El 15-M irrumpe en la vida polí­tica española.

El año que vivimos en la calle

Que la revista norteamericana Time haya otorgado su portada de protagonista del año 2011 al «manifestante», es todo un signo de los tiempos que vivimos. Y el movimiento surgido en España el 15-M ha tenido mucho que ver con ello.

Cuando prácticamente se había convertido en un lugar común acusar a la juventud española –azotada por un desempleo del 45%, expulsada a la emigración y condenada a vivir peor que sus padres– de ejemplo de resignación y conformismo, surgía el pasado 15-M un nuevo movimiento de lucha que inundaba las plazas del país, ocupándolas con sus consignas.

En una de esas imprevisibles torsiones tan frecuentes en nuestra historia cuando el pueblo entra en escena, el 15-M convulsionaba la en apariencia mortecina vida política española, sacudiéndola con su indignación, arrastrando a multitudes cada vez mas numerosas e irradiando su influencia a medio mundo.Rebelión en la plaza

“Nosotros los desempleados, los mal remunerados, los subcontratados, los precarios, los jóvenes… queremos un cambio y un futuro digno. Estamos hartos de reformas antisociales, de que nos dejen en el paro, de que los bancos que han provocado la crisis nos suban las hipotecas o se queden con nuestras viviendas, de que nos impongan leyes que limitan nuestra libertad en beneficio de los poderosos. Acusamos a los poderes políticos y económicos de nuestra precaria situación y exigimos un cambio de rumbo…”

Con este contundente manifiesto, un pequeño grupo de organizaciones entonces desconocidas por la inmensa mayoría de los españoles, pero muy presentes entre la juventud por su intensa actividad en la red, convocaba a celebrar manifestaciones el 15 de mayo en 40 ciudades al grito de “No somos mercancía en manos de políticos y banqueros”.

La respuesta desbordó a los propios convocantes. No sólo por la afluencia masiva a las manifestaciones, celebradas de forma simultánea en 40 provincias y a unos días de celebrarse las elecciones municipales y autonómicas. Sino también por el movimiento inmediatamente desencadenado, cuando la posterior asamblea de los manifestantes madrileños en la Puerta de Sol decide ocupar la plaza, montar una acampada permanente en pleno corazón de Madrid y llamar a los ciudadanos a expresar su rechazo e indignación sumándose a ella. «La posterior asamblea de manifestantes en la Puerta de Sol decide ocupar la plaza y montar una acampada permanente»

Como una chispa en medio de un pradera reseca, el llamamiento prende como la pólvora. La ciudadanía de Madrid responde como un sólo hombre. No sólo sumándose físicamente a la acampada o asistiendo en masa a las asambleas permanentes, también participando activamente en la organización física, organizativa y material de la acampada. De la nada surgen en los primeros días hasta 15 comisiones: de alimentación, de enfermería, de coordinación interna, de respeto y orden interno, de comunicación,… La Puerta del Sol se queda, materialmente, pequeña para la cantidad de actividad que se despliega cada día y los “indignados”, nombre con el que empieza a conocérseles, se ven obligados a ocupar también las plazas adyacentes.

Mientras la iniciativa se extiende, y surgen acampadas en las plazas más emblemáticas de las principales ciudades españolas, el pueblo madrileño, como tantas otras veces en su historia, da un ejemplo extraordinario de solidaridad y generosidad, abasteciendo de todo lo necesario a los acampados de forma gratuita y desinteresada.

Como explicaba a nuestra revista uno de los organizadores de la acampada en sus primeras semanas, “todos los días se cuelga en la página web una lista con las necesidades materiales de la acampada, desde comida hasta materiales de todo tipo, y todos los días se cubren. Se trata de solidaridad directa, incluso la gente se gasta el dinero y nos lo trae.”La madurez del movimiento

A pesar que en apariencia el 15-M parezca, a ojos de un observador superficial, una especie de Guadiana que aparece un instante para desaparecer a continuación y volver a reaparecer más tarde, cualquiera que eche la vista atrás puede comprobar cómo, en realidad, a pesar de que sólo han pasado poco más de 6 meses desde que surgiera de forma espontánea, es impresionante la cantidad de acciones de todo tipo que ha desplegado, la multitud de gente que se ha unido al movimiento y la influencia política que ha adquirido. Parecen años, y no meses, los que han transcurrido desde su nacimiento.

Cuando parecía que tras la efervescencia callejera que rodeó las municipales y autonómicas, marco de su nacimiento, el 15-M había empezado a diluirse, la convocatoria del 19-J saca a cientos de miles de personas a las calles. Sin tomarse un respiro, se organizan las 7 columnas que desde distintos lugares de la geografía española marchan para converger nuevamente en el kilómetro cero, el centro de donde surgió todo. Recorren miles de kilómetros, atraviesan cientos de pueblos donde sus habitantes se reúnen en plazas para hacer asambleas al paso de la marcha y transmitirles sus necesidades y demandas. El 23 de julio, cuando las 7 columnas llegan a la capital, Madrid se moviliza como no se había visto desde las gigantescas manifestaciones contra la guerra de Irak.

El 19-O, última movilización hasta el momento, es toda España, de arriba a abajo, la que se pone en pie. Millones de personas salen a la calle. Pero no es un salto sólo en la cantidad. La jornada del 19-O da un salto cualitativo en la capacidad de organización y la extensión de la influencia del movimiento: ese día prácticamente no hay un sólo pueblo de España donde no haya grupos de gente que participe en la movilización.

El rechazo frontal a las medidas de ajuste, recortes sociales y rebajas salariales que el FMI, Bruselas y los Botín de turno han dictado y el cuestionamiento del modelo bipartidista y la clase política gracias a los cuales pueden ejecutarlos, ha calado en gran parte de la población, que ve en su apoyo al 15-M la forma de hacerlo visible. La simpatía y el apoyo ciudadanos al 15-M se mantienen invariables a lo largo del tiempo. Una y otra vez las encuestas lo certifican: 2 de cada 3 españoles ven con simpatía el movimiento y apoyan sus reivindicaciones.«El 19-O es un salto en la organización y extensión de la influencia del movimiento»

Influencia dentro y fuera

El nacimiento del 15-M justo en medio de una campaña electoral no podía por menos que tener un profundo impacto sobre ésta. Las municipales y autonómicas son la primera demostración. El PSOE pierde 3,5 millones de votos, que a su vez huyen también del modelo bipartidista buscando otras alternativas políticas para expresar su rechazo a una clase política que, como el 15-M ha gritado una y otra vez, “Que no, que no, que no nos representan”.

Fenómeno que volverá a reproducirse el pasado 20-N, cuando el modelo bipartidista, y en particular el PSOE, se deja en la gatera 4,5 millones de votantes. Aun cuando no se pueda establecer una relación mecánica entre uno y otro, lo cierto es que el 15-M nace como expresión del hartazgo de amplísimas capas de la población hacia una clase política que gobierna para los poderosos y contra la gente, y a su vez refuerza y extiende ese rechazo a otras capas sociales. Pero no es sólo en el ámbito interno de nuestro país donde el 15-M va a tener un profunda influencia.

Si los días posteriores al establecimiento de la acampada de Sol, Madrid y las multitudinarias asambleas de decenas de miles de personas son el tema principal de portada del Washington Post (algo que no había ocurrido desde los atentados del 11-M), 24 horas después de las elecciones del 22 de mayo, también es la prensa internacional la que se va a encargar de destacar la relevancia, no sólo social sino política adquirida por el 15-M y su influencia sobre el resultado electoral.

El mismo día 23, el Financial Times –la Biblia de la City londinense y las bolsas europeas– sentenciaba que “el Gobierno se enfrenta a los reveses en las urnas y a la vergüenza en la calle”, señalando con preocupación como las protestas nacidas en España podían pasar a extenderse en un futuro inmediato a otros países europeos, sacudidos por problemas parecidos a los nuestros, como así efectivamente ocurrió, y no sólo en Europa.

Una alarma a la que se sumaba 24 horas después el diario berlinés Die Tageszeitung al señalar cómo lo ocurrido con el 15-M era el nacimiento de “una masiva oposición extraparlamentaria a un sistema que ha caído en descrédito”. Y cómo el grado de rechazo y descontento visible en España “también se puede encontrar en los países de la UE”. Señalando a continuación premonitoriamente que “el riesgo de contagio es alto”.

“El Movimiento 15-M: Alarma para Europa” (Financial Times). “Los partidos políticos españoles desconcertados por la revuelta social” (Le Monde). “España generación indignada” (Le Vif). “Primavera española en las plazas” (Corriere della Sera). “Millones de españoles han perdido la fe en sus políticos” (Der Spiegel). “Es hora de indignarnos” (La Jornada de México) “Al 15-M aún le queda mucha vida (Deutsche Welle),… Los principales titulares de la prensa mundial de referencia habían sabido captar mucho mejor que los medios nacionales, no solo la naturaleza, sino también las consecuencias y la influencia que el 15-M iba a adquirir en medio planeta en los meses inmediatamente posteriores. Un mundo de alternativas

Uno de los aspectos más esperanzadores del movimiento 15-M, es que no se queda en la denuncia de todos y cada uno de los aspectos en que se manifiesta el decadente régimen que domina nuestras vidas. Sino que al mismo tiempo buscan, y proponen y ensayan, alternativas para cada uno de ellos.

La explosión de lucha, vitalidad y energía transformadora que se ha agrupado tras el 15-M no se reduce sólo a sus exigencias de una democratización real de la vida política y un cambio sustancial en la distribución de la riqueza. Van más allá.

Frente a la manipulación de los medios de comunicación, la respuesta inmediata fue la creación de unos medios propios alternativos. La difusión de las convocatorias, las consignas y las formas de organización a través de la red, la creación de una televisión propia difundida por internet, los intentos de crear una radio propia,… El 15-M no se limita a denunciar el papel de los medios y su parcialidad, sino que crea los suyos propios.» Una explosión de lucha, vitalidad y energía transformadora se ha agrupado tras el 15-M»

Frente al control de unas pequeñas oligarquías sobre los grandes partidos mayoritarios, la creación de una multitud de organizaciones de carácter político (Democracia Real Ya, Juventud Sin Futuro, No Les Votes, Afectados por la Hipoteca, Estado del Malestar, Asamblea de Desempleados, Coordinadora de Asambleas de Trabajadores,…) de las que cualquiera puede formar parte y en las que la voz, y la capacidad de decisión, de todos vale lo mismo.

Frente a unas cúpulas sindicales que siempre se han querido presentar como el único cauce legítimo para la movilización, el 15-M ha puesto de manifiesto cómo, o cambian sustancialmente, o pasarán a ser vistas como un freno.

Ante sus lamentos y justificaciones sobre la dificultad de mover a la gente para no convocar luchas o firmar pactos (como el de las pensiones) contrarios a los intereses del 90% de la población, el 15-M ha sacado a la luz una realidad completamente distinta. La gente sí que quiere unirse y luchar, existe una inagotable energía entre el pueblo, basta con confiar en él y ponerla en movimiento. Y no sólo en las grandes movilizaciones unitarias, también en las pequeñas batallas cotidianas, como la lucha contra los embargos hipotecarios y los desahucios, el 15-M está sabiendo levantar formas de lucha alternativas y eficaces.

Una multitud de organizaciones, agrupaciones e iniciativas independientes de todo tipo se han hecho visibles en torno al 15-M. Desde organizaciones de trabajadores hasta de pequeños y medianos empresarios, desde organizaciones políticas a movimientos sociales y ciudadanos, pasando por una infinidad de iniciativas culturales –sellos discográficos, editoriales, medios de comunicación, productoras de cine y televisión, grupos de dinamización cultural de barrios y pueblos,… Toda una explosión de energía, creatividad y pluralismo que refleja –cada una a su nivel y en su ámbito específico de actuación– a una sociedad española que está llena de vida y repleta, en todas sus partes, de fuerza de resistencia, de energía transformadora y de nuevas ideas y alternativas desde (y con) las que construir un futuro para nuestro país y para nuestro pueblo completamente distinto al que los Obama, Merkel y Botin quieren condenarnos.

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