EEUU y Corea del Norte rebajan sus amenazas

El macabro juego de tensión y distensión en el que EEUU y Corea del Norte se retroalimentan mutuamente, sirve a la superpotencia para reforzar el cerco militar a China.

El cruce de amenazas entre Washington y Pyongyang ha alcanzado cotas nunca vistas estas últimas semanas, cuando en respuesta a las bravatas de Kim Jong-un de lanzar misiles balísticos sobre aguas cercanas a la isla de Guam -un importante enclave militar estadounidense en el Pacífico- a modo de advertencia, Donald Trump prometió “una furia y un fuego jamás vistos en el mundo” si Corea del Norte realizaba el lanzamiento. Finalmente el régimen de Pyongyang ha desistido de realizar la provocación, lo que ha permitido rebajar la extremedamente tensa situación en la zona. Sin embargo, Washington no ha desistido de realizar los ejercicios militares anuales con las tropas surcoreanas, algo que el Norte considera una provocación y que puede volver a elevar bruscamente la temperatura en la península.

“Kim Jong-un de Corea del Norte tomó una decisión muy sabia y bien razonada. ¡La alternativa habría sido tan catastrófica como inaceptable!”, tuiteó Donald Trump después de que el presidente norcoreano anunciara que aparcaba sus planes de atacar la isla de Guam para “observar un poco más” las acciones de EEUU.

La situación se ha calmado levemente, dejando espacio a los esfuerzos diplomáticos encabezados por China, que exige simultáneamente a Pyongyang que cese inmediatamente las pruebas balísticas y nucleares, y a Washington y Seúl que abandonen los ejercicios militares en la zona y la instalación de baterías armamentísticas, como paso previo a la distensión y al inicio de un proceso de desnuclerización en la península coreana. Pekín sabe que el macabro juego de tensión y distensión, de provocaciones y gestos amenazadores en los que EEUU y Corea del Norte se retroalimentan mutuamente, sirve a la superpotencia como un poderoso justificante para reforzar el cerco militar a su verdadero rival geoestratégico: China.

Pero aunque Washington no desee una guerra abierta ni Pyongyang pueda permitirse quedar reducida a un cráter gigantesco, el peligro de que en este yin-yang de bravatas salte una chispa incontrolada que desencadene un conflicto de imprevisibles consecuencias es real. Kim Jong-un no ha descartado la posibilidad de lanzar un misil de advertencia sobre Guam si Washington persiste en llevar a cabo sus “imprudentes y extremadamente peligrosas acciones”. Se refiere a los ejercicios militares Ulchi Freedom Guardian, que tropas surcoreanas y estadounidenses tienen previsto realizar como cada año a finales de agosto y que el régimen norcoreano considera un ensayo de invasión del país. Desoyendo a los consejos de Pekín, el Pentágono ha asegurado que esos ejercicios militares seguirán adelante como estaba planeado.

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