¿Cómo se resuelven las crisis capitalistas?

Descargar las pérdidas a los demás

Las crisis capitalistas sólo pueden resolverse mediante la destrucción del capital «sobrante», provocando con ello una nueva distribución del restante, a la par que conquistando nuevos mercados y explotando de forma más intensa los ya existentes. Lo que implica un salto en la concentración del capital y el poder polí­tico. Agudizando con ello todas las contradicciones de clase que alberga el capitalismo. Tanto entre la burguesí­a y el proletariado como entre las diferentes burguesí­as -y sus diversos sectores- entre sí­. Culminando en convulsiones polí­ticas y militares cuya intensidad depende de la profundidad de la crisis.

La única salida osible para las crisis capitalistas es proceder a una destrucción en masa de capitales y de fuerzas productivas, hasta el grado donde se recupere la tasa de ganancia y pueda volver a iniciarse un nuevo ciclo de revalorización del capital.Las crisis capitalistas se expresan primero en una contracción del comercio y en quiebras financieras.Se destruye capital productivo –el único que está ligado a la producción de nuevos valores-, y eso golpea al resto de capitales, que en última instancia obtienen sus beneficios de haber “comprado” una participación en las ganancias futuras del capital productivo.La necesidad de desarrollar permanentemente las fuerzas productivas exige transformar en capital ingentes sumas de dinero, lo que otorga un peso especial al capital financiero. A través del crédito y el interés, éste obtiene el “derecho” a embolsarse parte de la revalorización del capital.La paralización del proceso productivo que provocan las crisis se plasma en una interrupción de la cadena de las obligaciones de pago, en una depreciación de los títulos de crédito que dan derecho a participar en las futuras ganancias… en una quiebra financiera.En lo periodos de crisis, el capital impone su mando sobre el trabajo para cargar sobre él sus pérdidas.La destrucción de fuerzas productivas hace descender drásticamente las condiciones de vida del proletariado y el pueblo. Los capitalistas quiebran, reducen su plantilla o disminuyen la jornada laboral. Millones de obreros son despedidos, convertidos en mano de obra superflua, o deben aceptar drásticas rebajas salariales. El capital intenta compensar el descenso en la tasa de ganancia intensificando la explotación. En un momento donde el capital irremediablemente está condenado a cosechar pérdidas, el capital reclama para sí una parte todavía mayor de la riqueza social. Ahondando el abismo social entre el capital y el trabajo.Las condiciones más draconianas se imponen sobre los trabajadores y una auténtica “crisis humanitaria” se abate sobre la sociedad.Cuando se trata de repartir las pérdidas el antagonismo -tanto ínter monopolista como ínter imperialista- se eleva a un grado máximo. Cada burguesía, y cada sector dentro de ella, hace uso de su fuerza –no sólo económica, sino también política y militar-, de las posiciones y ventajas adquiridas, del control de determinados mecanismos e instituciones del capitalismo mundial, para provocar un "reparto de las pérdidas" muy desigual.Unos capitales desaparecerán -arrojados a la quiebra o engullidos por otros-, otros menguarán, otros traducirán sus menores pérdidas en un salto en la jerarquía…Una feroz batalla que concluye de forma inevitable en una importante aceleración de la concentración de capital y poder político inherente al capitalismo.La necesidad de conquistar nuevos mercados va a conducir durante el siglo XIX a una aceleración de las conquistas coloniales, y a guerras entre las diferentes potencias por su control. Una vez que, entrando en la fase imperialista, el mundo está completamente repartido, este antagonismo se traducirá en guerras imperialistas por un nuevo reparto del mundo.

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