Arte

De Trileros y Pedigrí­

Un grupo de expertos y galeristas consultados por la agencia EFE, afirman que el arte «ha sido, es y será una buena inversión» y que como a parte de los económicos proporciona «beneficios evidentes como el prestigio social y cultural», saldrá «reforzado» de esta crisis. Si, pero no exactamente. Existen aproximadamente 18.000 galerí­as y 1.500 casas de subastas en el mundo con un volumen de ventas de 9.000 millones de dólares, sin contar una parte importante del mercado secundario

A diferencia del mercado rimario – cuyo precio por centímetro cuadrado en una exposición es igual para todas las obras -, en el mercado secundario solo se incluyen las obras que provienen de reconocidos creadores, con un largo historial de exposiciones, buen estado físico y certificado de autenticidad; en este caso los ingresos por pieza se disparan. 13.ooo millones de dólares es el monto total. Pero solo dos de las principales galerías del mundo, Christie´s y Sotherby´s, acaparan el 40%. La fluctuación de los precios de las obras de artista “en activo” funciona por acumulación de mecenazgos. Es decir, la cantidad de menciones, apoyos, promociones que tenga, por lo que la intervención de las grandes firmas es determinante. Claro que existen intermediarios que se salen de los circuitos “pymes” – el negocio honrado -, especuladores, contrabandistas y trileros que suelen existir a la sombra de los grandes. Pero éste no es el papel crucial, ni el valor objetivo de las obras de arte. Al finalizar la II Guerra Mundial, mandos del ejército norteamericano dieron órdenes para apoderarse en primer lugar del oro. No tardó en llegar la contraorden del Pentágono: Primero científicos, después obras de arte. Su valor es el de expresar un pedigrí determinado, una posición de clase que otorga poseer tales mercancías de valor tan exclusivo. Cualquier pieza reconocida – un Picasso – contiene, evidentemente, el valor del conocimiento artístico acumulado por la Humanidad hasta ese momento. Pero no es eso de lo que estamos hablando. Igual que no hablamos de lo que debería ser; aproximadamente existe una obra de arte en venta por cada 400 habitantes y por desgracia menos de 1 persona por cada 400 del planeta ha estado en un museo. El arte sirve en el capitalismo para constatar la clase a la que pertenece el pujador-comprador-poseedor, que le permite semejante desembolso. No en vano, las más importantes colecciones del mundo están en manos de grandes entidades bancarias, al igual que son éstas las que financian con donaciones los principales museos. La colección del Manhattan Chase Bank consta de más de 9.000 obras y las compras de David Rockefeller son ya famosas en los medios de comunicación mundiales. Tampoco hace falta irse lejos, el Banco Santander posee una colección compuesta por “incuestionables” de todo género: Zurbarán, Tàpies, Serra, Tintoretto, Rubens, Van Dyck, Saura, Sorolla, Chillida… Los trileros también hacen el trabajo más sucio – se calcula que existen 160.000 obras de gran valor desaparecidas en España -, pero el pedigrí manda. A nadie le debe sorprender encontrar a uno de los directivos de Sotherby´s, Allan Gotlieb, junto a David Rockefeller en la fundación de la Comisión Trilateral, de la que por cierto fue primer director Zbigniew Brzezinski, actual asesor de Barack Obama.

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