En los últimos meses los asesinatos, atentados contra cargos públicos y candidatos, y la incapacidad del Estado mexicano para controlar el narcotráfico en seis de los treinta y dos estados de la República ha traído un debate en torno a la «descomposición» del Estado. ¿Qué es lo que ocurre en México?
A día de hoy cualquiera entiende cuando se dice que en Italia existen tres Estados y no uno: la Reública, el Vaticano y la Mafia. Algo parecido es lo que podría decirse de las zonas controladas por las FARC en Colombia. En ellas actúan en los hechos como un Estado que asegura los intereses de sus dueños. No es por lo tanto el caso Mexicano un fenómeno extraordinario que corre el peligro de llevar al país a una especie de reinos de taifas del narcotráfico sumidos en la violencia extrema, sino el de la existencia de dos Estados – la oligarquía y el narcotráfico -, al servicio de un mismo amo. A sangre y fuego A principios de Febrero de 2010 ocurrió una matanza de jóvenes en la ciudad fronteriza mexicana de Ciudad Juárez en Chihuahua, a cargo de sicarios, donde fallecieron 13 adolescentes. El 19 de Marzo de 2010, un enfrentamiento entre sicarios, dejó muertos a dos estudiantes en Monterrey, víctimas del cruce de tiros entre dos bandas.El 11 de Junio de 2010, sucedió un ataque contra internos y trabajadores de un centro de rehabilitación contra las adicciones en Chihuahua, en el que estaban internados miembros de la pandilla de “Los Mexicles”, vinculados al Cártel de Sinaloa, que mantienen una guerra con la banda de “Los Aztecas”, ligados al Cártel de Juárez.El 14 de Junio de 2010, doce agentes federales perdieron la vida al ser emboscados, según los medios locales e internacionales, en venganza por detenciones de miembros de La Familia Michoacana. Los agentes fueron emboscados en Michoacán cuando circulaban en una carretera entre dos puentes vehiculares en los cuales estaban apostados los sicarios en varias camionetas abriendo fuego con armas de gran calibre hacia el autobús en el que viajaban, durante media hora, lo que provocó que el vehículo se incendiara.El 28 de Junio de 2010, el candidato Rodolfo Torre Cantú por el PRI, quien era favorito para llegar a ocupar la gobernación del estado mexicano de Tamaulipas fue emboscado y asesinado junto con su comitiva en la Carretera Federal 70 en el tramo Soto La Marina – Ciudad Victoria -. Las primeras investigaciones apuntan a sicarios de Los Zetas.Tras este atentado que provocó un movimiento de repulsa del conjunto del país, el presidente Felipe Calderón señaló al narcotráfico como el principal enemigo del país. Solo los crímenes serían razón suficiente para apoyar esta denuncia, incluso antes de llegar hasta este extremo; en el 2005 un enfrentamiento entre bandas provocó la muerte de 110 personas en apenas tres meses. Pero, ¿quién es el enemigo principal? Un viejo conocidoLa situación que actualmente se está viviendo en México es producto de las íntimas y ocultas relaciones que ha forjado el Estado, desde años atrás, con mafias financieras y empresariales que han permitido, entre otras cosas, aupar al actual presidente, Felipe Calderón, y su gabinete de panistas que han buscado hacer grandes negocios. Una clase política corrompida y criminal en connivencia con los cárteles. El narcotráfico también es un muy lucrativo y excelente negocio. Bancos como Banamex, filial del Citigroup, se ligan al lavado de dinero que desde hace muchos años se ha venido realizando sin mayores problemas. Tan solo el hecho de señalar al narcotráfico como principal enemigo del país manifiesta el grado de vinculación existente entre los cárteles y los principales grupos oligárquicos del país. De hecho actualmente el narcotráfico genera beneficios superiores al 60% del PIB mexicano, hasta el punto que en los centros financieros norteamericanos se habla del PNN – Producto Nacional del Narco -. Una tercera parte de esos beneficios provienen de EEUU. Así, como sustento de una parte de la clase dominante mexicana, la corrupción y el narcotráfico se ha extendido por todos los rincones del Estado, llegando a constituir un Estado paralelo que recauda sus propios impuestos e impone sus propias leyes en las zonas que controla. Parasitismo con denominación de origen Si bien al señalar al narcotráfico como enemigo se busca ocultar quién se beneficia desde las altas esferas, como si se tratase de un espejo para el vampiro, los cárteles son el reflejo de una de las características de una clase dominante que debe entregar la plusvalía del mercado nacional al imperialismo, en este caso, a la superpotencia norteamericana. El gobierno panista, que accedió al poder en las últimas elecciones después de una campaña de denuncias por “golpe de estado electoral” a Lopez Obrador, el candidato progresista, se ha caracterizado por desarrollar una política de entreguismo, aumentando el expolio de los recursos naturales del país y la apropiación de terrenos públicos y parques naturales para su explotación por parte de las multinacionales norteamericanas. A parte de entregar definitivamente el control del sector petrolífero.Tras una larga trayectoria de dependencia de EEUU del bastión más decisivo del poder norteamericano en Centro y Sudamérica, el parasitismo y el fortalecimiento del narcotráfico como sustento económico forma parte de la naturaleza, de la denominación de origen de una parte de la oligarquía mexicana.No debemos tampoco olvidar que a parte de los beneficios que por el blanqueo de dinero y, en forma de comisiones, obtienen los bancos norteamericanos, se ha denunciado desde organizaciones populares y cívicas vinculadas a la denuncia de la actividad de los cárteles en sus estados, las relaciones de la CIA y el Comando Sur del ejército norteamericano con el narcotráfico, como una fuente de financiación “no regulada” para determinadas operaciones.No parece pues que el Estado mexicano tenga interés en la desaparición del narcotráfico, ni fuente de ingresos, ni como un aparato más del que se sirve el imperialismo norteamericano y las clases dominantes del país para defender sus intereses políticos. La política del terrorHace poco entrevistábamos en estas páginas a la periodista chilena Frida Modak, que fue secretaria del presidente Salvador Allende. En la entrevista explicaba como los disturbios tras el terremoto en Chile, de gente a la que no le había quedado nada, ni nada se le había proporcionado tras perderlo todo, habían servido de excusa para militarizar el país volviendo a sacar al ejército a las calles.Algo parecido es lo que pasa en México. Como explica Adán Salgado en un artículo para argenpress: “Y en cuanto a los asesinatos o desapariciones de líderes sociales que defienden los derechos de sus representados o periodistas honestos que tratan de descubrir los sucios negocios de gobierno y mafias, no, ¡nunca se hallan culpables!, y son crímenes que han quedado impunes […] cuando testigos afirman que fueron policías ministeriales.”El Estado mexicano no se descompone, sino que adapta el régimen a las necesidades del momento. El ejército está ya prácticamente en las calles con la justificación de combatir a los cárteles. Recientemente dos mil soldados fueron enviados a Ciudad Juárez. Si la “fallida” victoria de Lopez Obrador, revocada a golpe de fraude fue un aviso, el imperialismo debe tomar posiciones. Perder el control sobre un enclave como México tendría consecuencias terribles para su hegemonía ya en declive