SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Dí­as cruciales, otra vez

Luis de Guindos, el ministro de Economía, intenta que la banca se pueda capitalizar con dinero europeo pero sin que el país sea intervenido. Esto último supondría la liquidación política del Gobierno de Mariano Rajoy y un enorme sacrificio para la población, sometida al dictado de los acreedores. La intervención significaría, en primer lugar, que el país se quedaría fuera del mercado. Para cualquier nueva financiación o para cubrir un vencimiento la única fuente sería el fondo europeo de rescate, que dictaría, sin posibilidad de réplica, todas las decisiones económicas al Gobierno. Atados de pies y manos. Los principales accionistas de ese fondo son los países en cuyo territorio residen los bancos a los que sus colegas españoles y el Estado deben enormes sumas. Como ahora ocurre en Grecia, el rescate, uno de los grandes eufemismos de la eurocrisis, equivale al estrangulamiento. Ya se sabe que en Atenas no ven ni un euro del dinero del supuesto rescate, pues la práctica totalidad va directamente a pagar a los acreedores, en este caso, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el BCE y la Comisión Europea.Desde el punto de vista del acreedor, en cambio, las cosas son diferentes. Autorizar un rescate parcial, sólo de los bancos con problemas, podría ser el primer paso para acabar negociando bilateralmente las deudas de esas entidades con sus acreedores, sin poder asegurarse el cobro con la misma seguridad que si se tiene bien amarrada toda la pieza, es decir, el país intervenido. Si se hace caso a lo que da a entender el Gobierno español, y a lo que dicen en público los líderes alemanes, Alemania está ayudando a España; aunque si se prestan oídos a la prensa internacional y los corresponsales comunitarios, Angela Merkel y su ministro Wolfgang Schäuble son los más interesados en que Madrid se acoja al pack completo: una intervención en toda regla. Obama, Hollande y Barroso también son de los que están en la lista de quienes piden un gesto a Berlín.

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