Teatro - Ante la muerte de Pepe Rubianes

De profesión guindilla

Nacido en Vilagarcí­a de Arosa, Pontevedra, desde su infancia vivió en Cataluña donde desarrolló su carrera.Estudiante de filosofí­a y de derecho, a lo largo de su vida fue desarrollando un personaje descreí­do, sarcástico y polifacético.

Inició su carrera actoral formándose en colaboraciones con gruos de teatro independientes como Dagoll Dagom, Teatre Lliure o Els Joglars donde desarrolló sus facetas artísticas para, posteriormente, emprender una carrera en solitario como monologuista, aspecto en el que destacó notablemente llegando a alcanzar buena y merecida fama como un maestro de la ironía. Amante y experto en mímica, sus espectáculos en solitario rebosan una expresividad gestual muy significativa. En Televisión destaca su interpretación de Makinavaja, personaje creado por el fallecido dibujante Ivá. En 2006 intentó llevar a los escenarios madrileños Lorca eran todos, en homenaje al poeta, pero, tras una agria discusión con las autoridades de la Comunidad de Madrid, el actor desistió de su estreno.Como buen agitador de conciencias, lo mismo pontificaba contra la unidad de España que defendía su pertenencia a la España democrática y constitucional. Nunca fue actor para todos los públicos, pero siempre se dirigió a la mayoría. Sus arengas “moralizantes” contra la moral suponían desde es escenario el azote de la buena sociedad, que persistentemente le negaba el saludo en forma de improperios, cuando no de demandas por injurias.Nunca fue amigo de disfrazar la realidad, y así en sus espectáculos la presentaba sin maquillaje, en crudo y en directo, como la vida misma. Hoy, que tanto en Cine como en Teatro se procuran “limar las asperezas” de una verdad que no conviene narrar, o encubrir unos hechos que no conviene airear, o disfrazar circunstancias que no conviene presentar, es muy de agradecer que alguien nos cuente, con la frescura de un niño, pero sin su inocencia, los asuntos que nos preocupan de este mundo.Los que le conocieron dicen de él que era una buena persona. Demos, pues, un último aplauso a Pepe Rubianes, un actor galaico-catalán (como él mismo se definía) que asumió con orgullo la culinaria tarea de parecerse a la guindilla, es picante, sabrosa y potencia el sabor de las obras que interpreta.

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