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Draghi evita tomar decisiones pese a detectar riesgos

Menos mal que existe Wall Street. Si los mercados todavía significan algo, su mensaje de ayer fue muy claro. No se puede confiar para salir de la crisis en el Banco Central Europeo. Su inoperancia volvió a llevar a los índices bursátiles a números rojos. La buena reacción de la bolsa de Nueva York a los datos internos logró hacer cambiar el signo negativo antes del cierre de las bolsas europeas. El crédito sigue sin llegar a la economía real. La opinión de la comunidad financiera ha sido de incredulidad. Parece no tener sentido que, ante las dudas, la única decisión sea la de no hacer nada. Incluso resulta una broma de mal gusto la declaración del presidente del BCE de que «las cosas pueden cambiar a peor, quedar como están o mejorar». Para esta reflexión no hace falta ser Mario Draghi.

Al menos ha admitido que han discutido mucho sobre lo que hay que hacer, pero ante la falta de acuerdo quieren esperar a saber más y tener información adicional. Lógico que haya aparecido de nuevo la intranquilidad. Pero tras confesar que no está tranquilo ante la posibilidad de que se instaure una situación de baja inflación durante un período prolongado, al final en el BCE no han adoptado ninguna de las decisiones de las que hablaban los expertos sobre todo la de finalizar con la esterilización de las compras de deuda, dado que el temor inflacionista ha desaparecido. O la de flexibilizar los niveles de capital necesarios para dar más créditos. Nada de nada.

El Presidente del Banco Central Europeo reconoce el riesgo de recaída de la economía europea, pero no ha logrado convencer a los miembros del consejo de Gobierno del BCE para que adopten nuevas decisiones para estimular el crecimiento. Sus palabras durante la rueda de prensa han sido muy preocupantes. Ha asegurado que «los cambios en las condiciones en los mercados financieros mundiales y las incertidumbres relacionadas, sobre todo con las economías de mercado emergentes, pueden tener el potencial de afectar negativamente a las condiciones económicas».

Ha añadido que la entidad observa la volatilidad actual en las economías emergentes y que las consecuencias para el crecimiento global serán muy diferentes si se trata de un fenómeno pasajero o si va a mantenerse. Pese a caer la inflación del 0,8 % al 0,7 %, caída que llevó en el mes de noviembre a bajar los tipos, ha asegurado que ahora la situación es muy diferente.

La diferencia fundamental es que en aquella ocasión de noviembre el representante alemán admitió tomar una decisión y ahora las cosas han cambiado. Temerosos los alemanes de que una política monetaria menos restrictiva pueda hacer darse la vuelta al control de los precios han acabado imponiendo su criterio.

Porque el presidente del BCE casi ha repetido los mismos argumentos que le valieron hace tres meses para bajar los tipos al mínimo histórico del 0,25 %, pare decir ahora que no hacían nada. Quien no lo iba a decir además a los españoles. La tasa de inflación de enero ha sido más baja de lo que se esperaba por «la evolución de los precios de la energía». Pero si pagamos la electricidad más cara del mundo y en los precios de las gasolinas nos acercamos cada vez más a los precios más altos.

El resultado más evidente de la reunión de este consejo de Gobierno del Banco Central Europeo es que sus miembros no parecen cómodos a la hora de arbitrar medidas para combatir la deflación. Siempre por el temor y el poder del Bundesbank que ha acabado imponiendo su criterio frente al consenso de los economistas de que bajara el precio del dinero 15 puntos básicos hasta el 0,1 %. Además la apreciación inmediata del euro frente al dólar viene a sumar otra dificultad añadida a la recuperación europea que verá por una parte como se añaden dificultades sus exportaciones y por otra como los precios deflacionistas de la energía caen más.

Es una decisión que solo debe durar un mes. Tienen tiempo hasta la reunión del próximo mes de marzo para recabar los informes y los datos que necesiten. Pero los expertos señalan que por primera vez desde que llegara a la presidencia del BCE, Draghi ha dado muestras de no controlar las decisiones y de no transmitir con claridad sus mensajes a los mercados. No es lo que se espera del BCE ni de su presidente.

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