Zapatero y la financiación autonómica

Delirio austrohúngaro

¿Acaso pretende Zapatero convertirse en el presidente que certifique la ruptura de los mecanismos de unidad, ofreciendo como legado la transformación de España en una caricatura de confederación austrohúngara? Parece que toda su polí­tica está regida por este objetivo supremo.

Resultaba difícil imaginar la sueración de los desbarajustes autonómicos de la pasada legislatura. Con un estatuto catalán escrito bajo la consigna de “¡Abajo la solidaridad interterritorial!”, y que se auto otorgaba la capacidad de decidir unilateralmente cuanto debía invertir el gobierno central en Cataluña.Pero todo es empeorable. Y así parece querer demostrarlo Zapatero en la nueva ronda de negociación de la financiación autonómica que ahora estamos sufriendo.Hemos contemplado el bochornoso espectáculo de un presidente del gobierno reuniéndose en secreto para negociar con Montilla una financiación que de satisfacción a las exigencias de la burguesía catalana. Para después acabar de descuartizar en diecisiete trozos la caja común para poder contentar a los dirigentes de las principales comunidades (Andalucía, Madrid y Valencia).¿Qué pretende Zapatero? La sociedad española demostró en las últimas elecciones generales (castigando severamente a todas las fuerzas, tanto independentistas como nacionalistas o simplemente autonomistas, que habían empujado hacia la disgregación) su radical defensa de la unidad.Pero Zapatero insiste en utilizar cualquier oportunidad para intentar transformar España en un remedo fantoche de confederación autrohúngara, donde los lazos de unidad entre las partes del reino fueron reducidos a su mínima expresión, transformando el otrora poderoso imperio en una débil nación que fue dinamitada cuando las tensiones imperialistas estallaron en la Iª Guerra Mundial.¿En eso quiere Zapatero que se convierta España? ¿En un país deshilvanado, infectado de un virus disgregador que potencie su debilidad y lo convierta en presa fácil de las principales potencias?Como a Alemania y Francia, a Zapatero parece que le gusta tanto España que prefiere que haya diecisiete. Diecisiete reinos de taifas permanentemente consumidos en un estéril enfrentamiento interno.Y en ese camino, elementos básicos como la solidaridad o la igualdad son vituperados. La última decisión de Zapatero, abriendo una caja para compensar a las “comunidades pobres” que sean perjudicadas por el nuevo reparto es una indigna forma de sustituir la solidaridad interterritorial por una especie de 0,7 interno.Abriendo una puja por apoderarse de los recursos comunes donde se exacerba la voracidad de las burguesías locales, creadas al calor del poder autonómico, por devorar los recursos del Estado, en un momento donde la crisis hace imprescindible un riguroso plan de ahorro nacional que permita capitalizar el desarrollo nacional.

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