Televisión

El «apagón» enciende las dudas

La Televisión Digital Terrestre prometí­a ser un avance interesante tanto por cantidad como por calidad de la oferta televisiva. Pero en vista de los últimos decretos del gobierno, y del borrador de la nueva Ley del Audiovisual, no podemos evitar pensar que todas las «bondades» de la TDT puedan acabar siendo un efí­mero espejismo. El anunciado «apagón» ha empezado por Cantabria, sus vecinos ya sólo podrán ver la televisión si han realizado la correspondiente inversión, tanto en adaptar la antena como en adquirir uno de los receptores domésticos. Con todo, las dudas sobre el verdadero beneficio que representa para los ciudadanos este nuevo formato empiezan a aparecer, aunque no tenemos ninguna acerca de quienes van a ser los principales beneficiarios, aquellos que gocen del favor del gobierno para apropiarse de los servicios de pago anunciados.

Íbamos a disfrutar de un servicio de televisión de una mayor calidad, con una amlia oferta de canales ofertados por los grandes grupos mediáticos, y de forma gratuita. Bueno, esto último ya era relativo, teniendo en cuenta el desembolso que había que hacer en uno de esos aparatitos domésticos –a 45 euros la unidad- y en la factura que nos pasara el técnico por adaptar nuestra antena comunitaria. Pero no pasaba nada, según la magna campaña publicitaria lanzada por el Gobierno, esto eran simples anécdotas comparado con el paso de gigante que iba a suponer este cambio.Un año después de haberse iniciado esta campaña, las primeras emisiones en analógico empiezan a desaparecer, aunque ahora ya no tenemos tan claro lo de que este cambio vaya a ser tan bueno. La inversión pública realizada para implantar este nuevo sistema de emisión por ondas, auspiciada por la Unión Europea, ha sido financiada con el dinero público; por supuesto, si queremos disfrutar del servicio tendremos que abonar nuestros propios gastos, sin embargo existen un par de cuestiones que la campaña publicitaria no anuncia.En primer lugar, nadie hablaba de esos contenidos de pago que el ejecutivo pretende conceder a toda prisa y por decreto. ¿Los afortunados ganadores del premio? Como no, Prisa y Mediapro, que empezarán a beneficiarse económicamente de una infraestructura que a ellos no les ha costado ni un duro. Nosotros hacemos la inversión inicial, ellos recogen los beneficios, un negocio redondo.Tampoco aparecía en los anuncios publicitarios –esos que también hemos pagado nosotros-, que el negocio tan lucrativo que supondría para un par de grupos privados, lo sería a costa de la extinción de decenas de cadenas locales y de proximidad, a las que todavía no se les ha tramitado la licencia de emisión, y que con el “apagón” van a desaparecer de un plumazo.Un avance tecnológico que sin duda, bien gestionado, puede ser muy beneficioso para la población. Pero eso es mucho pedir para un Gobierno cuya prioridad es satisfacer a sus grandes socios en detrimento del interés público. Así la medida ha sido aprovechada para retroceder en democracia, e incentivar un monopolismo cada vez más asfixiante. Seguro que ahora pagaremos esos 45 euros con mucha más “mala leche”.

Deja una respuesta