avanza la integración regional en Latinoamérica

El Banco del Sur, buscando la independencia económica

La meta del Banco del Sur es incluir a cada nación de América Latina, desde México hasta Chile. El programa prestará el dinero a cualquier nación que emprenda la construcción de programas aprobados y abrirá nuevas alternativas de financiación donde estarán presentes conceptos como la igualdad, equidad y la justicia social. Inicialmente su sede será Caracas, con dos subsedes, una en Buenos Aires y otra en La Paz.

El Banco del Sur ya está listo ara que sea ratificado por los Parlamentos de sus paí­ses miembros y comience a funcionar. Los ministros de Economí­a del Mercosur, más Venezuela, Ecuador y Bolivia, acordaron ayer la letra pequeña de su estatuto, última escala técnica. El anuncio llega en medio de la crisis internacional y sirve para contrarrestar la creciente presión del FMI, que busca volver a convertirse en el principal prestamista de la región.En la última reunión de los ministros de Hacienda y Economí­a, celebrada en Caracas el pasado mes de marzo, se definió que el capital máximo autorizado del Banco del Sur será de 20.000 millones de dólares, mientras que el capital suscrito con que arrancará será de 7.000 millones.Los siete socios aportarán un capital inicial de 7000 millones de dólares. Argentina, Brasil y Venezuela pondrán 2000 millones cada uno. Uruguay y Ecuador, otros 400 millones en partes iguales; y Paraguay y Bolivia, los 200 millones restantes. Cada paí­s tendrá un voto en el directorio, pero para la aprobación de los proyectos de más de 70 millones de dólares se necesitará el apoyo de los dos tercios del capital suscripto en el banco. Ahora sólo falta que el acuerdo sea ratificado por los presidentes y los Parlamentos de los distintos paí­ses.El objetivo del banco es financiar proyectos de desarrollo en sectores clave de la economí­a para mejorar la competitividad y combatir la pobreza y la exclusión social. Podrán acudir a la institución los distintos Estados o empresas con previo aval de los Estados. En las negociaciones llevadas adelante durante los últimos tres años se descartó que la entidad opere como prestamista de última instancia, al estilo del FMI, como pretendí­an el presidente venezolano, Hugo Chávez, y su par ecuatoriano, Rafael Correa. Sin embargo, igual les otorgará a los gobiernos mayor fortaleza para seguir manteniendo distancia del Fondo Monetario.Además, no hay que descartar que una vez que el banco esté en funcionamiento se vuelva a evaluar la posibilidad de que cubra necesidades de financiación frente a vencimientos de deuda, si es que la crisis internacional se profundiza. De ese modo, podrí­a emular a los paí­ses asiáticos que recurrieron a esa estrategia para sortear las recetas del FMI, que siempre recomienda subidas de la tasa de interés y recortes en el gasto público, profundizando las crisis en momentos en los que por lo general se requiere reactivar la demanda para salir adelante. Después de varios años de negociación en diciembre de 2007, los jefes de Estado firmaron el acta fundacional en Buenos Aires, definieron que el organismo tendrí­a una sede en Caracas y dos subsedes, una en Buenos Aires y otra en La Paz. Entonces parecí­a que se iba a poner en funcionamiento en pocos meses, pero la iniciativa volvió a enfriarse por diferencias puntuales entre sus miembros. Brasil, por ejemplo, querí­a que los votos fueran proporcionales al capital aportado, mientras que el resto de los participantes se inclinaba por darle un voto a cada Estado independientemente del aporte, para que la impronta igualitaria y democrática lo diferenciara de los multilaterales dominados por las potencias centrales, como el FMI y el Banco Mundial. Finalmente, se optó por un voto para cada Estado, pero con ciertas restricciones vinculadas al capital aportado.El Banco del Sur es una idea original del presidente venezolano Hugo Chávez. Fue en agosto de 2004, cuando propuso la conformación de una entidad financiera regional para «dejar de depositar nuestras reservas en los bancos del Norte» y poder disponer de esos recursos para «ayudarnos», en vez de pedirle prestado al FMI y al Banco Mundial. Su intención es delinear la integración sobre la base de dos pilares clave: el financiero y el energético. El Banco del Sur cumplirí­a con el primer objetivo y el Gasoducto del Sur con el segundo, aunque esta última iniciativa por ahora está desactivada.Ante el frente antihegemonista se abre todo un abanico de posibilidades de colaboración bilateral que deben fortalecer, esto les ofrece otras posibilidades, de independencia y no de sumisión, para hacer frente a la crisis económica. Fortaleciendo su posición frente a los proyectos de imperialismo.Desterrar más de cien años de ingerencia del imperialismo, marcada por la funesta doctrina Monroe, es el objetivo para una Latinoamérica soberana e independiente que avanza entorno a una vieja aspiración de integración desde su proceso de liberación. Cercenada por los intereses foráneos, primero británicos y luego norteamericanos, que auspiciaron la división y sometieron a esas nuevas repúblicas a la sumisión mediante la deuda contraí­da por la guerra de la independencia forzando a sus nuevos gobiernos a entregar sus recursos y soberaní­a.

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