La Casa Blanca concede la primera visita al jefe del Gobierno japonés:

Desagravio

Los jefes de las dos mayores economí­as del mundo se han reunido en la Casa Blanca. Taro Aso, primer ministro japonés, ha sido el elegido por Barack Obama para su primera entrevista con un lí­der extranjero en la Casa Blanca. La visita de Aso fue acordada por Hillary Clinton en su reciente viaje por 4 paí­ses asiáticos: Japón, Indonesia, Corea y China y viene a confirmar la elección de Asia como la zona prioritaria para la nueva Administración norteamericana.

“Jaón es la piedra angular de la seguridad en el este Asia”, dijo Obama, “Se trata de algo que mi Administración quiere reforzar. Esa es la razón por la que el primer ministro (japonés) es el primer dignatario en visitarme en la Oficina Oval. Es un testimonio de la sólida asociación entre EEUU y Japón”. Con esta visita, Obama da garantías a Japón de que la relación especial entre los dos países no será olvidada como sucedió durante el segundo mandato de George Bush. Había serios recelos por parte de los japoneses ante la nueva administración demócrata ya que en 1998, durante el mandato de Bill Clinton, éste visitó China durante nueve días sin pasar por Japón. La fortaleza de los lazos entre China y EEUU levanta fuertes suspicacias en Tokio y Obama ha querido mostrar, con este trato preferente, que EEUU no olvidará a su principal aliado en Asia Oriental. Y es que los nipones merecían con creces un acto de desagravio. Japón es el segundo acreedor del Tesoro norteamericano –el primero es China-. Posee 577 mil millones de dólares en bonos, un 5,77% del total de la deuda externa norteamericana y los EEUU necesitan que tanto Japón como China sigan comprando bonos del Tesoro para financiar sus planes económicos. Clinton lo dejó claro en su reciente viaje por Asia en el que puso de manifiesto que la cooperación económica es la prioridad número uno de su gobierno en la relación con estos países; allí dijo: “O nos levantamos juntos o caeremos juntos”. Junto a los asuntos económicos, la colaboración en la “lucha contra el terrorismo” y en particular, Afganistán y Corea fueron los otros temas de interés. En cuanto Afganistán, si bien la constitución japonesa impide a Japón participar enviando tropas a la zona de conflicto, los nipones contribuyen con fondos, pagando los salarios de 80.000 policías afganos durante seis meses o financiando la construcción de hospitales y colegios con una ayuda global de dos mil millones de dólares. Japón tiene a su vez una misión naval en el océano Índico de apoyo a las tropas de la coalición internacional en Afganistán. Más espinoso resulta el tema de Corea del Norte. Washington la eliminó de su lista de Gobiernos que promueven el terrorismo el pasado otoño a cambio de las promesas de desarme nuclear. Japón no estuvo de acuerdo argumentando que el régimen norcoreano no había dado ninguna garantía. Los anuncios de Pyongyang sobre el lanzamiento de un misil –encubierto como satélite de comunicaciones-, así como la anulación de los acuerdos de no confrontación con Corea del Sur en respuesta al nuevo gobierno conservador, vienen a complicar este asunto que la administración de Obama desearía aparcar para concentrar esfuerzos en sus retos prioritarios. En cualquier caso, la entrevista resulta ser más formal que otra cosa, dado que el primer ministro japonés parece tener los días contados en el cargo y su impopularidad avanza meteóricamente. No en vano H. Clinton mantuvo en Tokio una reunión con el líder opositor.

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