¿De qué hablan?

“Hablar de la verdad es la herramienta más poderosa que tenemos” fue una de las frases que utilizó Oprah Winfrey en su discurso en los Globos de Oro, denunciando todos los casos de acoso sexual que se han destapado en Hollywood, ese castillo de fantasía lleno de mugre.

Resonó como un relámpago rompiendo el silencio que durante años hemos sufrido las mujeres. Salma Hayek, una de las primeras valientes en atreverse a desenmascarar a Harvey Weinstein (el primero de una larga lista) representa la situación de millones de mujeres en todo el mundo, pero con rostros desconocidos para el resto del planeta. Todas las mujeres en algún momento de nuestra vida nos hemos sentido como ellas.

Yo también. Por eso nace #MeToo rompiendo fronteras y generaciones desde la auténtica y profunda empatía entre las mujeres, incluso separadas por miles de kilómetros. Abriendo una oleada de movimientos y declaraciones de mujeres que se han sumado a esta causa.

Cuando las intelectuales francesas afirman en su manifiesto que “la violación es un crimen, pero la seducción insistente torpe no es un delito”, nosotras no sabemos de qué hablan. Si se refieren a un hombre que te persigue en una discoteca para conseguir tu número o intenta meterte mano en un autobús lleno de gente…no me iría precisamente a tener una velada romántica con él. Situaciones que en muchos casos resultan de lo más cotidianas o a las que nos hemos prácticamente acostumbrado. Pero que encierran una brutal represión para la mujer, colocándonos en una posición de vulnerabilidad asfixiante, independientemente de la capacidad de respuesta. Sus argumentos no solo están completamente alejados de la realidad a la que nos enfrentamos, sino que justifican abiertamente y sin tapujos el acoso y el machismo.

Las mujeres nos hemos criado así desde que hemos nacido. Concibiendo como normal nos acompañen a casa un sábado noche después de salir porque ir sola es muy peligroso. Entonces, ¿de qué galantería me hablan ustedes?

Parece mentira que después de lo ocurrido aún tengamos que decir que no hace falta literalmente violar a una mujer para hacerle sentir violada.

Ya en el siglo pasado el marxismo establece que la lucha de clases lo recorre todo. Absolutamente todo, también el machismo.

En un sistema capitalista basado en la exacerbada explotación es una forma más de oprimir, en la que nos educa la burguesía para que siga reproduciéndose y mantener su depredador “orden establecido”.

La realidad incontestable es que todas las libertades que tenemos han sido posibles por la organización y lucha de los pueblos, esta sigue siendo hoy la única forma de transformar el mundo. Como la gran revolucionaria Alexandra Kollontai formuló, “tenemos que hacer añicos el peso que el capitalismo ha cargado sobre los hombros de la mujer”.

Viva todas las madres como Juana Rivas

Viva todas las mujeres como Salma Hayek, y todas las que le siguieron.

Viva todas las heroínas anónimas que luchan cada día por su libertad.

Por todas ellas.

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