Informe sobre Inclusión social en España 2009

Educando en tiempos revueltos

El informe sobre Inclusión social en España 2009 presentado por Caixa Cataluña trata la salud y la educación para dibujar el perfil de las personas más vulnerables y las causas y circunstancias de la exclusión social. El estudio, desarrollado junto con el Instituto de Infancia y Mundo Urbano (CIIMU), se enmarca dentro de las investigaciones iniciadas sobre la inclusión en el año 2001. En el capí­tulo sobre educación, las conclusiones apuntan ní­tidamente a la relación entre el todaví­a alto í­ndice de fracaso escolar y las familias con menor nivel económico.

Fracaso escolar Bajo la etiqueta de “fracaso” subyacen realidades distintas, que tienen que ver con el abandono educativo sin titulación. Diferencia a las ersonas que abandonan los estudios sin el título de la educación secundaria obligatoria de los que no disponen de estudios postobligatorios. Un 7,3% de los jóvenes (15% cuando se trata de inmigrantes no europeos) entre los 18 y 24 años no tiene el título de ESO ni sigue ningún tipo de formación, lo cual les convierte en un grupo muy vulnerable en la exclusión social y la pobreza. Pero el fracaso escolar más extendido se da en un 31% de los jóvenes de 18 a 24 años (44% si se trata de inmigrantes no europeos) que no tienen titulación secundaria postobligatoria y no siguen estudiando (datos del Ministerio de Educación y Ciencia de 2007). Aunque el progreso desde los 90 es considerable España sigue ocupando puestos muy atrasados en cuestión de abandono educativo prematuro.También las familias monoparentales presentan un riesgo más alto de pobreza y se asocian a mayor fracaso escolar y peores rendimientos De la precariedad a la pobreza El abandono prematuro, la falta de estudios o el analfabetismo van asociados a situaciones de precariedad económica o laboral. El que personas con bajos niveles educativos consigan una integración social plena y no padecen los efectos acumulativos de la exclusión es, con la crisis, cada vez más difícil. La población menor de edad de origen inmigrante, en las que se presentan cifras de fracaso escolar alarmantes, presenta tasas de pobreza inusualmente altas. Hasta el 52% de las personas menores de 16 años viven en un hogar en situación de pobreza. También las familias monoparentales presentan un riesgo más alto de pobreza y se asocian a mayor fracaso escolar y peores rendimientos. La causa no es la monoparentalidad per se, obviamente, sino las condiciones socioeconómicas que la suelen acompañar. Herencia generacional El logro educativo se transmite intergeneracionalmente. La educación es, según el informe, el mecanismo principal de reproducción intergeneracional de las desigualdades sociales. El nivel educativo de los padres es el factor explicativo más importante del logro educativo de los hijos/as, así como de su posición socioeconómica cuando son personas adultas. Los estudiantes cuyos padres tienen bajo nivel educativo obtienen sistemáticamente peores resultados en los tests que realiza el estudio PISA en todos los países de la OCDE. En matemáticas, por ejemplo, su puntuación es, por término medio, 62 puntos menor que la de los estudiantes cuyos padres tienen estudios superiores (lo que equivale a un año y medio de educación). Por tanto, el riesgo de fracaso educativo depende del nivel educativo máximo alcanzado por los padres. Los resultados son contundentes: la vulnerabilidad educativa severa es prácticamente inexistente en las familias donde el padre o la madre tienen educación superior. La vulnerabilidad moderada es 5,6 veces más alta en los hogares donde el padre tiene estudios primarios que en los que tiene estudios superiores y 11,2 veces mayor cuando es la madre la que tiene estudios primarios. La clase social determina así, como un pez que se muerde la cola, su propia reproducción. Es cada vez más difícil dar un salto de clase. La elitización de la educación, la segregación entre una educación de alta calidad para los destinados al éxito social y una de baja para los que no tienen posibilidades se abre paralela al abismo social El abismo social El abismo social se abre y el proyecto de un país sin grandes necesidades de formación superior por falta de proyecto de desarrollo industrial y tecnológico propio, como es el nuestro, reproduce inevitablemente el problema del fracaso escolar. Y más para salir de la crisis: “Todo ello pasa por contratar mano de obra cualificada, preparada para manejar las nuevas tecnologías, trabajar en las nuevas condiciones de flexibilidad que exigen los mercados y generar valor añadido a través de la innovación. En la mayoría de los países desarrollados el crecimiento del empleo se ha producido en ocupaciones que exigen un alto nivel de cualificación. Por el contrario, las mayores reducciones de empleo han tenido lugar en sectores con alta representación de trabajadores poco cualificados.” En épocas de bonanza económica se ha podido percibir como un mal menor. Al fin y al cabo para ser camarero o albañil no hace falta dar formación en humanidades ni grandes conocimientos de física. Pero, con la crisis, con la destrucción de tejido productivo, la falta de titulados se convierte en un gran lastre (si es que el país se propone necesitarlos). La elitización de la educación, la segregación entre una educación de alta calidad para los destinados al éxito social y una de baja para los que no tienen posibilidades se abre paralela al abismo social, el que separa a los propietarios de los grandes capitales y a los trabajadores. Aunque el camarero sepa internet…. El punto de partida con el que el informe inicia su estudio sobre educación es ilustrativo de que el reto que se propone el sistema educativo no es posible en un país como España. “En el debate público”, afirma, “tanto en España como en otros países, se ha extendido la idea de que, por un lado, el bienestar futuro de los jóvenes y de los trabajadores, y por otro, la competitividad del país en la economía global, vendrán determinados por la capacidad colectiva de mejorar el acceso a la información y el conocimiento. El nuevo contexto de las sociedades de la información y el conocimiento, el gran reto de los sistemas educativos es conseguir colocar el máximo número de jóvenes y personas adultas en situación de participar activamente en espacios productivos y sociales que están cambiando rápidamente, dotándolos de nuevas habilidades y competencias para adaptarse de forma eficaz a esos cambios (…) La globalización y el desarrollo tecnológico están incrementando la demanda de trabajadores cualificados. Para competir internacionalmente en la nueva economía, las empresas se ven empujadas a incorporar nuevas tecnologías y alcanzar mayores niveles de eficiencia y productividad. En la nueva economía, incluso muchos empleos que tradicionalmente demandaban bajos niveles de competencias, reclaman hoy habilidades que se adquieren fundamentalmente en el sistema educativo (como es el uso de las nuevas tecnologías de la comunicación). En este contexto, la brecha social entre las personas con niveles de educación bajos y la población en general se ensancha, incrementando los riesgos de exclusión social.” En España, si ahora para tener más posibilidades hay que aprender internet, bien. Pero eso en sí, tan sólo nos hará camareros y albañiles con conocimientos de internet.

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