EE UU y su negra historia en Honduras

EE UU y su papel en el golpe

La batalla entre Zelaya y sus oponentes pone de frente a un presidente apoyado por sindicatos laborales y organizaciones sociales en contra de una élite polí­tica corrupta, con conexiones al narcotráfico, que opera al estilo de una mafia y que está acostumbrada a escoger no solamente a la Corte Suprema y al Congreso, sino al presidente también. Es una historia recurrente en Latinoamérica, y Estados Unidos casi siempre ha estado detrás de las elites oligarquicas. En este caso, Washington tienen una relación muy cercana con el ejército hondureño, desde hace ya décadas

Los años 80 son tiemos de guerra frí­a. Los Estados Unidos insisten en la lucha contra Cuba y también contra Nicaragua que busca su autonomí­a a través de la revolución sandinista. Y así­, con el mismo viejo discurso de combatir al comunismo, Jimmy Carter manda a Honduras sus «boinas verdes», para ayudar en la defensa de las fronteras, una vez que el paí­s tiene lí­mites con Nicaragua. Además, EEUU muerde más de tres millones de dólares por la venta de armas de alquiler de helicópteros. La verdad, lucran y todaví­a usan el ejército hondureño para realizar numerosas matanzas de refugiados salvadoreños y nicaragüenses.Es allí­, en Honduras, que, con el apoyo de la CIA, se lleva a cabo el entrenamiento de los contras que, durante años, asolaron a la revolución sandinista y al propio gobierno revolucionario. Era el tiempo en que un batallón especial liderado por un general hondureño anticomunista, promueve masacres contra lí­deres de la izquierda de toda la región. Y así­, durante toda la década, a pesar de los escándalos polí­ticos y cambios de mando, la «ayuda» estadounidense a los generales de guardia siempre se mantuvo impávida con millones de dólares siendo invertidos en los campamentos de los contras, que sumaban más de 15 mil soldados.Es en ese contexto donde aparece uno de los personajes mas siniestros de la diplomacia norteamericana en Latinoamérica, el virrey Negroponte, con ayuda de la CIA, contribuyó a crear el Batallón 316 que secuestró, martirizó y exterminó a cientos de patriotas hondureños. Negroponte puso en contacto a traficantes de armas con militares hondureños y logró que el presupuesto de la ayuda militar norteamericana a Honduras creciera de cuatro a setenta y siete millones de dólares anuales. Negroponte ha sido denunciado como responsable de violaciones de derechos humanos, por funcionarios de su propia misión diplomática. Negroponte negó tener conocimiento sobre la suerte corrida por 32 monjas salvadoreñas que se habí­an refugiado en Honduras, tras el asesinato del obispo Oscar Romero. Luego se supo que las monjas habí­an sido secuestradas, violadas y lanzadas desde helicópteros, todo lo cual era del conocimiento y probable intervención de Negroponte.Negroponte colaboró estrechamente con el jefe del ejército hondureño, general Gustavo Álvarez Martí­nez en la consolidación del terrorismo de Estado, de la desaparición de centenares de hondureños y salvadoreños, en la tortura, interrogatorio y asesinato de patriotas que solamente deseaban ver a su paí­s libre del dominio extranjero y de la opresión de la oligarquí­a nacional.En su momento el Senador estadounidense John Kerry demostró que el Departamento de Estado habí­a pagado 800 mil dólares a cuatro compañí­as de aviones de carga pertenecientes a grandes narcos colombianos para que transportasen armas para los grupos que Negroponte organizaba y apoyaba en Honduras. Estos pilotos testificaron bajo juramento confirmando las declaraciones de Kerry. La propia prensa estadounidense informó que Negroponte estuvo ligado al tráfico de armas y de drogas entre 1981 a 1985 con el objeto de armar a los escuadrones de la muerte, pero nada interrumpió su carrera. Esas fuerzas armadas son las que hoy depusieron a Zelaya.No está demás recordar que las fuerzas armadas de Honduras fueron completamente reestructuradas y «re-educadas» durante los años ochentas cuando el Embajador de EEUU en Honduras era nada menos que John Negroponte y funcionaba a pleno rendimiento la universidad de asesinos y golpistas denominada por el pentágono con el eufemismo de «Escuela de las Américas». Donde se educaban todas las elites militares de Latinoamérica. Creer que los militares, los polí­ticos y la oligarquí­a hondureña actúan por su cuenta en un paí­s que lleva siendo el cortijo y portaviones norteamericano decadas es, del todo obtuso. Son demasiados y demasiado poderosos los ví­nculos de dependencia y subordinación que unen a generales, polí­ticos y a la oligarquí­a bananera de Honduras con el Pentágono, la CIA y la Escuela de las Américas como para pensar algo distinto. Una situación preocupante y degradable para la nueva administración Obama, en la que seguramente, los halcones de Washington que no por perdedores en las elecciones se han desactivado, le han dejado un regalito radioactivo justo en la lí­nea de flotación de su nueva estrategia hemisférica. Pero esto no altera la sustancia del asunto. Si no ha sido la lí­nea Obama quien ha propiciado el golpe, ahora sí­ está obligada a tomar posición ante él. Condescender con los golpistas dándoles tiempo a que se consoliden de una u otra forma en el gobierno, o utilizar los múltiples mecanismos de intervención que posee para obligarles a retirarse y reponer al presidente legí­timo. Con su acción inducida, los golpistas hondureños -o para ser más exactos, las fuerzas del hegemonismo yanqui que están detrás de ellosTras el golpe de estado, el gobierno de Obama afirma que intentó disuadir al ejército hondureño para que no tomara esta acción. Serí­a interesante saber cómo se llevaron a cabo estas discusiones. ¿Será que los funcionarios del gobierno dijeron, «Ustedes saben que tendremos que decir que estamos en contra de una movida como ésa si la llevan a cabo, porque todo el mundo lo hará»? O será que más bien dijeron, «No lo hagan, porque haremos todo lo que esté a nuestro alcance para revertir cualquier tipo de golpe»? Las acciones del gobierno desde que ocurrió el golpe apuntan a algo más parecido a lo primero, sino hasta peor.El hemisferio ha cambiado substancialmente desde el golpe venezolano de abril de 2002, con otros once gobiernos de izquierda siendo elegidos posteriormente. Un conjunto entero de normas, instituciones y relaciones de poder entre el Sur y el Norte en el hemisferio han sido alteradas. El gobierno de Obama enfrenta hoy a vecinos que están mucho más unidos y mucho menos dispuestos a ceder en cuestiones fundamentales de democracia. Es por eso que la secretaria de Estado Clinton probablemente no tendrá mucho espacio de maniobra. Sin embargo, la ambivalencia del gobierno será notada en Honduras y muy probablemente podrí­a motivar al gobierno de facto a que intente aferrarse al poder. Eso podrí­a ocasionar muchos daños. El asalto militar a la democracia hondureña representa la primera prueba de fuego, en el ámbito hemisférico, para la nueva» diplomacia inteligente» de la administración de EE UU.

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