Hugo Chávez y Evo Morales visitan España... mientras Zapatero incrementa las tropas en Afganistán

Dos caminos

Todas las cosas se valoran por comparación. Y estos dí­as, la actualidad nacional nos ha puesto sobre la mesa dos caminos polí­ticos antagónicos, cuya comparación nos obliga a tratar la cuestión fundamental de la cual depende nuestro destino como paí­s. La visita a España de Hugo Chávez y Evo Morales nos ha traí­do la saludable presencia de dos de los más importantes referentes del movimiento antihegemonista que, al conquistar un margen de autonomí­a respecto a Washington, ha revitalizado el mundo hispano, antes irrelevante patio trasero del imperio y hoy un protagonista global a tener en cuenta. Paralelamente, Zapatero hací­a aprobar, en consejo de ministros, la ampliación, en 200 soldados, de las tropas españolas presentes en Afganistán, respondiendo a una de las demandas más apremiantes de Washington.

Dos caminos antagónicos, dos destinos como aís. O rebelarse ante el destino que el emperador impone a sus provincias, o aceptar como inevitable la existencia de un Cesar global y comportarse como corresponde a los vasallos, esperando como mucho que un “emperador bueno” -Obama- nos regale un yugo más suave y soportable. Esta es la contradicción fundamental que decide hoy en día el destino de cada país: luchar por establecer un camino propio, enfrentándose al dominio de la superpotencia norteamericana, o aceptar el dominio del emperador, negociando a lo sumo una mejor colocación entre la pléyade de vasallos. Y este es también el aspecto fundamental que recorre la crisis, determinando que países levantarán la cabeza y cuáles serán arrasados por la recesión. Si China es hoy la locomotora a la que todos miran como referencia para salir de la crisis global, es porque la autonomía política del gigante asiático le permite seguir una doctrina económica que responda sólo a sus intereses nacionales. Durante su visita a España, Evo Morales ha revelado que, gracias a la nacionalización de los hidrocarburos -recuperando la soberanía sobre la principal fuente de riqueza del país, hasta entonces expoliada por los monopolios extranjeros-, Bolivia tendrá superávit fiscal por primera vez desde 1940. En Venezuela, la política social de la revolución bolivariana -destinando los ingresos del petróleo, que antes volaban hacia Washington, a las necesidades nacionales- ha permitido el mayor salto de la historia en las condiciones de vida populares. Por el contrario, España será el país desarrollado que más y durante más tiempo sufrirá las consecuencias de la crisis. Y la respuesta está en la losa que, para el desarrollo del país, representa la dependencia de los centros de poder mundiales. Para ser admitida en los salones mundiales más lujosos, la oligarquía española aceptó de buen grado la emasculación del país: integrándolo en la maquinaria militar norteamericana -que luego nos ha obligado a participar en Irak o en Afganistán-, desmantelando o entregando al capital extranjero los principales sectores productivos… Zapatero llama persistentemente a la puerta del G-8, pero en España se ha impuesto una estructura económica prácticamente semicolonial: con una exagerada dependencia de la afluencia de capital extranjero para financiar el desarrollo -convirtiéndonos en el país más endeudado del mundo-; renunciando a un modelo económico propio y colocando todas las cartas en el boom inmobiliario… El estallido de la crisis ha corrido todos los velos, pasándonos la factura de esa ominosa dependencia del exterior. El único camino para salir de la crisis en buenas condiciones es cuestionar esos lazos de dependencia, y abordar un camino de desarrollo que responsa a los intereses nacionales y populares. La visita de Hugo Chávez y Evo Morales nos recuerda que no hace falta ser un gigante como China para hacerlo. Es suficiente con tener la voluntad política de no tragar con el destino que el emperador impone a sus vasallos.

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