La redefinición geopolítica y militar de la región resulta, para Estados Unidos, mucho más importante que la eterna persecución de un fantasma llamado Osama Bin Laden, o el destino de un pedacito de tierra llamado Cachemira. Sin la mano dura de Musharraf, atacado por un vacío de poder ascendente, metido en un espiral de crisis económica, y con una escalada imparable de violencia y atentados en las grandes ciudades, Pakistán, un resorte geopolítico-militar clave en la estrategia regional de Washington y un aliado invalorable en el marco de la disputa con Rusia e Irán, comienza convertirse en un dilema difícil de resolver para EEUU. Obama veladamente deja la puerta abierta a una posible intervención militar de Washington en Pakistán. Ante la visión que desde los estrategas de la Casa Blanca se da de Pakistán como un «Estado Fallido», la opción de la posible balcanización de Pakistán, toma cada vez más fuerza. Cosa que la India apoyaría con entusiasmo.
El residente norteamericano cree que, por ahora, las autoridades paquistaníes son capaces de garantizar la seguridad del arsenal nuclear con que cuenta ese país, pero, en una conferencia de prensa celebrada en la noche del miércoles, dejó la puerta abierta a una intervención directa de parte estadounidense en el caso de detectarse un peligro inminente de que ese armamento pudiera caer en manos de los «radicales». En las últimas semanas, funcionarios del gobierno de Obama, generales del Pentágono, y antiguos estrategas de EE.UU. como Henry Kissinger y Zbigniew Brzezinski han sugerido repetidamente que ese Estado con armas nucleares de 170 millones de habitantes podría pronto despedazarse siguiendo líneas nacionales-étnicas o caería en gran parte, si no en su totalidad, bajo el control de fundamentalistas islámicos contrarios a EE.UU.Nacido de la partición, instigada por los británicos, del subcontinente indio, Pakistán es ciertamente acosado por múltiples crisis interconectadas – crisis que las rapaces políticas del imperialismo de EE.UU. exacerban enormemente.Decidido a imponerse en la guerra afgana, para afirmar la dominación en Asia Central, Washington exige que Islamabad subordine cada vez más sus intereses a los de EE.UU. Para la elite paquistaní esto representa una doble amenaza: las políticas que EE.UU. ha impuesto a Pakistán son muy impopulares, desacreditando aún más a un sistema político corrupto y fundamentalmente antidemocrático y alimentando el descontento social; también están en conflicto con importantes elementos de la estrategia de Pakistán para enfrentar a su archirrival India.Washington insiste en que los militares paquistaníes pongan las regiones fronterizas del país bajo una ocupación militar cada vez más dura. Los métodos brutales de pacificación, que los militares paquistaníes han empleado en repetidas ofensivas en las Áreas Tribales bajo Administración Federal (FATA, por sus siglas en inglés) sólo han enardecido a la población local, atizada el nacionalismo pastún, y causado serias divisiones dentro de las filas del ejército, muchos de cuyos soldados proceden del campesinado pastún.Washington también apoya plenamente las medidas dictadas por el FMI para «estabilizar» la economía paquistaní, incluida la eliminación de los subsidios a la energía, los recortes a los gastos sociales, y la privatización, lo que sólo aumentará los sufrimientos de los trabajadores del país.Hillary Clinton, en su testimonio en el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara del miércoles pasado, hizo una referencia indirecta al orden social brutalmente desigual que EE.UU. ha ayudado a mantener en Pakistán y que ayuda a alimentar la insurgencia anti-EE.UU. y contra el gobierno en la región fronteriza empobrecida vecina a Afganistán. «El gobierno de Pakistán,» dijo Clinton, » debe comenzar a cumplir con los servicios gubernamentales, de otra manera van a perder ante los que se presentan y afirman que pueden resolver los problemas de la gente»»Estoy seriamente preocupado por la situación en Pakistán, no porque crea que van a ser inmediatamente derrocados y que los talibanes van a tomar el poder», dijo Obama. «Estoy más preocupado porque el Gobierno es muy frágil y no parece con capacidad para proveer los servicios básicos: escuelas, salud o un sistema judicial que funcione para la mayoría de la población».La expansión de Al Qaeda, los talibanes y otras organizaciones afines en la región de Suat se explica en parte por la estrategia de esos grupos de preocuparse por las necesidades básicas de la gente y concederles la asistencia que no encuentran en el Gobierno. Pakistán, que durante décadas ha orientado sus prioridades en materia de seguridad hacia India, se resistía a lanzarse a una ofensiva que le obligaría a distraer recursos militares de su frente tradicional. Recientemente, y ante la insistencia de Washington, el Ejército paquistaní ha puesto en marcha, sin embargo, varias operaciones para recuperar terreno bajo control Talibán.Obama ha tomado nota de ese cambio en un sentido favorable. «En los últimos días», señaló el presidente, «estamos empezando a ver cierto reconocimiento de que la obsesión con India como la amenaza mortal a Pakistán ha sido equivocada y que su mayor amenaza en estos momentos viene desde adentro».La elite paquistaní, mientras tanto, está amargamente resentida por la floreciente cooperación estratégica entre EE.UU. e India. Esa cooperación ha significado un aumento de las ventas de equipamiento militar avanzado a India y que Washington haya levantado un embargo del comercio nuclear civil internacional con India, lo que permitirá a India la concentración de los recursos de su programa nuclear en el desarrollo de armas.Funcionarios del gobierno de Obama han exigido repetidamente que Islamabad trasfiera tropas de su frontera oriental con India a las regiones fronterizas con Afganistán, mientras repudian públicamente sugerencias anteriores de que podrían presionar a India para que haga concesiones a Pakistán respecto a Cachemira.Para disgusto de Islamabad, India, con pleno apoyo de Washington, ha emergido como un proveedor crucial de ayuda económica y entrenamiento militar al gobierno afgano impuesto por EE.UU. En una declaración que sólo puede haber enfurecido a la elite paquistaní, Clinton afirmó que India juega un papel esencial en la ayuda a EE.UU. en Afganistán y Pakistán. «EE.UU.,» dijo al Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara, «progresa en su relación con India como parte de una amplia agenda diplomática para enfrentar los sobrecogedores desafíos coronados por la situación en Pakistán y Afganistán.»