Las víctimas y sus familias -y tras ellas, todos los habitantes de las zonas arrasadas- habían pedido este funeral.
Lo necesitaban. Necesitaban encontrarse en su dolor; compartir su pérdida individual y colectiva para hacerla un poco menos inconsolable, si tal cosa es posible; sentirse reconocidas en un acto sentido y solemne, delante de las autoridades y de toda España. Poder expresar su exigencia de «Justicia, verdad y reparación», de que no se olvide a la Dana ni a sus damnificados.
Y el acto, celebrado en la vanguardista Ciutat de les Arts i les Ciències cumplió. Colmado de autoridades -los Reyes, el Gobierno, los presidentes del Congreso, el Senado o las altas instancias judiciales- las familias pudieron asistir a un funeral laico, lleno de sentimiento y solemnidad, donde se leyeron los nombres de los 237 fallecidos de aquel terrible 29 de octubre, de los 229 de la Comunitat Valenciana, pero también los de Letur en Albacete, o los de Málaga. Donde los familiares levantaron -en fotos, en camisetas, en sus móviles, los rostros de sus hijos, de sus madres, de sus maridos, de lo que más querían en este mundo y ahora es una grieta en el alma que nada podrá llenar nunca.

Hubo dolor, mucho dolor ayer. Mucha congoja individual y colectiva. Pero también consuelo, apoyo, cariño, calor, acompañamiento. En forma de abrazos o de música, como la preciosa ‘Mon vetlatori’ interpretada por la artista valenciana La Maria, o la interpretación igualmente sentida del «El cant dels Ocells»

La joven Andrea Ferrari, de tan sólo 20 años, fue la primera en subir al estrado a hablar de la muerte de su madre, Eva María Canut Montoro. “Hablar de ella es hablar de luz y amor en estado puro. Como mi madre, cada persona que perdimos deja un recuerdo imborrable, una familia rota que la echa de menos y una historia por terminar”, dijo Andrea. “Mientras exista memoria no habrá olvido. Lo más importante ahora mismo es que prevalezca la verdad, el respeto y la humanidad”, cerró.
Igualmente sentida fue la intervención de Naiara Chulià, vecina de Bétera que perdió a su marido y padre de sus dos hijos, Slim Regaieg. “Me invade la tristeza cuando veo que la vida sigue, aunque tú no estés”. “Que el recuerdo de quienes amamos sea siempre luz en nuestros días más oscuros”, dijo.

La tercera intervención llegó a cargo de Virginia Ortiz, una joven de Letur (Albacete), donde la Dana dejó 6 víctimas mortales, uno de ellos su primo Alejandro Ortiz.
“Las inundaciones son en España el fenómeno natural que más muertes provoca, pero no fue este fenómeno el causante de la catástrofe que hemos sufrido», dijo con firmeza. “Es quien omite su deber, a sabiendas de que su omisión puede suponer la pérdida de vidas humanas, quien comete el acto primigenio que deriva en esas muertes”. Sus palabras arrancaron un sonoro aplauso de las familias allí presentes.
Las víctimas y sus familias fueron las protagonistas. Y toda España pudo llorar un poco con ellas delante de la pantalla. Así debía ser y así fue.

Lo que no debía haber sido, lo que sí debería haberse evitado, es la presencia del antagonista. Las asociaciones de víctimas habían pedido, exigido y hasta implorado a Carlos Mazón que no asistiera al funeral. Que no era bienvenido quien consideran el máximo, el primer y último responsable de las muertes de sus seres queridos.
Mazón, como ya ha hecho a lo largo de todo este año con sus mentiras -cambiando ocho, nueve o diez veces de versión, y ocultando dónde estaba y qué hacía mientras la gente se ahogaba- volvió a agredir a las víctimas con su presencia.

Y ocurrió lo que tenía que ocurrir. Que las víctimas le mostraron su más que justificada rabia e indignación. Primero con gritos -“asesino”, “vete a la jueza”, “cobarde”, “rata”, “hijo de puta”, “malparit”, “desgraciado” o “cabrón”- al comienzo del funeral, antes de la entrada del resto de representantes institucionales.
Pero sobre todo al final del acto, cuando tras unos minutos donde los Reyes volvían a fundirse en muestras de cariño con las familias de las víctimas, con Mazón escondido en un segundo plano, las autoridades comenzaron a salir del salón.

Entonces el dolor y la rabia se precipitaron, cayendo violentamente, lo mismo que el agua de hace un año. «No pararemos, Mazón», «asesino», «cobarde, ven y enfréntate», «Mazón, dimisión».
Junto a ellos, con su dolor y su indignación, con su justa exigencia de Justicia, Verdad y Reparación, estamos el conjunto de la sociedad española.
No vamos a consentir que se olvide la Dana, ni que se desampare o se desatienda las todavía ingentes necesidades de los habitantes de las poblaciones afectadas. Tampoco que sus responsables -Mazón y su gobierno- escapen de su responsabilidad política y penal, pagando por su inmoral y negligente actuación de aquel fatídico día, donde tantas vidas se pudieron haber salvado si hubiera habido una Generalitat que hubiera alarmado a tiempo a la población.


VICTIMA dice:
Que vergüenza de crónica !
Parece de un semanario de crónica rosa !
El entorno vanguardista es el símbolo de la corrupción, al igual que las » más altas autoridades «, todas ellas corruptas y cínicas !