Opinión

El Arte se abre paso

Y lo hace le pese a quien le pese. Pequeñas ranuras permiten asomar decenas de alternativas independientes.

No se puede comprender, verdaderamente y en profundidad, ningún proceso artístico al margen de las condiciones sociales en las que se da. Es más, las expresiones más revolucionarias siempre nacen entre las grietas del poder.

Tras la I Guerra Mundial las viejas potencias que hasta entonces habían dominado el mundo con esplendor y mano de hierro, se vieron debilitadas. Inglaterra, Francia y Alemania no van a poder seguir dominando como lo venían haciendo, y la humanidad se aprovechará con creces de ello.

Todo un orden mundial se venía abajo, y de las grietas del edificio surgirán flores, en forma de un incontenible estallido de creatividad revolucionaria en el ámbito artístico, intelectual, científico y espiritual.

Todo el ideal de civilización basado en el progreso aritmético y la linealidad temporal había sido quebrado por la barbarie de la guerra. Todo el mundo ordenado y previsible que tanto agradaba a las burguesías europeas dejó de existir.

En su lugar, infinidad de corrientes artísticas de vanguardia proponen nuevos caminos, que subvierten el orden dominante, colocan patas arriba lo más sagrado, pulverizan las miradas y sensibilidades que habían sido impuestas como únicas. «Las alternativas se alimentan unas a otras, generando un nuevo tejido cultural y artístico»

Es el momento donde el surrealismo, el dadaismo, el constructivismo, expresionismo, fauvismo, cubo-futurismo… ofrecen, en su febril y breve vida, hitos artísticos de los que todavía la humanidad está recogiendo rentas.

En este sentido, cobra fuerza la afirmación que hace Félix de Azúa en la entrevista que se reproduce a continuación: nada nuevo ha nacido en el arte en los últimos 30 o 40 años, siendo estrictos, quizás más.

Pero dejarlo aquí sería un mero ejercicio de unilateralidad, un vuelo espacial por encima de la realidad, alejado del convulso discurrir de las cosas en los últimos años.

Porque aunque en el periodo que vivimos no se vean grietas, sino, más bien, pequeñas ranuras, lo cierto es que el orden mundial, y nacional, que hasta ahora hemos conocido se resquebraja lenta pero imparablemente. Pese a que, de momento, solo se cuestionen las formas y no el fondo, las alternativas se alimentan unas a otras, generando un nuevo tejido cultural y artístico.

Tras un largo periodo marcado por el control de las subvenciones, asistimos al ensayo de nuevas/viejas formas. Como ya hemos denunciado desde estas páginas, la Ley del Mecenazgo no augura más que un mayor control por parte de bancos y monopolios del arte y la cultura. Por lo que parece que los artistas han decidido recorrer su propio camino. No porque nadie antes lo hubiera hecho, sino porque lo que eran proyectos aislados y a contracorriente, van conformando una auténtico movimiento social, artístico e independiente. Todavía con un contenido difuso, a veces panfletario, descoordinado y endeble, pero que manifiesta la firme voluntad de transitar por otros caminos y buscar un respiro después de décadas de control asfixiante de la producción cultural.

Tampoco en este ámbito el mercado tiene voluntad propia. Son los grupos sociales los que imprimen objetivos y determinación por conquistarlos. Existe vida más allá de las clases dominantes, la Administración, y los estómagos agradecidos… que, como diría Loquillo, “son pocos y cobardes”.

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