Música

Dulce Lusitana

Considerada como una de las mejores voces de Portugal, Dulce Pontes ha vuelto ha sorprender con un coqueteo musical que puede que traiga embarazo y bautizo.

Evidentemente no se trata de la vida ersonal de la cantante de fados, sino del camino emprendido en su nuevo directo que, como siempre, es un pequeño atrevimiento experimental. "Nunca hago una gira igual a otra", para Dulce Pontes el directo tiene "un gran balón experimental", y cada concierto es "único". Versátil y camaleónica, la fadista heredera de Amalia Rodrigues, tiene acostumbrados a sus fans a cambios inesperados y originalidad repetitiva, vamos, que no se repite. Pese a que se mueve entre varias aguas y maneja varios proyectos la prioridad la tiene el directo, la experimentación que le permite nadar entre sonidos que sabe manejar como pociones de alquimia musical. “En definitiva, el mío es un proceso que consiste en que yo no busco el repertorio, sino que el repertorio me encuentra a mí.” En esta ocasión Dulce Pontes vuelve a embarcarse en el folclore y “el cante de raíz”. En el vigésimo aniversario del inicio de su carrera musical, Pontes volvió a sus raíces con una recopilación de instantes especiales vividos en el escenario durante estas dos décadas, momentos "únicos e irrepetibles, en los cuales también encontraremos versiones de algunos de sus temas más conocidos", explicaba Pontes en la presentación de su nuevo trabajo el pasado abril en Sevilla. Pero la artista lusitana siempre presenta temas inéditos, que en su día quedaron guardados en un cajón. Dulce Pontes, considerada como una de las mejores voces del panorama musical portugués, se distingue principalmente por su versatilidad y dramatismo. Camaleón de tierras lusitana contribuyó al renacimiento del fado durante los años 90. En el próximo Badasom, el festival de Badajoz de flamenco y fados, en la jornada del 14 de julio, a partir de las diez de la noche en el Auditorio Ricardo Carapeto, el fado de Dulce Pontes, compartirá escena con el guitarrista flamenco cacereño revelación, el joven Javier Conde. Dicen que un día se le escuchó a Saramago: “Silencio, se vai a cantar o fado”. Esta es la frase que preanuncia una de las manifestaciones más intensas de la música popular. La que desgrana nostalgia, tristeza, melancolía, en contrapunto de voz y guitarra clásica y portuguesa. Se canta con los ojos cerrados, se abre el pecho, se estira la garganta, y se deja salir la voz desde el corazón… pese a las heridas abiertas por su falsa vinculación con la dictadura, tan breve secuestro en su historia no mata un “destino”, el de la iberia melancólica y dolida, el del corazón desgarrado.

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