La trama de corrupción del PP

¿Dónde esta el final del ovillo?

Un conocido periódico digital publicaba hace unos dí­as que José Marí­a Aznar contempla sumamente preocupado la evolución de la operación judicial contra la trama de corrupción en el PP, cuyas ramificaciones llegan hasta el entono familiar del ex presidente. Es la prueba de lo que ya nadie duda, que a través de la llamada «Operación Gürtell» se está ventilando de forma interpuesta una agudí­sima disputa polí­tica por el mando del segundo partido nacional. La lista de miembros de la dirección del PP «tocados» por la trama va engordando dí­a a dí­a: Rajoy, Esperanza Aguirre, Francisco Camps, Rodrigo Rato… El último en añadirse a la lista ha sido Álvarez Cascos. ¿Pero dónde está el final del ovillo? ¿Quién es la Garganta Profunda que está accionando el ventilador de los dossieres a escasos dí­as de unas elecciones vascas y gallegas cuyos resultados pueden ser el golpe de gracia al débil liderazgo de Rajoy?

Francisco Correa, rincipal imputado en la trama de corrupción, fue testigo en la boda entre Alejandro Agag y Ana Aznar. López Viejo, consejero madrileño de Deportes fulminado por Esperanza Aguirre por su implicación en la “Operación Gürtell”, formaba parte del “Clan Becerril”, grupo político promovido por Alejandro Agag en Nuevas Generaciones. Y el hoy yerno de Aznar llegó a formar una empresa con Jacobo Gordon, imputado por Baltasar Garzón. El cerco que la “Operación Gürtell” dibuja sobre Aznar, que sigue manteniendo a través de diferentes mecanismos, como las FAES, una sólida influencia en el PP, empieza a ser estrecho. Pero no es el único destacado miembro de la dirección popular amenazado. El liderazgo de Rajoy, cuando el PP contemplaba la oportunidad de recortar distancias con un Zapatero azotado por los efectos de la crisis, se tambalea con dos megaescándalos (la trama de espionaje y la de corrupción) estallados a escasos días de dos importantes elecciones autonómicas en Euskadi y Galicia, que definirán la correlación de fuerzas política en el escenario de crisis. Las ramificaciones de la trama de corrupción golpean de lleno justo a los dos grandes bastiones regionales del PP (Madrid y Valencia), y a otro que Rajoy pretendía recuperar el uno de marzo (Galicia). Aunque indirectamente, a través de su vinculación con Romero de Tejada –padrino político del alcalde de Boadilla, directamente vinculado por el escándalo-, Rodrigo Rato, alternativa en la sombra desde que abandonó la presidencia del FMI, tampoco sale totalmente limpio del escándalo. Y ahora, las ramificaciones de la “Operación Gürtell” salpican también a Alvarez Cascos, a través de los múltiples contactos, durante su etapa como Ministro de Fomento, de AENA con las empresas de Francisco Correa. Nadie oculta que un escándalo como este, cuyos efectos políticos –por su extensión y la importancia de los personajes implicados- pueden compararse con los de una bomba de racimo, no es un simple caso de corrupción. Y está por encima de una lucha interna entre distintos clanes del PP, o de una maniobra del PSOE para desestabilizar a su rival electoral. El PP está desnortado desde que perdió dos de sus principales respaldos: a nivel internacional tras el fracaso de la línea Bush, y en España con un Botín que apuesta claramente por Zapatero. ¿Quién es el muñidor de la trama… y qué cartas esconde?

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