Pocas horas después de que un bombardeo ruso segara la vida de 60 civiles refugiados en la escuela de Bilohorivka, en Lugansk, Putin pasaba revista a sus tropas en la Plaza Roja de Moscú. Mucho se había especulado sobre la necesidad del Kremlin de tener algo que «vender» como «triunfo» en el 9 de mayo, el «Día de la Victoria» que conmemora la victoria contra los nazis en la II Guerra Mundial y que el ultranacionalismo ruso ha convertido en una jornada para la exaltación identitaria. Pero la fecha llegó… y no hay rastro de nada que pueda pasar por victoria. De la guerra relámpago, Moscú ha pasado al fango de una guerra de posiciones contra unas fuerzas ucranianas cada vez más decididas y mejor equipadas.
Plaza Roja, Moscú. 77 años después de la victoria soviética sobre la Alemania nazi, un excoronel de la KGB convertido en nuevo zar lanzaba al pueblo ruso un discurso desde su podio. Putin presentó la actual «operación militar especial» -así se llama la invasión imperialista de Ucrania en la ‘neolengua’ del Kremlin, a pesar de que camina hacia su tercer mes- como una continuación de la cruzada desnazificadora de la II Guerra Mundial y como un acto de defensa preventiva contra la OTAN. Una manipulación descarada de la realidad, pero que buena parte de la izquierda europea ha comprado.
Sin nombrar siquiera la palabra «Ucrania» ni por supuesto pronunciar el vocablo «guerra», Putin se refería a la invasión, comparándola con la gesta soviética en la IIGM. Ahora es lo mismo. “Estáis luchando por nuestro pueblo en el Donbás, por la seguridad de nuestra patria”, ha dicho. “Nadie olvidará las lecciones de la II Guerra Mundial y no habrá lugar en el mundo para nazis”. El presidente ruso también se esforzó en presentar la «operación militar» como un «inevitable acto de defensa preventiva frente a EEUU y la Alianza Atlántica. Todo indicaba que un enfrentamiento con los neonazis apoyados por EEUU y sus pequeños socios era inevitable”, «los países de la OTAN estaban planeando una invasión de nuestras tierras históricas, incluido Crimea. Rusia hizo una maniobra preventiva para repeler la agresión. Fue algo forzado, a tiempo y la decisión correcta”.
Hasta ahora, esta «operación militar especial» de orientación «desnazificadora» y de carácter «defensivo», ha segado miles de vidas -es muy difícil cuantificarlas, pero la ONU habla de 3.300 civiles muertos de manera fehaciente, entre ellos 234 niños, pero ellos mismos admiten que las cifras reales son mucho, mucho mayores-; ha bombardeado ciudades y arrasado poblaciones enteras (Kiev, Járkov, Mariúpol…), atacando objetivos y edificios civiles (hospitales, escuelas, mercados, estaciones de tren…); ha cometido abyectos crímenes de guerra (Bucha), asesinatos arbitrarios, violaciones y agresiones sexuales, bombardeos de corredores humanitarios; y ha provocado el mayor éxodo tras el fin de la IIGM, con más de 5,8 millones de personas obligadas a salir del país y vivir como refugiadas, y al menos un número equivalente (o mayor) de desplazados internos a causa de la guerra.
Estos son los hechos. Los hechos contrastables. Los hechos de la operación «desnazificadora y defensiva».
El día de ¿qué victoria?
Los costes de la guerra para el Ejército ruso son un secreto de Estado guardado celosamente por el Kremlin. Pero el volumen de bajas es tan abultado que hasta el mismo Putin tuvo que hacer referencia a ellas en su «triunfal» discurso. Son una “tragedia” para todos, dijo, y “una pérdida irremplazable para sus familias”.
¿De qué número de bajas rusas, especialmente de muertos, hablamos? En una cuestión así -tan abonada a la propaganda de uno u otro signo- es necesario poner un filtro. El Gobierno de Zelenski asegura que 1.300 de sus soldados han muerto en los combates y cifra en 24.700 el de los militares rusos, mientras las autoridades de Moscú señalan que han muerto 1.351 de sus efectivos y 14.000 militares ucranianos.
Un alto funcionario de la Alianza Atlántica ha informado de que en el primer mes de guerra entre 7.000 y 15.000 miembros de las tropas rusas habrían muerto en la guerra de Ucrania, según el Washington Post.
De ser así, e incluso si nos quedamos con las más conservadoras cifras que ofrece el Pentágono (en torno a las 10.000 muertes rusas), las tropas del Kremlin estarían sufriendo su embestida más salvaje desde la II Guerra Mundial. Por poner estas cifras -insistimos, difíciles de contrastar ahora mismo- en contexto, en Afganistán murieron 15.000 soldados soviéticos en diez años, y EEUU perdió 7.000 uniformados, durante veinte años, en Irak y Afganistán juntos.
Las tropas del Kremlin estarían sufriendo su embestida más salvaje desde la II Guerra Mundial.
Un dato nos hace sospechar que la cantidad de bajas rusas se parece más a lo que asegura Ucrania o la OTAN que a los datos que ofrece Moscú. Se ha confirmado la muerte de hasta doce generales de Rusia durante los 70 días de invasión, una cifra sorprendente que se explica porque EEUU ha proporcionado inteligencia sobre las unidades rusas, dice el New York Times. Entre los objetivos de alto nivel abatidos por las fuerzas ucranianas se encuentra el hundimiento del buque insignia Moskva (el 14 de abril), y del buque de desembarco Saratov, al que podría sumarse otro buque insignia, el Makarov -más pequeño, pero mucho más sofisticado- hundido el 7 de mayo frente a la costa de Odesa.
¿Qué busca ahora Moscú?
Estos duros reveses para Moscú no sentencian en modo alguno una guerra en la que Rusia sigue contando con una abrumadora superioridad militar, y las mejores bazas para conquistar, si no todo el territorio ucraniano, sí los objetivos «reformulados» que admite ahora perseguir.
Es un hecho que de la guerra relámpago del 24 de febrero -que buscaba tomar en pocos días el control de las principales urbes de Ucrania, deponiendo al gobierno de Zelenski y poniendo en su lugar a uno pro-ruso- hemos pasado a una mucho más posicional, donde los movimientos rápidos han sido sustituidos por cercos sobre poblaciones, con grandes ofensivas con fuego de artillería o con bombardeos aéreos, que dejan la tierra quemada y gran cantidad de víctimas civiles a su paso. Pero al avance ruso, con tropas cada vez más desmoralizadas, se oponen unas fuerzas ucranianas cada vez mejor equipadas, eficaces y motivadas.
Tras fracasar su intento de tomar Kiev, asistimos a una nueva ofensiva rusa, con centro en el Donbás, y con el objetivo de consolidar la posesión del corredor costero que pasa por Mariúpol, desde Donetsk y Lugansk hasta la península de Crimea. Pero que busca conquistar todo el sur de Ucrania, incluida Odesa, dejando a Ucrania sin acceso al Mar Negro. En este contexto, la posibilidad de que la guerra se contagie a Transnistria, la provincia rusófona y separatista de Moldavia, no es en absoluto descartable.
Carlos dice:
Y qué quieres Luís? Que se manden cascos azules, como en Yugoslavia?
Luis dice:
No, para eso ya ha ido Rusia, a eso me refería.
Luis dice:
¿Y si la guerra empezó en 2014 con el euromaidan que ha dejado desde entonces hasta hoy alrededor de 14000 muertos y que según las cartas de la ONU puedes solicitar ayuda dada tu situación?.
Cartas de la onu, capitulo VII articulo 51:
Artículo 51
Ninguna disposición de esta Carta menoscabará el derecho inmanente de legítima defensa, individual o colectiva, en caso de ataque armado contra un Miembro de las Naciones Unidas, hasta tanto que el Consejo de Seguridad haya tomado las medidas necesarias para mantener la paz y la seguridad internacionales. Las medidas tomadas por los Miembros en ejercicio del derecho de legítima defensa serán comunicadas inmediatamente al Consejo de Seguridad, y no afectarán en manera alguna la autoridad y responsabilidad del Consejo conforme a la presente Carta para ejercer en cualquier momento la acción que estime necesaria con el fin de mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales.