Una nueva estructura regional de seguridad que incluye a varios países: Arabia Saudí, Turquía, Siria e Irán. Y de ellos, el primero y el último son los más activos.
Irán realizó dos oeraciones estratégicas para dejar patente su posición de potencia regional con la aquiescencia de Rusia. La primera, la consolidación de su alianza con Siria en todos los aspectos: económicos, políticos, culturales y militares. En virtud de estos últimos, los dos países se comprometen a apoyarse mutuamente en caso de ataque de Israel o de los EEUU.La segunda, la puesta en marcha su proyecto de enriquecimiento de uranio, suspendido desde noviembre de 2003 a raíz de un acuerdo suscrito con Alemania, Gran Bretaña y Francia aduciendo que los europeos no habían cumplido los compromisos firmados entonces. Una decisión de este calado no la hubiese tomado si Rusia se hubiese opuesto, pero el gobierno de Putin veía en esta decisión la oportunidad de construir reactores nucleares e ingresar en sus arcas miles de millones de dólares.Los EEUU están comenzando a perder influencia en la zona como consecuencia de su incapacidad para hacer avanzar el proceso de paz árabe-israelí. Por esta razón, y para cuidar su propia estabilidad, los países árabes, con los saudíes a la cabeza, desempolvaron un viejo plan de 2002 para lograr la paz y lo presentaron al Consejo de Seguridad con la intención de que sirviese de base para una solución definitiva.Una nueva estructura regional de seguridad que incluye a varios países: Arabia Saudí, Turquía, Siria e Irán. Y de ellos, el primero y el último son los más activos moviendo sus piezas en el tablero regional. Saudíes e iraníes han mantenido contactos al más alto nivel para solucionar la crisis de Líbano y se han enzarzado entre sí en una lucha sorda por el control de la zona.Así, los saudíes han apadrinado el gobierno de unidad nacional palestino para quitar a los iraníes la baza del apoyo exclusivo a Hamás mientras que los iraníes, por su parte, han decidido contraatacar sacando del ostracismo a Libia, reuniéndose con el emir de Kuwait y presentar su programa nuclear como una opción del mundo islámico reprochando a los países árabes el hecho de que durante años hayan estado poco menos que mudos ante el poderío nuclear israelí y ahora se muestren tan temerosos frente a los planes nucleares de un país musulmán que proclama a todos los vientos que son pacíficos.Personajes como Zbigniew Brezinski, ex Consejero de Seguridad Nacional, y Richard Hass, asesor de Bush, han coincidido en que «el dominio estadounidense exclusivo en Oriente Próximo terminó» y que ha empezado una nueva era. Por diferentes caminos, ambos coinciden en señalar que «una nueva era ha comenzado en la historia moderna de la región, en la que la hay que tener en cuenta la preponderancia de las fuerzas locales, frente a los actores externos.