Selección de prensa nacional

De Verdad contra la crisis

Desinterés, apatí­a, desencanto, desilusión, indiferencia,… a los medios de comunicación de nuestro paí­s se les agotan los adjetivos a la hora de calificar la nula capacidad de movilización que las grandes fuerzas polí­ticas han generado en el electorado ante la jornada de mañana.

Para El País, “los artidos se han enzarzado en debates en clave puramente nacional, y lo que es peor, en muchos casos, de una ínfima altura”, por lo que la enorme abstención prevista debe anotarse en su cuenta. Aunque tampoco es capaz de encontrar argumentos de peso que inviten a votar más allá de abstractos llamamientos a votar como “deber cívico y también un derecho al que no hay que renunciar”. Lo que no parece que vaya a tener un efecto de arrastre especialmente intenso en el electorado. Para El Mundo, no hay duda de que el gran triunfador de mañana va a ser el partido de la abstención. Y aunque reparte las culpas por igual entre PSOE y PP, tampoco el diario de Pedro Jota tiene dudas acerca de que hay que aprovechar la ocasión para dar un voto de castigo a Zapatero, para lo le parece “obvio que la lista del PP es el instrumento más eficaz para ello”. El otro gran diario nacional, ABC, ya está vendiendo la piel del oso antes de cazarlo, y da poco menos que por segura la victoria del PP sobre el PSOE, aunque sin atreverse a cuantificarla. Algo que le parece innecesario puesto que “para José Luis Rodríguez Zapatero, perder frente a Mariano Rajoy nunca sería «dulce» ni consolable”. A nosotros, por nuestra parte, no nos queda más que animarles a que, frente el ínfimo debate sin programas ni ideas que han desarrollado los principales partidos, den su voto a la candidatura DE VERDAD CONTRA LA CRISIS de Unificación Comunista de España. Una candidatura con ideas y con programa. Editorial. El País VOTAR EUROPA La última fase de la campaña para las elecciones al Parlamento Europeo, que se celebran mañana, ha confirmado los peores augurios. Los partidos no sólo han seguido ignorando que el asunto sobre el que se vota es el futuro de la Unión Europea, y lo que a ese futuro pueda aportar la Cámara de Estrasburgo. Se han enzarzado en debates en clave puramente nacional, y lo que es peor, en muchos casos, de una ínfima altura. Y además preparan una lectura interna del resultado. El PSOE ha centrado su mensaje en agitar el miedo al retorno del PP, con el único barniz europeo de preservar y ampliar el modelo social de la UE. Y el PP ha removido todos los temas menos los que afectan a Europa: aborto, paro o los desplazamientos del presidente del Gobierno. Las escasas excepciones, salpicadas en algún debate televisado, sólo han confirmado la regla. Algunos de los partidos minoritarios, sobre todo las coaliciones nacionalistas o IU-IC, intentaron no esquivar el bulto del asunto sobre el que se votará. Pero sus exhibiciones de europeísmo autoproclamado contrastan con la realidad de que sus programas, o sus cabezas de lista, están sesgados por un incipiente euroescepticismo, como se demostró en su actitud refractaria u hostil en el referéndum sobre la Constitución europea (y en cambio, su aplauso a su versión menos ambiciosa, el Tratado de Lisboa). La enorme abstención prevista puede anotarse, pues, en la cuenta de los partidos, aunque sus víctimas sean el prestigio y la legitimidad de la Eurocámara, y de rebote, lo que significa en el entramado comunitario: un contrapeso a las tendencias individualistas de muchos de los Gobiernos. Es falso que el desinterés de la ciudadanía por Europa sea inevitable, y la prueba es que en otros momentos ha formado parte de las aspiraciones compartidas por todo el electorado. Y no es cierto que sea incapaz de entender su alcance y necesidad en un mundo globalizado, en el que las decisiones nacionales apenas tienen incidencia. Quienes han sido incapaces de vincular el debate nacional con las políticas europeas han sido los partidos. El Parlamento que surgirá del 7-J ostentará muchas competencias para codecidir con los Gobiernos en la UE. De hecho, más competencias que nunca, a menos que las crisis checa y británica arruinen el Tratado de Lisboa. Aunque le falte la potencia de arrastre que supondría la capacidad para designar un Gobierno, podrá influir en la política contra la crisis, la evolución del modelo social o los dilemas ambientales. Así sucedió en la última legislatura en asuntos como los vuelos secretos de la CIA o las directivas más escoradas hacia el ultraliberalismo social. La UE afronta retos como el de completar la unión económica y monetaria, reforzar la política exterior, salvar el Estado de bienestar o incrementar la seguridad interna. Para ello conviene evitar la erosión de legitimidad asociada a la abstención. Pese a la lógica tentación de castigar a toda la clase política, no hay que olvidar que votar es un deber cívico y también un derecho al que no hay que renunciar. EL PAÍS. 6-6-2009 Editorial. El Mundo UNAS ELECCIONES PARA CASTIGAR A ZAPATERO POCAS DUDAS caben de quién va a triunfar en las elecciones del próximo domingo: el partido de la abstención. Y es que habría muchas razones para no acudir a las urnas en esta ocasión, pero votar es un derecho de los ciudadanos que ha sido arduamente conseguido y al que, por ello, no se debe renunciar. Lo que los votantes eligen en estas elecciones es a sus representantes en el Parlamento Europeo, una institución de limitadas competencias y que no ejerce una función real de control de las decisiones que adoptan los órganos ejecutivos de Bruselas. Ésta es la realidad, aunque no nos guste. Estos comicios se celebran además en unos momentos de profunda crisis del proyecto europeo, con el Tratado de Lisboa pendiente de ratificación. Las sucesivas ampliaciones han debilitado la cohesión de la Unión Europea (UE), un gigante con pies de barro. A la parálisis del proceso de construcción europea se suma la desastrosa campaña electoral que han hecho los grandes partidos, ocupados en descalificaciones mutuas de baja estofa y eludiendo cualquier debate serio sobre Europa. Ahí queda la lamentable intervención de Zapatero en Barcelona, cortejando al electorado catalán a costa de proclamar que lo blanco es negro. Por si esto no fuera suficiente, PP y PSOE han elaborado sus listas de forma endogámica, proporcionando un retiro de lujo a las viejas figuras o una actividad muy bien remunerada a los parientes en paro. Todo ello configura un panorama desolador, que invitaría a quedarse en casa si no fuera por dos razones que hay que considerar. La primera, la importancia de relanzar el proyecto europeo que necesita de un empujón de todos. La integración en Europa ha sido clave para nuestro progreso económico y político y ahora no podemos dejar que el sueño europeo se difumine lentamente ante la pasividad generalizada. La UE es un marco de convivencia y cooperación, una fuente de estabilidad política en un continente con una historia traumática y un motor de crecimiento económico. Votar mañana significa apostar por ese gran proyecto. Pero hay una segunda razón que nos aconseja recomendar que los ciudadanos vayan a las urnas: es la oportunidad de castigar al Gobierno de Zapatero por sus 15 meses de gestión, que arrojan un demoledor balance negativo. Desde el punto de vista de la economía, el Gobierno ha demostrado su ineficacia para combatir una crisis que le desborda. Desde el punto de vista político, Zapatero está virando hacia un sectarismo cada vez más agudizado. Teniendo en cuenta que las próximas elecciones municipales y autonómicas son dentro de dos años, la cita del domingo es una gran ocasión para que los ciudadanos puedan expresar el rechazo que suscita la deriva del Gobierno. Aunque Rajoy ha hecho un gran esfuerzo personal en este campaña, da la impresión de que el PP ha perdido la oportunidad de que el electorado pudiera visualizar esa renovación que propugna, que desde luego no queda reflejada en su lista ni en algunos de sus mensajes. UPyD ha sido víctima de la marginación de los medios estatales, pero tampoco ha logrado en esta campaña transmitir una idea fuerza que le permita dar ese salto que necesita. Ayudarle a entrar en Europa es, en todo caso, un objetivo tan noble como recomendable pues se trata del único partido con un proyecto fiable de regeneración democrática. En suma, como no hay en juego un cambio de Gobierno ni ninguna decisión trascendental que afecte a Europa, recomendamos a los ciudadanos que voten como les parezca mejor para castigar a Zapatero. Y es obvio que la lista del PP es el instrumento más eficaz para ello. EL MUNDO. 6-6-2009 Editorial. ABC CARTAS ECHADAS PARA PP Y PSOE LA campaña electoral para el Parlamento Europeo ha finalizado en medio de críticas a los principales partidos por el sesgo de sus estrategias y discursos. Se ha tratado, sin duda, de una campaña trufada por polémicas absolutamente ajenas al debate de programas e ideas, pero, por otro lado, habituales en toda contienda electoral y en todas las democracias europeas. Cuestión distinta es el bajo perfil personal que han exhibido algunos dirigentes políticos, cercano al ridículo, con frases pretendidamente ingeniosas o desproporcionados ataques a terceros. En esto, la clase política tiene motivos para sentirse censurada y obligada a rectificar, porque no basta con tener carné y ser leal para asumir ciertos cargos de primera línea. Ahora bien, el reproche menos razonable es el que se centra en un exceso de contenido «nacional» y poco europeo en los discursos de PP y PSOE. La abstención del 7-J no vendrá precisamente porque los españoles sientan defraudado su europeísmo. La confrontación de planteamientos sobre la crisis económicas y laboral que sufre España y la oposición de ideas sobre el futuro de nuestro país eran opciones inevitables para populares y socialistas, que asumieron desde las elecciones generales de 2008 que la ronda electoral de 2009, iniciada con las autonómicas de Galicia y País Vasco y que finalizará mañana con las europeas, iba a ser una prueba definitiva para el Gobierno del PSOE y para la oposición liderada por Mariano Rajoy. Lo nacional no puede ni debe ser excluido de una contienda electoral entre partidos que son nacionales. Tampoco es un defecto español. Gran Bretaña ha votado con la vista puesta en el escándalo de los gastos pasados por sus diputados a los fondos públicos del Parlamento y condicionada por el fuerte desgaste de su Gobierno. También Holanda ha votado pensando en sus problemas internos, y lo ha hecho dando la segunda plaza a un partido de extrema derecha, abanderado de una línea dura y xenófoba contra la inmigración. Es lógico y hasta deseable que mañana se vote en España con conciencia de la situación de crisis económica y laboral que se está viviendo. Por ese significado inevitablemente interno que tendrán las elecciones de mañana, conviene tomarlas con perspectiva para dar a sus resultados el valor real que puede derivarse de que el PSOE las pierda. Sería la primera elección a nivel nacional que ganaría el PP de Rajoy al PSOE de Rodríguez Zapatero. Este efecto político será el mismo fuera cual fuera la diferencia de los populares sobre los socialistas, quienes ya han empezado a difundir la doctrina de la «dulce derrota», considerando que sería un éxito perder por poco. Para José Luis Rodríguez Zapatero, perder frente a Mariano Rajoy nunca sería «dulce» ni consolable. El factor de la abstención es imprevisible, pero para los dos principales partidos, porque están recientes los casos de las elecciones generales de 2008 y de las gallegas de este año, en las que el incremento de participación benefició también al Partido Popular. Incluso la mayor razón de los populares para creer en la victoria de mañana es la movilización de su electorado propio y de los desencantados con el PSOE. Lo obvio -que se trata de elecciones al Parlamento europeo-, es compatible con lo realista, de modo que las urnas pueden significar mañana un punto y aparte en esta segunda legislatura socialista. ABC. 6-6-2009 Editorial. Expansión DESENCANTO ANTE LA CITA CON LAS URNAS Faltan pocas horas para la nueva cita con las urnas, en la que los españoles elegirán a sus representantes en el Parlamento europeo, y sin embargo, y a pesar de las dos semanas de campaña o quizás por ello, no se percibe en la calle ningún entusiasmo preelectoral. Las razones de esta aparente falta de sintonía de los ciudadanos con las elecciones europeas pueden ser diversas. Por un lado, la virulencia de la crisis económica, con más de cuatro millones de parados en España, de los que casi un millón y medio no tienen ninguna prestación, y las escasas expectativas de recuperación se ha convertido en el principal motivo de preocupación de los españoles, desplazando a todo lo demás. Por si fuera poco, durante la campaña, los políticos, más preocupados por atacarse y descalificarse –los agresivos vídeos del PSOE difícilmente van a movilizar a alguien que no sea ya un incondicional, mientras que los temas en los que se ha centrado el PP tampoco son cautivadores–, no han sabido articular soluciones para este gran problema. Los ciudadanos no llegan a entender qué puede aportar en estos momentos Europa. Y lo cierto es que los políticos tampoco han sabido explicárselo. De momento, Europa vive también esclerotizada, porque sus líderes han sido incapaces de coordinarse en la lucha contra la crisis y cada uno ha hecho la guerra por su cuenta. La ampliación no ha sido lo exitosa que se esperaba, ya que la entrada de nuevos miembros ha complicado aún más la toma de decisiones, lo que ha supuesto un frenazo institucional en el peor momento. En esta tesitura no sería extraño que el domingo un buen número de ciudadanos no acuda a las urnas. En cualquier caso, el resultado puede ser un buen test para calibrar las posibilidades futuras tanto del presidente Zapatero como de Rajoy. Una victoria de Mayor Oreja dejaría a Zapatero a los pies de Rajoy. Pero una derrota del PP le daría alas al PSOE para abrir de nuevo una crisis de liderazgo entre los populares, lo que permitiría a Zapatero ganar tiempo a la espera del milagro de que en algún momento los brotes verdes florezcan. EXPANSIÓN. 6-6-2009

Deja una respuesta