«Es lógico, somos un país donde se tolera la corrupción». Así se han pronunciado «prestigiosos» tertulianos ante la sucesión de escándalos. Parece que la corrupción es uno de nuestros «demonios internos», con el que debemos acostumbrarnos a convivir. ¿De verdad es así? ¿O los «demonios internos» siempre aparecen cuando una potencia extranjera quiere aprovechar uno de nuestros puntos débiles para dominarnos?
¿Qué somos un país más corrupto, por naturaleza, que Alemania?
A los hechos nos remitimos. El propio Ministerio de Economía alemán detectó un “agujero contable” en el gigante hipotecario Hypo Real State, valorado en 55.000 millones de euros… Y no paso absolutamente nada. Berlín se encargó de «silenciar» los trapos sucios de su clase dominante. «¿Somos un país más corrupto que Alemania? … O Berlín y Washington controla «la llave» de la corrupción para administrarla según sus intereses?»
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Entonces… ¿en España hay una «corrupción genética» como nación…? ¿O los “demonios internos” siempre aparecen cuando una potencia extranjera quiere aprovechar uno de nuestros puntos débiles para dominarnos?
Un solo banco alemán suma todas las “pérdidas máximas” que la U.E ha establecido para el conjunto de la banca española.
Entonces… ¿por qué no se investiga a la banca alemana?
Porque el parlamento alemán decreto que la comisión de investigación sobre el sistema financiero era “secreto de sumario”. Ningún medio de comunicación pudo acceder a sus deliberaciones. Y todavía hoy no conocemos sus conclusiones… Ni nunca las sabremos.
Esta es la diferencia entre los desmanes de los banqueros alemanes y los españoles. Alemania ocupa un lugar más elevado en la cadena imperialista, y puede tapar los desfalcos de su clase dominante.
¿Qué la corrupción es uno de los “demonios internos” españoles? ¡A otro perro con ese hueso!
Llevan echándonoslo desde el siglo XVI, cuando entre Holanda, Francia e Inglaterra, fabricaron la “leyenda negra” española… mientras silenciaban sus crímenes coloniales.
Nos dijeron que el “anticlericalismo”, que explotó como una epidemia incontrolada durante la IIª República, era un “demonio interno” español.
Luego nos enteremos de la vinculación de algunos de los principales dirigentes políticos de este periodo con Francia e Inglaterra, a través de las redes de la masonería, precedente de la intervención que luego se industrializó con la CIA.
Lo que condujo a un estéril enfrentamiento religioso que consumió muchas de las energías revolucionarias del pueblo español. Que sólo pudieron expresarse, finalmente, a través del triunfo del Frente Popular y la Guerra Civil.
Más tarde, intentaron convencernos –y todavía siguen en el empeño- de que el “soberanismo” o el “independentismo” eran también un “demonio interno español”.
Fue Sabino Arana quien, en pleno siglo XIX, nos sacó de dudas, cuando declaró que “dice la prensa que por esa (aludiendo a San Sebastián) banquetea un coronel inglés propalando la especie de una posible alianza de Inglaterra con Francia, cuyo resultado sería la desmembración de España… Si el tal que así se expresa existe y no es un quidam, nos conviene aprovecharnos de la ocasión: porque con esa alianza es muy probable nuestra libertad; y sin ella, imposible nuestra salvación».
Siempre ocurre lo mismo. Detrás de la “repentina” irrupción de uno de los “demonios internos” españoles… hay siempre una potencia extranjera demasiado interesada en azuzarlos para sacar la mayor tajada posible.
¿Acaso la “epidemia” actual de corrupción en España va a ser una excepción?