El atraco imparable a los salarios

La economía española ha alcanzado el PIB que tenía hacía ya una década, antes de que empezase la crisis. Pero lo ha hecho mediante un contínuo y acelerado trasvase de las rentas salariales a las rentas del capital.

Según el Eurostat, 40.000 millones de euros han pasado de las rentas salariales al excedente bruto de explotación (EBE) durante todo el periodo de crisis. En concreto, los salarios se han visto reducidos en 9.500 millones con respecto a la masa salarial existente en 2008, un descenso del 2%.

Una situación que nos pone a la cola de la Unión Europea. Salvo Grecia y España, todos los países de la UE han recuperado el nivel de rentas salariales previo a la crisis económica, aumentando por encima de 1’1 billón de euros con respecto a 2008. Contrasta por ejemplo nuestro país vecino Portugal, país vecino que ha visto aumentar su renta salarial en 2.000 millones de euros, un 2’5% más que antes de la crisis.

Con respecto al PIB, España es el país donde más peso han perdido los salarios de toda la UE. Si en 2008, las rentas salariales suponían el 50’9% del PIB español, en 2017 descendieron hasta el 47’3%. Un peso salarial que no había llegado a niveles tan bajos desde 1989.

La causa de este proceso no es solo económica -con un tejido empresarial cada vez más orientado al sector servicios, donde campan a sus anchas la precariedad y los bajos salarios- sino política. Desde 2008, nuestro país viene sufriendo un proyecto de saqueo y degradación dictado desde el exterior -a golpe de imposiciones del FMI, de Bruselas, de Berlín o de Washington- y que tiene una de sus expresiones en las sucesivas reformas laborales que han servido para rebajar los salarios y aumentar la precariedad.«Salvo Grecia y España, todos los países de la UE han recuperado el nivel de rentas salariales previo a la crisis económica.»

Los beneficios empresariales no paran de crecer. Según los datos del INE, las empresas españolas no financieras alcanzaron unas rentas de capital por valor de 267.680 millones de euros, lo que supone 98.474 millones más que en 2008. Lo que ha permitido repartir 15.000 millones de euros más en dividendos que previo a la crisis económica. Y al mismo tiempo, han dedicado 10.000 millones de euros menos a salarios que en 2018, pese a producir el mismo PIB que hace una década.

Claro que estos datos sólo muestran parte de la realidad. Porque no todas las empresas crecen igual, sin hacer distinción de las pequeñas pymes a los gigantes monopolistas que son quienes se quedan con la parte más grande del pastel. Si en 2006, los beneficios de las pymes representaban el 20% de los beneficios totales de las empresas, en la actualidad sólo suponen el 7’3%. Mientras que los bancos y monopolios del IBEX-35 se adueñan del 82’6% de todos los beneficios adquiridos.

Los números lo demuestran. No es que los salarios sean bajos porque se produzca menos dinero que antes. Al contrario, ahora se produce más. El problema es cómo se está distribuyendo esa riqueza, cada vez más en menos manos. Y donde los salarios son la principal base sobre la que se produce este trasvase de riqueza que acaba en manos de la oligarquía financiera.

Hay que redistribuir la inmensa riqueza que produce nuestro país, comenzando por los salarios. Exigiendo que no haya salario por debajo de 1.000 euros mensuales, y deteniendo así este continuo saqueo sobre el conjunto de la población trabajadora.

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