Muere Bebo Valdés

El alma viva de Cuba

Bebo Valdés, el hombre capaz de representar lo más cubano de Cuba, la isla en la que América, África y Europa se enamoraron

El genio de Bebo era incuestionable, anónimo durante 30 años, pero incuestionable. Valdés fue uno de los directores de orquesta más creativos e influyentes de la Cuba pre-revolucionaria de los años 40 y 50. Desertó de Cuba después de la revolución de 1959 y se trasladó a Suecia.

Tras haber trabajado con los grandes de la década de 1950 del jazz y la música popular cubana, se le podía encontrar dando pequeños y modestos conciertos de jazz latino en el piano de un hotel en el corazón de Escandinavia, llevando una vida tranquila que llegó a firmar tres décadas de relativo anonimato. Pero a sus 70 años superados, la fama se acordó de él, y con fuerza. El saxofonista Paquito D’Rivera le cogió la mano y volvió a ponerle en los grandes escenarios y en los estudios de grabación.

En poco tiempo Valdés ganó varios premios Grammy por sus grabaciones, apareció en el documental sobre el jazz latino, Calle 54, de Fernando Trueba, en el año 2000, y escribió la banda sonora de una película de animación nominada al Oscar, Chico & Rita, en el 2010. También de Fernando Trueba. En cierta manera Chico es Bebo, versión libre, pero Bebo.

Luego llegaron los duetos con su reencontrado hijo pianista, Chucho Valdés, genio hijo del genio. También trabajó con el bajista Israel «Cachao» López, y rápidamente recordó al mundo entero su toque elegante, la fluidez de su técnica, su espontaneidad, ágil y sutil, y su profundo, sofisticado y respetuoso conocimiento de las raíces cubanas, americanas y europeas de la música tradicional.

Como muchos cubanos recibió formación de conservatorio en las disciplinas europeas clásicas y en los estilos locales. Pero Valdés excitaba con su bravura al piano, sus feroces riffs de latón y las contramelodías sobre saxo de las bandas populares.

Influenciado por la Orquesta Casino de la Playa (que adaptó la guitarra tradicional a piezas de jazz para piano, conservando como base la percusión tradicional cubana), Valdés desarrolló su propio enfoque del jazz en mestizaje con los sonidos cubanos. Tocaba y organizaba la estructura musical en toda su amplitud en base a una perfecta técnica pianística, influenciada por Fats Waller y Art Tatum. Las innovadoras iniciativas de Valdés tuvieron múltiples reconocimientos, especialmente con el desarrollo de un estilo propio llamado batanga, como un nuevo ritmo rápido y complejo que en 1952 se convirtió en un éxito en las pistas de baile.

Valdés nació en el pueblo de Quivicán, en 1918, cerca de La Habana. De pequeño le enseñó piano un amigo de su madre. Cuando la familia se trasladó a La Habana en 1935, estudió música europea clásica y tradicional cubana en el Conservatorio Municipal. Empezó escribiendo arreglos, trabajando en los clubes y en la radio a la edad de 20 años.«Sus grabaciones eran aclamadas como la mejor jam afrocubana»

En 1943 formó parte de la banda de Wilfredo García Curbelo, y luego se unió a la banda del trompetista Julio Cueva, especializado en adaptaciones “uptempo” de piezas de la tradición musical cubana. Valdés trabajó brevemente en Haití, y desde 1948 fue un pianista y arreglista de la cantante Rita Montaner, una de las estrellas más importantes del club de cabaret Tropicana de La Habana.

Por aquella época el jazz arrasaba en Estados Unidos y los músicos norteamericanos viajaban a la isla para descargar con sus colegas cubanos. Bebo participó en no pocas de aquellas legendarias jam session, que tenían como animador principal al percusionista Guillermo Barreto. En medio de aquel hervidero, el 8 de junio de 1952, con una banda de veinte músicos dio a conocer en los estudios de RHC Cadena Azul su nuevo ritmo, la batanga. Entre los tres cantantes que integraban aquella orquesta estaba el gran Benny Moré.

La fusión del jazz norteamericano, con el bebop, el swing y la música cubana, fue creciendo en popularidad en la década de 1940, especialmente a través de la influencia del director de orquesta cubano Machito, y más tarde a través de las innovaciones “cubop” de Dizzy Gillespie con el percusionista Chano Pozo. En 1952, el productor estadounidense Norman Granz invitó a Valdés y sus socios del Tropicana a grabar para él. Los resultados fueron aclamados como la mejor jam afrocubana. Las composiciones de Bebo en el disco le sirvieron para acelerar su ya rápido ascenso como compositor de bandas sonoras y maestro de jam session. Valdés también puso en marcha la orquesta de cubop Sabor de Cuba, en la que se incluyó su hijo Chucho. En 1958, Valdés se convirtió en el arreglista del álbum en español de Nat King Cole y el cantante de la banda enseñó a la estrella norteamericana a cantar en español.

Tras el derrocamiento del régimen del dictador cubano Fulgencio Batista por los revolucionarios encabezados por Fidel Castro y Che Guevara en 1959, Valdés se enfrentó con el nuevo gobierno. Se trasladó a México en 1960, y con el tiempo a Europa, uniéndose en España a la banda Lecuona Cuban Boys en España. Su familia, incluyendo a su esposa, Pilar, y su hijo Chucho, permaneció en Cuba. En una de las visitas de la banda a Suecia en 1963, Valdés decidió quedarse, casándose con Rose Marie Pehrson, con quien formó una segunda familia.

Durante los siguientes 30 años, dio conciertos en numerosos locales y trató de entusiasmar a los suecos con las formas de jazz cubano, mezclado ya con la salsa y sus descendientes populares. En 1994, Valdés y D’Rivera editaron “Bebo Rides Again”, y en 1996 debutó en un concierto de EE.UU., a los 78 años.

Cuatro años más tarde, él y su hijo Chucho formaron un dúo memorable en el documental de Trueba, Calle 54. Y despegó su segunda carrera, obteniendo Grammies por Calle 54 y El Arte del Sabor.

Poco después, de nuevo de la mano de Trueba, se atrevió con el flamenco acompañando a Diego El Cigala en Lágrimas Negras, lo que le proporcionó otro Grammy, ganando otros dos con Bebo de Cuba en el 2006. Quedan para la historia más memorable de la música su composición de ocho partes, Suite Cubana, representada en el Centro Lincoln de Nueva York, y la gira con Chucho coronada con Juntos para siempre en el 2008.

Mariscal, con quien había colaborado en Chicho & Rita, concentró en pocas palabras la naturaleza de uno de los grandes de la música: “Bebo era la esencia de lo mejor de Cuba: todo en él era especial, su forma de tocar, su manera de caminar, su risa, su elegancia para todo […] Bebo representaba la esencia de Cuba y de lo mejor de su música […] es como si de pequeño hubiera metido en una lavadora todas las partituras de Lecuona y de los mejores compositores de la música cubana, atrapando fragmentos deshilachados y notas de cada uno e incorporándolos a su espíritu”.

Chucho Valdés, que se mudo a Benalmádena a pasar junto a su padre los últimos años de su vida y se opuso a su reciente traslado a Suecia, se despidió de su padre como el “más grande”. Sin duda, Bebo era toda Cuba esenciada en sus manos, el ama viva de Cuba.

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