Azpeitia y Mondragón

Dos varas de medir para Ibarretxe

«Si algún español que estuviera, por ejemplo, ahogándose en la rí­a, te pidiese socorro, contéstale: Nik estakit erderaz (Yo no entiendo el español)». (Sabino Arana. Bizkaitarra n° 29. 30 de junio de 1895). «El que no se sienta nacionalista ni quiera a lo suyo no tiene derecho a vivir». Xavier Maqueda, senador del PNV.

Todavía resuenan los gritos de Roman Sudue, diputado general de Guipúzcoa por el PNV, cuando ETA asesinó a José María Korta, presidente de la patronal guipuzcoana, nacionalista y cercano al PNV: “Han matado a uno de los nuestros”.No se había visto a un miembro de la dirección del PNV tan indignado ante un asesinato de ETA. Y es que esta vez habían matado “a uno de los nuestros”, a un nacionalista, a un simpatizante del PNV.Dos tipos de víctimas: los que son “de los nuestros” y los que “son de fuera”. Dos reacciones muy distintas por parte del PNV.Conviene recordar estas palabras para entender por qué la dirección del PNV ha removido cielo y tierra, ha utilizado todos sus resortes de poder, para desalojar a ANV de la alcaldía de Azpeitia, después de que ETA asesinara en esa localidad a Ignacio Uría… mientras que mantiene una indignante pasividad ante la presencia de un alcalde de ANV en Mondragón, donde la banda terrorista mató a Isaaías Carrasco.Azpeitia es un tradicional feudo del PNV, partido mayoritario en todas las elecciones, aunque en los últimos comicios un pacto entre EA y ANV le arrebatara la alcaldía.La moción impulsada por el PNV, y que ha desalojado a ANV de la alcaldía de Azpeitia, es calcada a las que, con voluntad política de las fuerzas democráticas, se podrían llevar a cabo en otras localidades del País Vasco y Navarra. Pero en esos lugares los nacionalistas vascos no quieren hacer lo propio. Y la ilegalizada ANV gobierna todavía en 42 ayuntamientos.En Mondragón, donde ETA asesinó a Isaías Carrasco, los nacionalistas siguen permitiendo el gobierno de los cómplices de los terroristas. Y es que, para Ibarrretxe, Arzallus o Eguibar, siguen existiendo, como predicaba Sabino Arana, dos varas de medir.Ignacio Uría, empresario asesinado por ETA, era un destacado miembro de la comunidad nacionalista.Sin embargo, Isaaías Carrasco, concejal socialista asesinado en Mondragón, no era “de los nuestros”. Pertenecía a esos “españoles” a quienes Sabino Arana conminaba a dejar morir ahogados… o a quienes, por no ser nacionalistas, el senador peneuvista Xavier Maqueda considera que “no tienen derecho a vivir”.Por eso en Azpeitia, la dirección del PNV se ha levantado indignada bajo el grito de “han matado a uno de los nuestros”. Mientras que en Mondragón, los jelkides etnicistas permanecen impasibles.

Deja una respuesta