus ciudadanos los depósitos que tenían en ese banco islandés, filial en Reino Unido y Holanda del nacionalizado Landbanski. Portugal. El Economista El BCE y el FMI ponen Portugal en venta Antonio León Los especulativos private equity o fondos de capital inversión compran empresas en apuros, las sanean, las trocean y las venden. La UE y el Fondo Monetario Internacional ( FMI ) empezarán en mayo a prestar unos 80.000 millones de euros a Portugal para evitar su quiebra y el contagio a España. Y para garantizar que sale a flote y paga su deuda pública -en primer lugar la que tiene desde ahora con el FMI y con Europa- le imponen, como a Grecia, un plan de privatizaciones. Precisamente mañana, expertos de la Comisión Europea, del Banco Central Europeo ( BCE ) y del FMI viajan a Lisboa para preparar las negociaciones sobre el rescate. Cuántas empresas, hospitales y centros de formación pasarán a manos privadas es una de las primeras incógnitas que deja pendiente de despejar el pacto de los ministros europeos de Economía y Finanzas en la reunión del viernes y sábado en las afueras de Budapest (Hungría). El rescate lo desencadenó el Banco Central Europeo (BCE), aunque su presidente, el galo Jean-Claude Trichet, niegue obligar a nadie a ser rescatado. Cuando juzga que un Estado está al filo del impago y amenaza la estabilidad del euro, le basta con sugerir un cierre del grifo de la liquidez a sus bancos. El Gobierno portugués ahora, y en noviembre el irlandés, tuvo que arrodillarse y muy a su pesar solicitar ayuda. Otra incógnita es qué parte de estos 80.000 millones irán a un fondo para, si se descubren cadáveres en los armarios de la banca lusa, apuntalar su liquidez y solvencia. Estos fondos ya se crearon en los rescates de Grecia e Irlanda. El precio, una incógnita La tercera incógnita es el precio. Atenas recibe 110.000 millones en préstamos con un tipo de interés que ronda el 5%. Y acaba de lograr una rebaja de un punto porcentual, que el mercado ve como el primer paso antes de reconocer la necesidad de reestructurar su deuda. El BCE y la Comisión Europea volvieron a descartar este fin de semana, al menos públicamente, tal reestructuración. Pero a Lisboa la ampara el mismo mecanismo que rescató a Dublín prestándole 67.500 millones al 6%, tarifa que la opinión pública irlandesa considera usuraria y los mercados juzgan inabordable para el país. La negociación para rebajar un punto porcentual el tipo de interés que se aplica a Irlanda, abaratamiento del que automáticamente se beneficiaría Portugal , está en dique seco. Francia y Alemania exigen al Gobierno del antaño tigre celta que si quiere ayudas, suba el tipo impositivo de su Impuesto sobre Sociedades, y deje así de competir deslealmente con ellos y robarles empresas y recaudación fiscal. La cuarta incógnita es el grado de dureza del programa de ajuste presupuestario y reformas estructurales que Europa y el FMI impondrán a Portugal . El recién dimitido Gobierno socialista del primer ministro José Sócrates ya había aplicado tres programas de estabilidad en 2010 y se disponía a aplicar un cuarto cuando cayó en marzo. Desde entonces, la situación ha empeorado y la aplicación de nuevas directrices contables específicas a los activos basura ha elevado el déficit público del 7,3 al 8,6% de su PIB. Las reformas pendientes Las tres oleadas anteriores se han centrado en los recortes presupuestarios y subidas de impuestos. Queda mucho margen de reformas en el mercado laboral y en el de bienes y servicios. La quinta incógnita es la madurez de los políticos lusos, inmersos en una campaña electoral tras caer el Ejecutivo al rechazar el Parlamento hace veinte días el cuarto plan de estabilidad. La UE y el FMI sólo ayudarán si Gobierno y oposición prometen plegarse al plan, sea cual sea el resultado electoral. Y habrá que cruzar los dedos para que el resultado de las elecciones en Finlandia el 17 de abril no abra la puerta a los euroescépticos, que podrían forzar a Helsinki a vetar el acuerdo definitivo sobre el rescate. El sábado en Budapest siguió la luna de miel con España. La vicepresidenta Elena Salgado aseguró que "hasta la última caja" aprobará los test de estrés. El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, dijo que "España se encuentra en buenas condiciones". Y Salgado afirmó que John Lipsky, número dos del FMI , dijo en la reunión con los ministros de la UE que "en los seis últimos meses, las noticias más positivas venían de España. EL ECONOMISTA. 11-4-2011 Opinión. Público Es un chantaje, no un rescate Ignacio Escolar Toda manipulación empieza siempre por las palabras y esta vez en el verbo está la trampa. Rescatar: Liberar de un peligro, daño, trabajo, molestia u opresión (diccionario de la RAE). Si tan bueno es ese “rescate” de la Unión Europea, ¿por qué todos los países rescatados se han resistido hasta el último momento a aceptar esa liberación que ofrecían sus altruistas socios comunitarios? Rescatar es lanzar un salvavidas a un náufrago. Otra cosa es vender el salvavidas al náufrago a cambio de un riñón y un ojo de la cara. No es un rescate, es un chantaje: financiación un poco más barata a cambio de un ajuste de caballo (y sigue tragando agua). O un secuestro con rehenes: los portugueses, los irlandeses y los griegos, que tendrán que pagar durante años por el desastre de una crisis financiera que se ha agravado por el poco margen de maniobra que permite el euro. En parte, su barco se ha hundido porque no podían devaluar; porque no podían soltar lastre, como antes. Los rescatados son otros: los grandes bancos europeos, que prestaron a estos países y temían por sus inversiones. El auténtico salvavidas es para ellos. Los portugueses votan dentro de mes y medio pero dará igual quién gane las elecciones. Serán otros poderes, fuera de Portugal, quienes tomen las grandes decisiones. La Unión Europea está en crisis, pero no sólo por esos lobos que atacan a la deuda soberana y que tan útiles resultan para asustar a los pobres pastorcillos. ¿Es lógico que exista una moneda única, un mercado único y un único Banco Central Europeo, pero que no exista un poder político que garantice la solidaridad entre todos esos países encadenados entre sí por el euro? ¿Es posible una Unión Europea con ciudadanos de primera y de segunda?, ¿con países soberanos y países sin soberanía? PUBLICO. 11-4-2011 Islandia. El País Reino Unido y Holanda amenazan con demandar a Islandia ante los tribunales Walter Oppenhaimer Lo que los Gobiernos pactan, los votantes lo pueden hacer trizas. Así han decidido actuar los islandeses, que el sábado rechazaron por segunda vez en un referéndum el acuerdo al que había llegado su Gobierno con los de Reino Unido y Holanda para resolver el contencioso que le enfrenta con ellos por la deuda generada en 2008 por la quiebra del banco Icesave. Con el 90% del voto escrutado, casi el 60% de los votantes se pronunciaron contra ese acuerdo, por el que Islandia ha de devolver a esos dos países los 4.000 millones de euros que les costó garantizar a sus ciudadanos los depósitos que tenían en ese banco islandés, filial en Reino Unido y Holanda del nacionalizado Landbanski. El conflicto se debe a que Islandia decidió avalar todos los depósitos bancarios que había en la isla cuando se desplomó su sistema financiero en la crisis de otoño de 2008. Pero Reikiavik se desentendió de las cantidades depositadas en los bancos islandeses que actuaban en el exterior, como Icesave, que en apenas unos meses captó miles de ahorradores en Holanda y Reino Unido ofreciendo tipos de interés de entre el 5% y el 6%. Cuando la banca islandesa se desplomó, Londres y La Haya garantizaron los depósitos de bancos islandeses en su territorio, pero luego exigieron que el Gobierno islandés les pagara ese dinero. La obligación legal de Islandia en este caso es discutible. Reikiavik no la admite, pero británicos y holandeses sostienen que Islandia incumple la normativa del Espacio Económico Europeo en dos aspectos: porque esta le obliga a garantizar al menos los 20.000 primeros euros de cada depositante y porque está discriminando a los acreedores no islandeses. Pero, sea cual sea el trasfondo legal, el Gobierno islandés cree que es políticamente necesario llegar a un acuerdo sobre el asunto para garantizar que el país pueda volver a financiarse en los mercados internacionales. El año pasado se llegó a un acuerdo por el que Islandia pagaría a Holanda y Reino Unido 4.000 millones de euros entre 2016 y 2024 a un interés del 5,5%. Tras ser rechazado con más del 90% de los votos en contra en un referéndum, el acuerdo fue renegociado y hace unos días se recortó el interés a pagar por Islandia al 3,3% y se amplió el plazo de devolución hasta 2046. Pero los islandeses han vuelto a decir que no, a pesar de que el Gobierno islandés recobrará la mayor parte de ese dinero por la venta de activos bancarios nacionalizados y solo una pequeña parte de la deuda acabará siendo asumida directamente por los contribuyentes. Los votantes "han elegido la peor de las opciones", declaró la primera ministra, Jóhanna Sigurdardóttit, cuyo Gobierno de centro-izquierda podría verse obligado a dimitir. "Es, desde luego, muy decepcionante", añadió. En términos muy similares se pronunció el ministro holandés de Finanzas, Jan-Kees de Pager, con el añadido de que empezó a enseñar el hacha: "El tiempo de negociar ya es cosa del pasado. Islandia está obligada a devolvernos el dinero. Ahora son los tribunales los que han de decidir", declaró. Lo mismo dijo el número dos del Tesoro británico, Danny Alexander. "Hemos intentado llegar a una solución negociada. Tenemos la obligación de conseguir que nos devuelvan ese dinero y vamos a seguir persiguiendo ese objetivo hasta que lo consigamos", declaró. El voto negativo no solo ha contrariado a los políticos de los tres países. También amenaza con ser muy mal recibido por analistas e inversores. La agencia de calificación Moody’s ya había anunciado días atrás su intención de rebajar la calificación de la deuda islandesa si el acuerdo era rechazado por los votantes. Y numerosos analistas han expresado ya su preocupación por las consecuencias que puede tener para Islandia. Sobre todo si se tiene en cuenta que el Gobierno había basado toda su agenda económica en la normalización de relaciones con la comunidad internacional. Pero si el caso llega finalmente a los tribunales, la decisión final puede demorarse varios años. Frente al rechazo de los Gobiernos, el presidente de Islandia, Oláfur Ragnar Grímsson, considera que los dos referendos que él ha convocado "han devuelto al país la confianza perdida tras el hundimiento de la economía islandesa" en 2008. Los resultados, en su opinión, "refuerzan aun más la democracia". EL PAÍS. 11-4-2011