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Déficit a la carta: las espadas siguen en alto

LA REUNIÓN que mantuvo ayer Mariano Rajoy con los barones territoriales del PP para llegar a un acuerdo sobre el objetivo de déficit de las comunidades había despertado mucha expectación, ya que varios presidentes autonómicos habían expresado críticas hacia la solución «a la carta» que el Gobierno pretende para Cataluña. Aunque Rajoy había advertido que se llegaría a un acuerdo «sensato y razonable», este encuentro se saldó con un fracaso. Tal vez la mejor expresión del mismo sea el comunicado hecho público por el PP, redactado con ese lenguaje estereotipado –los franceses lo llaman «de madera»– que tanto contribuye a alejar a los ciudadanos de las instituciones. Los presidentes autonómicos «ponen en valor que, gracias a los esfuerzos de los ciudadanos, la situación es muy distinta a la de hace un año». Así comienza el comunicado que remite la solución del conflicto a la próxima reunión del Consejo de Política Fiscal.

En realidad, Rajoy fracasó en su intento de lograr que los barones del PP concedieran al Gobierno un cheque en blanco para establecer los objetivos de déficit con criterios no económicos, sino políticos y vinculados al deseo del presidente del Gobierno de rebajar la fiebre independentista de Mas a base de darle un respiro fiscal. Aunque es el extremeño Monago el más locuaz de los que se oponen a los planes de Rajoy, los presidentes de Madrid, Galicia y Castilla y León tampoco están dispuestos a aceptar el objetivo «a la carta». Tal y como señalaron González y Rudi, es toda una paradoja que hace un año se hablara de una posible intervención de las cuentas de las comunidades no cumplidoras –según lo aprobado en la Ley de Estabilidad– y ahora se quiera permitir un déficit mayor a las que no han hecho sus deberes, aunque tengan margen para ello, como Cataluña.Sin embargo, otras comunidades gobernadas por el PP como Valencia y Murcia –también incumplidoras– estarían dispuestas a asumir un déficit asimétrico, lo cierto es que Rajoy se enfrenta a un auténtico lío, cuya resolución no se presenta fácil. Las espadas siguen en alto hasta el Consejo de Política Fiscal, por lo que el Gobierno iniciará ahora una negociación bilateral con el fin de compensar –con infraestructuras por ejemplo– a las autonomías díscolas. Hay que recordar que este tipo de chalaneos rompe la doctrina del PP, que siempre ha presumido de defender lo mismo en todos los lugares de España.Sea cual sea la solución definitiva, el Gobierno se dejará pelos en la gatera y credibilidad ante los ciudadanos que están haciendo grandes sacrificios, mientras que el Estado autonómico sigue sin adelgazar. Las autonomías que se niegan a aceptar la injusticia que supone premiar a los incumplidores y castigar a los que cumplen tienen razón. Lo que debería hacer Mariano Rajoy es plantarse ante Artur Mas y pedirle que se ajuste al déficit como el resto. El presidente catalán aún tiene mucho margen para hacer recortes.

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