Vientos de cambio en las relaciones EE UU-Cuba

Del Bloqueo ni una palabra

«Del bloqueo, que es la más cruel de las medidas, no se dijo una palabra. Así­ se le llama piadosamente a lo que constituye una medida genocida».

Desués, que el presidente Obama anunció que los cubanos residentes en Estados Unidos podrán viajar a Cuba para visitar familiares y que las remesas mensuales en dólares no tendrán restricciones, es obvio que muchos cubanos se alegraron por las noticias, menos uno: Fidel. El octogenario Castro se quejó por estos actos -«casi de piedad»-, mientras el embargo económico que el imperio aplica contra la isla, se mantiene igual que en las últimas décadas. A su edad le sobra impaciencia, pero tiene razones legí­timas: el bloqueo es un acto de prepotencia extrema, sin ninguna justificación y agravia los fundamentos de cualquier polí­tica internacional basada en el respeto mutuo y la independencia de las naciones.»Del bloqueo, que es la más cruel de las medidas, no se dijo una palabra. Así­ se le llama piadosamente a lo que constituye una medida genocida. El daño no se mide solo por sus efectos económicos. Constantemente cuesta vidas humanas y ocasiona sufrimientos dolorosos a nuestros ciudadanos», afirmo Fidel castro.Tal como se esperaba antes de su viaje a la Cumbre de las Américas a finales de esta semana, el gobierno de Obama anunció las medidas anticipando que el tema de la relación con Cuba estarí­a en la agenda hemisférica. A la vez, responde a un creciente coro de polí­ticos, empresarios y analistas que han promovido un giro de la polí­tica hacia Cuba en esta dirección, y también al debilitamiento polí­tico de las fuerzas anticastristas más conservadoras en Miami.»Cuba ha resistido y resistirá. No extenderá jamás sus manos pidiendo limosnas. Seguirá adelante con la frente en alto, cooperando con los pueblos hermanos de América Latina y el Caribe, haya o no Cumbres de las Américas, presida o no Obama los Estados Unidos, un hombre o una mujer, un ciudadano blanco o un ciudadano negro».El presidente norteamericano, que aún no pasó los primeros cien dí­as de gobierno, habí­a prometido durante la campaña que anularí­a los lí­mites para viajes y giros que habí­a impuesto Bush Jr. Con su reconocida sensibilidad por la condición humana, el embargo fue durante su vigencia un argumento válido para cosechar apoyos electorales de las mafias de origen cubano.De manera que era funcional por donde conviniera: le recordaba al mundo que con socialismo se vive peor y, de ser necesario, serví­a para agitar el pabellón en nombre de la libertad, mientras Washington sembraba cárceles clandestinas con presos bajo tortura sin juicio ni derecho a defensa.Es obvio que la decisión de Obama es como un gesto para la Cumbre de la Américas y un modo de decir: «No me atosiguéis». Pese a las buenas intenciones, sin embargo, las relaciones internacionales se hacen sobre todo por el cruce de intereses nacionales. Ser imperial implica sustituir los intereses de los otros por los propios y obligarlos a aceptar esa condición con una sonrisa. Desde esa posición, hay demasiadas contradicciones acumuladas en la relación para que alcance un mimo de alivio.Pero si bien el hielo que congeló las relaciones bilaterales entre ambos paí­ses podrí­a empezar a derretirse, nadie apuesta a que Obama llegue tan lejos como para cambiar de manera significativa las principales medidas del embargo comercial que Washington le viene imponiendo a las isla desde hace casi cincuenta años. Los lobbies cubano-norteamericanos todaví­a tienen muchos amigos en el Capitolio y permanecen muy opuestos a que tal cosa suceda.»Por otro lado, nuestro paí­s que ha resistido y está dispuesto a resistir lo que sea necesario, no culpa a Obama de las atrocidades cometidas por otros gobiernos de Estados Unidos. No cuestiona tampoco su sinceridad y sus deseos de cambiar la polí­tica y la imagen de Estados Unidos. Comprende que libró una batalla muy difí­cil para ser electo, a pesar de prejuicios centenarios», afirmo Fidel Castro en su columna reflexiones.Las contradicciones guardadas en el ropero hieden a naftalina y será improbable que desaparezcan con aventarlo para desahogar los olfatos. Lo mejor que puede pasar es que encuentren fórmulas para contar con tiempo y voluntad de ir revisando pieza por pieza hasta encajar todo en su lugar. Empezando por el cambio de EE UU, abandonando la polí­tica de ingerencia y subversión en Latinoamérica.

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