Dos modelos de energía antagónicos

No hace mucho, España estaba a la cabeza de las energías fotovoltaicas (luz solar), siendo en 2008 el segundo mayor productor de energía de todo el mundo, con un 23,6% de la energía que se producía globalmente. Actualmente, sólo producimos el 2,36% de lo que se produce en el planeta, lo que nos coloca a la cola de las grandes potencias.

Antes sólo nos superaba Alemania. Ahora lo hacen también China, EE.UU, Japón, Reino Unido, Italia y Francia. Y no es que hayamos dejado de ser competitivos en un sector en donde nosotros, el país del Sol, tenemos una clarísima ventaja natural. Es una decisión política, la decisión de dejar de apostar por un modelo energético, que es el que claramente apuestan las principales potencias del mundo, por otro modelo anclado en el pasado.

El Pleno del Consejo de Seguridad Nacional (formado por tres miembros del PP y dos del PSOE) acaba de aprobar recientemente el alargamiento de la vida de las centrales nucleares hasta los 60 años (frente a los 40 que se habían propuesto previamente). La exministra socialista Cristina Narbona, la única que no votó a favor en ese pleno, denuncia que el borrador aprobado es una copia de la propuesta hecha directamente desde las principales eléctricas del país.

Ambas noticias están claramente relacionadas, pues muestran el camino que se pretende seguir frente al camino que se ha seguido hasta entonces y se pretende abandonar. Por un lado, tenemos el camino de las nucleares. Un modelo contaminante, caro, inseguro y que nos hace dependientes del exterior (en cuanto que la mayoría de este tipo de energía es comprada a las nucleares francesas). Por otro lado, tenemos el camino de las energías renovables, con las fotovoltaicas a la cabeza. Un modelo no contaminante, barato, competitivo, seguro y que además, nos permitiría avanzar en la autosuficiencia y romper con los anclajes de la dependencia energética exterior que no sólo asfixia nuestros bolsillos sino que nos impide desarrollarnos industrialmente.

Tomar uno u otro camino es una decisión política. Las principales potencias ya han tomado una decisión y han tomado el camino que ven más rentable, competitivo y seguro.

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