30º aniversario de la mayor huelga general

Del 14-D a la lucha contra los recortes

Hay un hilo que une el 14-D de 1988 con la marea de luchas levantada a partir de 2010 contra los tijeretazos en salarios, pensiones, sanidad, educación… Y en ambos momentos, a pesar del empeño por silenciarla, la lucha obrera y sindical ha sido punta de lanza de la movilización general.

Hace exactamente 30 años, el 14 de diciembre de 1988, una huelga general paralizó por completo el país. Su enorme éxito obligó a retroceder, por primera y única vez, a los gobiernos de Felipe González. 

Este hito de la historia de lucha de nuestro pueblo se ha celebrado estos días, pero algunas de estas conmemoraciones se han empeñado en situarlo casi en un pasado remoto, desligado de las actuales movilizaciones contra los recortes. 

La realidad es exactamente la contraria. Hay un hilo que une el 14-D de 1988 con la marea de luchas levantada a partir de 2010 contra los tijeretazos en salarios, pensiones, sanidad, educación… Y en ambos momentos, a pesar del empeño por silenciarla, la lucha obrera y sindical ha sido punta de lanza de la movilización general.

Cuando en España pararon hasta los relojes

Hace exactamente 30 años, el 14 de diciembre de 1988, una huelga general paralizó por completo el país. Su enorme éxito obligó a retroceder, por primera y única vez, a los gobiernos de Felipe González. 

Este hito de la historia de lucha de nuestro pueblo se ha celebrado estos días, pero algunas de estas conmemoraciones se han empeñado en situarlo casi en un pasado remoto, desligado de las actuales movilizaciones contra los recortes. 

La realidad es exactamente la contraria. Hay un hilo que une el 14-D de 1988 con la marea de luchas levantada a partir de 2010 contra los tijeretazos en salarios, pensiones, sanidad, educación… Y en ambos momentos, a pesar del empeño por silenciarla, la lucha obrera y sindical ha sido punta de lanza de la movilización general.

“Hemos parado hasta los relojes”. Con esta expresiva frase, el entonces secretario de Organización de CCOO, Chema de la Parra, definió el éxito rotundo de la huelga general celebrada el 14 de diciembre de 1988.

En ella participó el 90% de la población activa, más de 8 millones de trabajadores. La crónica de El País, titulada “La huelga general paralizó ayer España”, reconocía que “la actividad industrial, recreativa y comercial de España quedó paralizada ayer casi totalmente por la huelga general contra la política económica del gobierno”.

No hubo guerra de cifras. Los hechos eran demasiado contundentes. Incluso el gobierno de Felipe González tuvo que reconocer el éxito de la huelga.

Todos los españoles tomaron conciencia del carácter masivo de la movilización desde el primer segundo de ese 14 de diciembre. La dirección de RTVE, entonces la única televisión, había garantizado que la programación continuaría con normalidad. Pero a las 00:00 horas, cuando comenzaba el día de huelga, en las pantallas apareció un fundido en negro. Los técnicos y trabajadores, desoyendo las órdenes de la dirección y obedeciendo a la asamblea de huelga, habían cortado la señal.

El apoyo a la movilización fue de tal magnitud que incluso el sindicato de futbolistas creó un comité de huelga encabezado por las principales estrellas de la liga.

¿Cuáles fueron las razones del éxito del 14-D? ¿Qué enseñanzas podemos extraer para el presente?

Las políticas de los gobiernos de Felipe González habían creado el caldo de cultivo de la indignación. La promesa de “800.000 puestos de trabajo” con que arraso en las generales de 1982 se había transformado, tras la liquidación de sectores industriales impuesta como precio a la entrada en la CEE, en 650.000 trabajadores despedidos. Las sucesivas reformas laborales abrieron paso a la temporalidad, la precariedad y el abaratamiento del despido. Hasta las pensiones son rebajadas, dando como resultado que el 80% de ellas estuviera por debajo del salario mínimo.

Felipe González consideraba que todo estaba “atado y bien atado”. Que la desmovilización y reflujo de la lucha popular impuesta tras el cierre de la transición impediría cualquier respuesta significativa, especialmente contra “un gobierno socialista”.

Pero la realidad fue otra. Se multiplicaron las luchas obreras contra los estragos de la reconversión industrial, en Sagunto, Reinosa, Asturias, Cádiz, Euskadi, Galicia… Y el rechazo a las medidas antipopulares del gobierno, mayoritaria entre las bases, se trasladó también a las cúpulas de los sindicatos.

El 14-D el movimiento obrero emergió como la única oposición posible a las políticas antipopulares de los gobiernos de González

En un gesto inédito en los 100 años de historia del sindicato, el secretario general de la UGT, Nicolás Redondo Terreros, rompió con la dirección del PSOE. Abandonando primero su cargo de diputado en protesta contra la ley que recortaba las pensiones. E impulsando la unidad de acción con CCOO. La conjunción de los dos mayores sindicatos estaba prohibida “de facto”, por temor a las consecuencias que podía provocar la revitalización de la lucha obrera.

La aprobación del Plan de Empleo Juvenil por parte del gobierno de González, que condenaba a la juventud trabajadora a condiciones de híper-explotación, fue la gota que colmó el vaso. Provocando la convocatoria de una huelga general unitaria. A CCOO y UGT se sumaron los demás sindicatos, USO, CNT, ELA en Euskadi, CIGA en Galicia…

Suele valorarse que, a pesar de su enorme éxito, el 14-D no consiguió cambiar las políticas de los gobiernos de González, y que los recortes acabaron imponiéndose igualmente.

Esta lectura (conveniente para difundir la apatía bajo el argumento de que “al fin y al cabo movilizarse no sirve para nada”) tergiversa la realidad. Felipe González tuvo que retirar el Plan de Empleo Juvenil, algo que nunca había hecho, y no volverá a hacer otra vez. Y se vio obligado a ofrecer contrapartidas, como el actual sistema de pensiones no contributivas o el derecho a la negociación colectiva para los empleados públicos.

Después del 14-D vinieron otras nueve huelgas generales, expresión del nivel de combatividad del pueblo español. Podemos decir sin temor a equivocarnos que sin ellas, sin la lucha que impulsaron, la situación que vivimos, los derechos que disfrutamos, sería muy diferente.

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