El Observatorio

Efusión Sentimental

Maruja Torres (Barcelona, 1943) es una periodista y reportera a quien la vocación por la escritura y quizá también la edad la van empujando poco a poco al campo de la literatura. Aunque la ficción no es, desde luego, algo nuevo para ella, que ya en el año 2000 ganó el Premio Planeta de novela con «Mientras vivimos». Ahora acaba de ganar también el Nadal con una obra plena de nostalgia y de recuerdos, una ficción en que recrea los inolvidables años de una amistad compartida con dos escritores que ya no están pero que sobreviven en su memoria: Terenci Moix y Manuel Vázquez Montalbán.

Maruja Torres nació en el barcelonés barrio del Raval en 1943, en el seno de una familia de inmigrantes murcianos. Desde los 21 años se dedicó activamente al eriodismo. Colaboró en revistas como "Garbo", "Fotogramas" y "Por favor", aunque la mayoría la conocemos por sus crónicas y reportajes publicados en el diario "El País", donde lleva muchos años colaborando. El estilo de Maruja Torres no es el de la narración "objetiva", sino el de la implicación subjetiva. Cuando escribe, no toma distancia con los problemas: toma posición y se implica. Su escritura nace de un compromiso militante con la izquierda, con el laicismo, con el feminismo… y con la causa de ese país y de esas gentes que ella ha convertido, por voluntad propia, en su país de adopción y de vida: Líbano, en cuya capital, Beirut, vive desde hace un tiempo. Como reportera y como periodista Maruja Torres jamás se ha mordido la lengua, lo que le ha llevado a meterse en muchos "fregaos", especialmente con la derecha española, pero también, por ejemplo, con el embajador israelí en España, que la acusó abiertamente de antisemita. Su compromiso y su actitud le han valido los premios Víctor de la Serna y Francisco Cerecedo de periodismo. "Esperadme en el cielo", la novela que acaba de publicar y que ha sido galardonada con el Premio Nadal 2009, es un viaje literario y onírico, un "sueño" en el que la narradora (que aunque no se menciona no puede ser otra que la propia Maruja Torres) se reencuentra en un paraíso (laico, por supuesto) con sus dos viejos amigos y conocidos escritores barceloneses Terenci Moix y Manuel Vázquez Montalbán. Allí rememoran la infancia y la juventud perdidas, los lugares barceloneses donde crecieron, conversan interminablemente sobre todo lo humano y "divino", y hasta llegan a volar juntos en una alfombra mágica como la de "El ladrón de Bagdag". Para Maruja Torres, más que un ejercicio de nostalgia, el libro (que toma su título de una vieja canción de Machín) es "la historia de mi resurrección, de volver a ser lo que era, y no por ser mayor ser resignada". La novela, recién salida al mercado, ha suscitado reacciones dispares. Para la escritora Ana María Matute, el libro, una vez iniciado, ya no se puede dejar. Para el crítico literario de El Cultural, Ricardo Senabre, en cambio, la condición de buena reportera y periodista no lleva aparejada la de buena novelista y la considera una obra "prescindible". Pero en definitiva, será el lector el que decida.

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