Obama exige la paralización de las colonias israelí­es

«EEUU quiere frenar los asentamientos»

La Casa Blanca ha hecho sus declaraciones más contundentes y explí­citas acerca de los asentamientos judí­os en Cisjordania, exigiendo la paralización inmediata y sin excepción de su ampliación. Las declaraciones de Obama y su Secretaria de Estado, Hillarí½ Clinton son tajantes y coinciden con la visita del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, a Washington. El presidente norteamericano comenzará los próximos dí­as una gira por Oriente Medio que le llevará a Arabia Saudí­ y a Egipto donde tratará de formar un frente de paí­ses árabes pro-estadounidenses con un triple objetivo: neutralizar y arrastrar al incendiario gobierno israelí­ hacia el plan de paz de EEUU, crear un frente para obligar a Irán a cejar en su programa nuclear y crear un escenario de estabilidad en Oriente Medio, necesaria para los planes de la superpotencia.

Antes de la entrevista entre Abbas y Obama, el líder alestino ya había recibido la promesa de la boca de Ms Clinton. “El presidente quiere ver un alto de los asentamientos, no de algunos asentamientos, de todos, sin excepciones de puestos de avanzada o crecimiento natural. Ésa es nuestra posición, eso es lo que les hemos comunicado muy claramente y eso es lo que intentamos conseguir", afirmó contundente la máxima responsable de la diplomacia norteamericana.Obama también fue concluyente en el asunto de los asentamientos, aunque recordó que la paz será imposible sin un `do ut des´ entre ambas partes, y que la Autoridad Nacional Palestina (y aunque no lo nombró, se refirió a Hamás) “tiene la responsabilidad de garantizar la seguridad de Israel”. "Cada lado tiene obligaciones que cumplir: Israel tiene que detener los asentamientos y hacer viable un Estado palestino; del lado palestino tienen que proseguir tomando medidas a favor de la seguridad en sus territorios para dar garantías a Israel", dijo el presidente norteamericano al mandatario de Cisjordania.La administración norteamericana ya se lo dijo al primer ministro israelí la semana pasada cuando pasó por la Casa Blanca. Como dijo un periodista norteamericano, Mr. `si, se puede´ se las vio con el Sr. `no, de ninguna manera´, y efectivamente Netanyahu y Obama no llegaron a acuerdo alguno. Si bien a la vuelta a Israel, Netanyahu ordenó como gesto de buena voluntad el derribo de dos minúsculos complejos de viviendas, la posición oficial del intransigente gobierno sionista permanece incólume: la ampliación de los asentamientos continuará de acuerdo con el “crecimiento natural” de la población de los mismos. El crecimiento de las colonias significa también el corrimiento del muro de 7 metros de alto que separa colonos de los palestinos y el estrangulamiento de los corredores que unen una parte de de los enclaves árabes con otros. Ahora mismo Cisjordania es un archipiélago cada vez más disperso.El presidente norteamericano iniciará el próximo miércoles su primera gira por Oriente Medio para lanzar lo que será uno de los grandes planes en política internacional de su mandato. El declive estratégico de la superpotencia, la retirada de Irak, el programa nuclear iraní y la peligrosísima deriva de Afganistán y Pakistán obligan a Washington a buscar una estabilización perdurable en la región so pena de ser expulsados de la misma. Y tal proyecto implica necesaria y obligatoriamente la paz palestino-israelí, imposible sin la creación de un Estado palestino y sin el desmantelamiento de las colonias judías en Cisjordania.Obama se entrevistará con dos piezas claves de su plan: Egipto y Arabia Saudí, las dos cabezas más prominentes de las burguesías árabes. Egipto y su presidente Hosni Mubarak han demostrado –en la pasada guerra de Gaza especialmente- tener una capacidad diplomática notable en Oriente Medio, tanto en los que se refiere a su mediación entre palestinos e israelíes como a su patrocinio de la reconciliación Fatah-Hamás, procesos ambos claves para EEUU. Arabia Saudí y su monarca Abdullah son el apoyo árabe más importante de EEUU en la región, merced a su liderazgo de las naciones petroleras del golfo. La diplomacia de Obama y Clinton ha rescatado la propuesta saudí de 2002: la solución de los dos Estados y el desmantelamiento de las colonias a cambio del reconocimiento del Estado de Israel por parte de todas las naciones musulmanas desde el Atlas a Filipinas. EEUU tiene un argumento de peso: el programa nuclear iraní y el imparable avance de su influencia en la zona, algo que inquieta casi a la par a la superpotencia, a Israel y a las burguesías árabes. Sin una coalición amplia de los anteriores, no se podrá contener a Teherán ni disuadirlo de su carrera nuclear, dice Washington. Los líderes árabes ya están convencidos. Veremos si el carismático líder norteamericano es capaz de convencer a las masas del mundo islámico de que EEUU no es una amenaza en su esperado discurso de El Cairo. En el terreno de los gestos el nuevo emperador es un consumado experto, pero las décadas de humillaciones hegemonistas no se borran con un discurso.

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