Nueva ola de movilizaciones de la Marea Blanca

Defender la Sanidad Pública, un tesoro de todos

El deterioro de la Sanidad Pública no es fruto de la negligencia. Es un proceso deliberado que busca un objetivo: impulsar el negocio de la sanidad privada, en manos de grandes entidades financieras... y cada vez más, del capital extranjero.

Comienza el año con una potente ola de protestas y movilizaciones por la Sanidad Pública en al menos ocho comunidades autónomas, una revigorizada Marea Blanca en defensa del Sistema Público de Salud que puede y debe «contagiarse» a toda España, ante la existencia de los mismos problemas estructurales, de las mismas dolencias crónicas -más o menos acusadas- en los sistemas sanitarios de todo el país.

Por toda España, una gran corriente unitaria en la que en primer lugar están los trabajadores sanitarios y sus sindicatos -médicos, enfermeras, TCAEs, celadores, ambulancias, limpieza, administrativos, mantenimiento- pero también las asociaciones de vecinos y de pacientes (y en general toda la ciudadanía), exige lo mismo:

Acabar con la dramática degradación de la calidad asistencial, con una Atención Primaria y unas urgencias hopsitalarias perpetuamente sobrecargadas; con eternas listas de espera quirúrgicas y de especialistas que suponen la diferencia entre la curación y la enfermedad, o -algunas veces- entre la vida y la muerte.

Acabar con la permanente falta de personal, fruto a su vez de la crónica precariedad e interinidad de las plantillas sanitarias, con bajas retribuciones y horarios semanales imposibles, con guardias interminables.

Y como base de todo, una desinversion presupuestaria recalcitrante, aparejada a una persistente externalización de los servicios sanitarios, algo que no es otra cosa que una privatización encubierta.

Lo que la Marea Blanca y las organizaciones de trabajadores sanitarios reclaman, una Sanidad Pública y de Calidad, mejorar las condiciones de trabajo del personal sanitario para mejorar la calidad asistencial de los ciudadanos, es una exigencia tan elemental como esencial y democrática.

A pesar de los esfuerzos por socavarlo, tenemos un Sistema Público de Salud que es uno de los mejores del mundo. Es gratuito -gracias a la financiación pública- y con criterios de acceso universales, basados en la necesidad y no en la renta. Solo basta mirar a países como EEUU -donde cualquier persona que ingrese en Urgencias puede salir arruinada o endeudada por años y décadas- para darnos cuenta de que la Sanidad Pública es una de las grandes conquistas de la lucha popular. Un tesoro que no podemos dejar que nos arrebaten.

Defender la Sanidad Pública, junto a la educación o las pensiones, es una obligación vital desde los intereses populares.

Pero para defenderla hay que comprender a qué amenazas se enfrenta.

Como ocurre con las enfermedades, estamos ante un conjunto de síntomas que delatan una mal subyacente, provocado por un patógeno. Y ese no es otro que la voracidad monopolista, que los intereses del gran capital, nacional y extranjero.

El deterioro de la Sanidad Pública no es fruto de la negligencia. Es un proceso deliberado que busca un objetivo: impulsar el negocio de la sanidad privada, en manos de grandes entidades financieras… y cada vez más, del capital extranjero.

A pesar de los recortes, o mejor dicho gracias a ellos, el gasto privado en sanidad ha ido aumentando persistentemente en los últimos 20 años, hasta suponer casi el 30% del total. Alcanza ya los 33.398 millones de euros, un 2,7% del PIB. A lo que hay que añadir el gasto sanitario público desviado a manos privadas a través de conciertos, que supone el 0,66% del PIB.

Este es el objetivo que hay detrás de los recortes en sanidad. Quieren convertir un derecho conquistado gracias a la lucha popular en un negocio privado. Al degradar la sanidad pública (aumentando las listas de espera, ofreciendo peores servicios…) están obligando a millones de personas a destinar parte de sus recursos para contratar un seguro privado. Y condenando a quienes no pueden hacerlo a una peor sanidad, recortando su salud e incluso sus años de vida.

Necesitamos una sanidad pública a prueba de pandemias. Destinando los recursos necesarios, protegiendo tanto a profesionales como a pacientes. Esta debe ser una exigencia que una al 90% de la sociedad. Es mucho lo que nos jugamos. El negocio privado de unos pocos no puede alimentarse de recortar los derechos de la mayoría.

Deja una respuesta