Deuda pública: la doble cara de la falsa moneda

Todos los días los acreedores de la deuda pública española saquean 70 millones de euros de las arcas públicas. Desde el inicio de la crisis, a través de este mecanismo de expolio y extorsión, hemos entregado más de 255.000 millones de euros -la cuarta parte de la riqueza nacional- solo en concepto de intereses de una deuda pública que de la mano de Rajoy ha sobrepasado el 100% del PIB.

Bajo los seis años de gobierno de Rajoy el peso de la deuda de las administraciones públicas se ha disparado en 370.000 millones, rebasando el pasado agosto el 100% del PIB. De 439.771 millones de euros contabilizados en 2008 ha pasado a 1.134.026 millones en 2017: se ha multiplicado por 2,6.

No sólo se ha incrementado el montante total de la deuda, sino los intereses que hay que pagar por ella: en 2008 no llegaban a 16.000 millones, pero ahora debemos entregar 30.000 millones al año en concepto de intereses. Y eso que han bajado respecto a los momentos en los que una España colocada al borde del rescate, con la pistola de la prima de riesgo en las sienes, tuvo que colocar sus títulos de deuda a unos intereses usureros del 7,7% (julio de 2012).

Unos pierden…

Mientras el país sangraba por el paro, los recortes y el empobrecimiento, desde 2008 hemos entregado a los bancos propietarios de la deuda 255.000 millones de euros -equivalente una cuarta parte de nuestra riqueza nacional- solo en concepto de intereses. El doble de lo gastado en prestaciones de desempleo en un país que ha llegado a acumular más de cinco millones de parados.

Una gigantesca cantidad de dinero, salida de las arcas públicas y de las horas de vida y trabajo de las clases populares, producto de brutales recortes en los servicios públicos -sanidad y educación- por valor de más de 70.000 millones de euros; del saqueo de los 68.500 de patrimonio que acumulaba la hucha de las pensiones de la Seguridad Social, hoy al borde de la quiebra; o de toda clase de subida de impuestos (IVA y otros) contra el bolsillo de los ciudadanos. La factura de la deuda -disparada sobre todo a partir de 2011- ha pasado de suponer un trasvaso de riqueza hacia las manos de los acreedores de 2,1 (en 2008) a 3,4 millones de euros ¡por hora!.

… y otros se forran

Todos los días, los españoles entregamos 70 millones de euros diarios a los bolsillos de los acreedores de la deuda pública -grandes bancos nacionales e internacionales- para los que las dificultades financieras de nuestro país han sido -y siguen siendo- una gran oportunidad de negocio.

Al principio, los bancos del IBEX35 fueron los grandes beneficiados de la escalada de endeudamiento público, ya que su participación sobre el conjunto de la deuda pública pasó del 18% (en los primeros años de la crisis) al 30%. Aunque luego vendieron la mayor parte de sus títulos de deuda al capital extranjero, que ya es el principal beneficiario del saqueo de España mediante este mecanismo.

Unos bancos españoles -que ahora poseen, contabilizando las letras, bonos y obligaciones del Tesoro que tienen en su poder, en torno a un 20% de la deuda pública- y que han convertido este truco en uno de sus principales negocios: piden dinero al BCE -que desde hace tiempo lo concede ¡al 0% de interés!- y compran títulos de deuda pública, que rentúan al 2-3%. De esta manera -comprando dinero “regalado” y comprando la deuda que pagamos todos los contribuyentes tres puntos por encima- las entidades financieras del Ibex han ganado como mínimo 50.000 millones de euros en los últimos años.

Es imperativo recordar en este punto que el grueso de la escalada de endeudamiento público en España no ocurrió para satisfacer las necesidades de los servicios públicos, sino principalmente como consecuencia de los sucesivos rescates bancarios de Zapatero y Rajoy (más de 250.000 millones de euros en dinero, avales y garantías) que transformaron la deuda privada -de los bancos y monopolios españoles- en deuda pública.

En un círculo de escandaloso descaro, los grandes entidades financieras de nuestro país -con el Santander, el BBVA o La Caixa a la cabeza- han comprado la tonelada de deuda pública generada para rescatarles, transformando su deuda privada en deuda que deberemos pagar con nuestros sacrificios el conjunto de los ciudadanos.

2011: cómo la deuda privada se transformó en pública

Como en cualquier estafa, el dinero no se crea ni se destruye. Sólo cambia de manos. Así pasa también con la deuda y las pérdidas.

En 2011 la oligarquía financiera española estaba enormente endeudada con el capital extranjero, principalmente con bancos alemanes y franceses, (y secundariamente holandeses y británicos). Las entidades financieras de nuestro país debían entonces 226.000 millones a los bancos extranjeros, y el resto de las grandes empresas españolas adeudaba 496.000 millones al capital foráneo.

La posibilidad de que la clase dominante española no pudiera hacer frente a los vencimientos e intereses hizo aumentar brutalmente la presión, intervención y chantaje sobre nuestro país. En septiembre de 2011, el diktat de Ángela Merkel hizo que en apenas 10 días PSOE y PP se pusieran de acuerdo para aprobar una reforma exprés de la Constitución. En su artículo 135 se estableció que el pago de la deuda pública -la mayor parte de la cual esperaban cobrar los bancos extranjeros- gozaría de “prioridad absoluta» sobre cualquier otra partida, incluída el pago de las pensiones.

En diciembre de 2011 el Banco Central Europeo decidió prestar a los bancos de la eurozona una cantidad inmensa de dinero, 500.000 millones de euros, más que nunca, y a devolver a largo plazo. En 2012 el BCE soltó otro medio billón más, a un bajísimo interés. Los bancos españoles acapararon el 35% de esa lluvia de euros, pero apenas duró unos instantes en su cuenta de resultados: la mayoría lo emplearon para saldar deudas con sus acreedores. En esas fechas, los financieros alemanes, franceses u holandeses recuperaron de los bancos españoles cerca de 170.000 millones de euros, cifra próxima a la que las entidades de nuestro país habían sacado a préstamo del BCE.

El dinero del BCE era barato, a un interés bajísimo (ahora está al 0%), pero en absoluto gratis ni desinteresado. A cambio del préstamo, el BCE de Mario Draghi exigía avales que debían respaldar los Estados nacionales, y tambien títulos de deuda pública. Así ha ocurrido el «milagro» de convertir la deuda privada de bancos y monopolios… en deuda pública que deberá parar usted y yo. Mediante este mecanismo torticero y estafador, hoy los bancos españoles han reducido su deuda externa con el capital extranjero en un 44% y las grandes empresas del IBEX en un 48%. En cambio, la deuda pública se ha multiplicado por dos gracias a este truco.

Los principales beneficiarios del saqueo de la deuda

Este atraco tiene grandes beneficiados: el capital extranjero. Si bien los bancos españoles han hecho pingües beneficios con este mecanismo, los principales beneficiarios hay que buscarlos en las bolsas de Francfort, París, la City londinense… o Wall Street. Hoy el 53% de los títulos de deuda pública española se encuentran en manos de bancos o fondos de inversión extranjeros. Dicho de otro modo: cada año, entregamos casi 16.000 millones de euros a estos capitales, en un gigantesco trasvase de rentas que acaba en las cuentas de beneficios de las principales oligarquías mundiales.

Aunque los grandes propietarios de nuestra deuda pública siguen siendo los banqueros alemanes y franceses, también hay bancos estatales, como el fondo soberano de Noruega, que acumula 4.905 millones de euros en su cartera de bonos españoles. O China, que ha llegado a poseer el 12% de la deuda pública de nuestro país. Pero también fondos de inversión, entre los que destacan algunos tan conocidos como Blackrock, la mayor gestora mundial de fondos, o Pimco, líder en el mercado de renta fija, ambos estadounidenses.

Un mecanismo de intervención, extorsión y control imperialista

Pero además de un gigantesco saqueo y de un lucrativo y seguro negocio -a costa de las espaldas y los sacrificios de los trabajadores- la deuda pública es un importantísimo mecanismo de intervención, control y chantaje en manos de las principales burguesías monopolistas del mundo sobre los países dependientes. En especial de la superpotencia norteamericana.

Es necesario decir que la deuda pública es, de entrada, un instrumento imprescindible para que cualquier Estado pueda tener liquidez. Puede ocurrir que los ingresos -la liquidación de los impuestos…- no entren en caja en el preciso momento que se deben hacer algunos pagos inmediatos. O que el Estado quiera emprender una inversión -obra pública…- para el que no es suficiente el saldo en caja. Es normal y necesario que en un momento dado un gobierno recurra al endeudamiento para obtener los recursos financieros necesarios. Lo hace emitiendo títulos de deuda -que garantizan al comprador un interés establecido mientras esté en vigor-. Sin este mecanismo de financiación ningún Estado podría funcionar. El problema no es la deuda pública en sí misma, sino quién tiene el control sobre ella, y para qué utiliza ese poder.

Porque visto en los hechos, los principales compradores de las subastas de deuda pública internacional son los bancos centrales, fondos de inversión -que gestionan el capital de grandes monopolios o de grandes fortunas- y los bancos de las oligarquías financieras de las potencias imperialistas. Ellos y solo ellos pueden monopolizar las subastas de deuda e imponer sus condiciones.

En sus manos, esta operación crediticia se convierte en un mecanismo de presión e intervención política, porque pueden abrir o cerrar el grifo de la liquidez que necesita la hacienda pública para subsistir. O pueden -mediante el monopolio de las agencias de rating que posee EEUU- determinar la «nota» de tales o cuales títulos de deuda (pública o privada), imponiendo brutales subidas de la «prima de riesgo» si bajan la calificación o la designan con el sambenito de «bono basura». El “riesgo país” -el indicador del “riesgo” de invertir en un país, y que condiciona los intereses que los grandes fondos exigen- está determinado por el EMBI, un indicador económico calculado por el J.P.Morgan Chase, uno de los bancos del núcleo de la clase dominante norteamericana.

Si bien EEUU no tiene una proporción mayoritaria de los títulos de deuda pública española, los centros de poder de Washington tienen el monopolio de los resortes para decidir que “riesgo” tiene cada país -incluída España- obteniendo un suculento botín de ello.

Los títulos de deuda pública de cada país, una vez adquiridos, se convierten en productos financieros que se compran y venden en un mercado secundario de derivados que mueve cientos de miles de millones. Una vez vendidos los títulos, pueden acabar en manos de cualquier bandido financiero.

De esta manera no solo saquean imponiendo los intereses que debe pagar cada Estado -a veces usurarios- sino que chantajean y extorsionan a los gobiernos que se atreven a contradecir las imposiciones de el FMI o el BCE con el dogal de la deuda. Una correa cuya presión es ajustable en función de sus intereses.

2 comentarios sobre “Deuda pública: la doble cara de la falsa moneda”

  • Es indecente cómo juegan con nosotros y con la desfachatez que nos amenazan con la hucha de las pensiones que se las han pulido para pagar la deuda contraída por mala gestión y encima para rematar la mayor mentira del siglo XXI es recatar la deuda de la banca privada!!

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