Gonzalo Boyé ha ganado relevancia pública gracias a su papel como abogado de Puigdemont. Todo su “saber jurídico” se ha puesto al servicio de la estrategia del “inquilino de Waterloo” por internacionalizar el conflicto catalán. Por eso “recomendó” que Bélgica -que ya había hurgado en la herida española amparando a etarras huidos de la justicia- fuera el país elegido.
La implicación de Gonzalo Boye es tal que llegó a “sustituir” a Puigdemont en las listas de las europeas cuando la Junta Electoral Central excluyó al ex presidente¡.
Pero la trayectoria de Boyé ha seguido muchos vericuetos hasta llegar a Waterloo. Y en muchos de ellos encontramos peligrosas relaciones.
Fue condenado por participar en una de las operaciones más sonadas de ETA, el secuestro del empresario Emiliano Revilla. El nexo que unía al MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) chileno, en el que Boyé militaba, con ETA, era el carácter prosoviético de ambas organizaciones.
Pero no es la única amistad turbia de Gonzálo Boyé. Fue abogado del narcotraficante gallego Sito Miñanco. Y -como casi siempre ocurre en la industria de la droga- su papel no era únicamente de asesor jurífico. Según la justicia, Boyé ayudó a Miñanco a blanquear casi un millón de euros procedentes de operaciones delictivas.
Pero el caso más extraño es que une a un supuesto miembro de la izquierda revolucionaria chilena con uno de los aparatos de la superpotencia norteamericana. Según una declaración del propio Gonzalo Boyé a la policía española, el ahora abogado de Puigdemont recibió el encargo por parte del MIR chileno de trasladar a Cuba tres millones de pesetas. ¿Qué hizo Boyé? Acudir a la embajada norteamericana en Madrid para alertar de la operación a la DEA -la agencia antidrogas estadounidense, que utiliza su cobertura para intervenir en los asuntos internos de múltiples países-.
Detrás de la trayectoria del abogado de Puigdemont acabamos encontrando una oscura relación con grandes centros de poder, desde la “internacional terrorista” alimentada por Moscú durante la Guerra Fría, a la DEA norteamericana.
Quizá estas turbias conexiones sean también una de las razones por la que las élites del procés lo escogieron como “brazo judicial” en su estrategia de internacionalizar el procés.