Proponen un FMI a la europea

Deuda española y buitres europeos

Cuando una bandada de buitres carroñeros merodean a un animal herido o débil, no lo hacen, obviamente, preocupados por su salud. Sino porque están calculando el momento exacto de abalanzarse sobre él para devorarlo. Algo parecido es lo que está ocurriendo con el vertiginoso crecimiento de la deuda española. A medida que crecen los sí­ntomas de debilidad de nuestra economí­a -primero, en los años de bonanza, con la expansión de la deuda privada, ahora, en los momentos de crisis, con la deuda pública-, aumenta la concentración de buitres por metro cuadrado sobre nuestro cielo para ver quién se queda con la parte mayor de los despojos.

La señal la dieron, a rincipios del pasado año, las agencias de calificación rebajando el rating de la deuda española. A ella se sumaron con rapidez los principales medios de comunicación económicos del continente. Ahora son ya directamente los representantes de las grandes oligarquías bancarias alemana y francesa los que hablan abiertamente de crear una especie de Fondo Monetario Internacional “a la europea”, encargado de aplicar drásticos ajustes sobre los países que despectivamente denominan como PIGS (‘cerdos’ en inglés), es decir, Portugal, Irlanda, Grecia y España.Y no es necesario insistir en lo que significa que esta gente hablen de imponer planes de ajuste al estilo del FMI. Basta con preguntarle a cualquier argentino por su experiencia personal en el corralito. Inconcebibles rebajas salariales, retroceso de décadas en las condiciones de vida, pérdida de rentas para la mayoría de la población y un gigantesco trasvase de riqueza desde el país objeto del ajuste hacia las cuentas de resultados de sus acreedores, las grandes potencias económicas. Todo, eso sí, muy civilizado, muy ‘a la europea’.En los 8 primeros años de la década, el proyecto de Botín y un puñado de banqueros y monopolistas –eficazmente secundados por Zapatero– de dar un salto en su expansión internacional y en la jerarquía de la banca mundial nos llevó a convertirnos en el país proporcionalmente más endeudado del mundo.Necesitados de importar anualmente un volumen de capital exterior equivalente al 10% de nuestro PIB para llevar adelante sus planes, en los escasos 5 años que van de 2002 a 2007, la deuda privada española se convirtió en la segunda mayor del mundo, sólo por detrás de la de EEUU.Con el estallido de la crisis, el plan de rescate bancario evitó el colapso de un sistema financiero español aplastado por el peso de la deuda exterior, pero a costa de elevar el endeudamiento público a un volumen y con un ritmo incompatibles con el estancamiento de nuestra economía.En estas condiciones, las grandes oligarquías financieras de Europa –en particular la banca alemana y francesa, dueñas de la mayor parte de la deuda española– se disponen a actuar exactamente de la misma forma que Botín y los suyos lo están haciendo con nosotros.Es decir, aprovechar al máximo la situación dependiente del deudor para vampirizarlo todo lo que puedan, succionándole hasta la última gota de esa preciosa sangre que son las horas de vida y de trabajo de cada uno de nosotros.Pretenden, en todo lo que puedan, que las pérdidas que la crisis mundial les ha provocado no corran a su cargo, sino que sean cubiertas por sus deudores, es decir, por nosotros. En otras palabras, descargar el peso de la crisis y hacer pagar la factura más onerosa a aquellos que, por su situación en la cadena de operaciones del capital financiero internacional, son más débiles que ellos. Esta es la implacable lógica que está inscrita en las leyes de las crisis capitalistas.Romper con ese lastre de la dependencia de la financiación exterior –y las servidumbres y sumisiones de todo tipo que conlleva– es una tarea imprescindible para encontrar una salida a la crisis favorable a los intereses de la mayoría. Y para la que se necesita disponer de los principales recursos del país, hoy en manos de los mismos que nos han embarcado en esta situación de alto riesgo.

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