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Donde dije Diego…

Max Mosley, sigue siendo presidente de la FIA, y así­ lo ha querido hacer saber ante la rapidez con la que se firmó el acuerdo en el que se incluí­a su no-renovación como presidente. La guerra no está cerrada, aunque Mosley haya perdido la primera batalla. La FIA por si acaso no ha cesado de arremeter porque mucho es lo que está en juego.

"Al menos hasta octubre soy el residente de la FIA con total autoridad -añade-. Después serán los miembros de la FIA, no usted ni la FOTA, quienes decidirán el futuro líder de la FIA", ha dicho Mosley dirigiéndose al presidente de Ferrari. Parece ser que el acuerdo tiene la misma firmeza que las cuentas de las escuderías: penden de un hilo. De hecho la reacción de Mosley ha sido ante la prontitud con la que la FOTA ha señalado a Michael Boeri como futuro presidente de la FIA, desautorizando a Mosley de ahí en adelante. Tanto es así que hasta había corrido el bulo de que Mosley había sido fulminantemente destituido y desprestigiada su autoridad en cualquier ámbito de la dirección del campeonato y la Federación. Las dentelladas cada vez son mayores, porque, de hecho, cada vez también las pérdidas y dificultades también lo son. Mosley exige una rectificación. Si hace nada la FOTA colocaba entre la espada y la pared hasta el mismísimo Ecclestone, ahora es Mosley el que condiciona la consolidación y concreción de cualquier acuerdo a que las escuderías rectifiquen… y no parece probable. Los que si lo tienen claro son los aficionados. Desde los diferentes foros de Internet hasta abiertamente en el Campeonato de Silverstone, el público solo guarda abucheos para Mosley. Pues lo consideran el principal responsable de la crisis en la Fórmula 1. Y de hecho, así es. Pero no en términos de bueno y malo, forma en la que es imposible aclararse. Sino que, lógicamente, si han de moverse las cosas para que nuevos equipos entren en la competición y participen del suculento pastel que ofrece la Fórmula Uno, hay que romper con las estructuras que se han construido históricamente, basadas en reglas que sostienen a los grandes en un determinado status. Si Mosley quería desplazar el terreno unos metros más allá, tenía que, necesariamente, cuestionar la base material del problema: control por parte de las mega-escuderías con padrinos bastante solventes hasta el momento. Lo que es seguro es que organizar un nuevo mundial requeriría también un esfuerzo financiero que no interesa ahora mismo a los equipos. Por lo que seguramente seguirán jugando al ratón y al gato durante un tiempo – Si Brawn señalaba hace una semana que el acuerdo era imposible, y que ya estaban preparando el Nuevo Mundial, cuando han anunciado un pre-acuerdo, ¿por qué no va a hacer Mosley lo mismo? – Y mientras hemos de seguir creyendo en la lucha entre dictadura y tiranía en la F-1. Por último y sobretodo: ¿qué pasa con los equipos en lista para entrar?, ¿no dirán nada – o harán – mientras ven escaparse su oportunidad de entrar en el mercado galáctico del automóvil?

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