Elecciones anticipadas en Argentina

De la crisis económica a la ingobernabilidad

Con la propuesta de adelantar las elecciones legislativas (de congresistas y senadores) de octubre a junio, Cristina Kirchner pretende huir del desgaste polí­tico de su gobierno producto de la crisis económica que empieza a castigar severamente al paí­s.

Las antiopulares políticas de la Kirchner ante la crisis están generando un intenso rechazo social, una amplia movilización y, como consecuencia, una pérdida de popularidad e intensión de voto a su partido. Ejemplo de ello es el fuerte revés sufrido en la primera de las elecciones legislativas previstas para este año en la provincia de Catamarca; allí el candidato de los Kirchner obtuvo 10 puntos menos de votos en comparación al primer partido de la oposición, el Frente Cívico y Social. Por otra parte, puede estarse gestando una división dentro de la clase dominante argentina –hasta ahora unida entorno al gobierno de Kirchner- sobre cuál es la mejor alternativa para los próximos años. Un rápido desgaste que explica la intención del gobierno de adelantar las elecciones 4 meses para evitar una debacle electoral. Pero ¿qué pasa hoy en Argentina con la crisis? Las primeras consecuencias de la crisis (cierres de empresas, caídas de las exportaciones, desaceleración en general de la actividad productiva y comercial) están provocando un doble movimiento en el país: por una parte, un amplio estallido social y por otra, un movimiento hacia la unidad de los diferentes sectores. Dos elementos combinados que pueden crear a mediano plazo -de intensificarse- una auténtica crisis de gobernabilidad, como ya ocurrió en el 2001 con el Corralito. No hay día en que en el país no se convoque una protesta o corte de ruta: docentes, campesinos, obreros, portuarios, parados… todos los sectores sociales están en movimiento. Al mismo tiempo, se están creando organizaciones “multisectoriales” en las que se han unido trabajadores de la agroindustria, la alimentación, y rurales, con los chacareros autoconvocados y corrientes combativas de las organizaciones agrarias, las cámaras de comercio y de las Pymes locales, intendentes y dirigentes políticos. Si, como afirma la misma presidenta argentina, el país se enfrenta a la peor crisis de los últimos 100 años (por tanto, una crisis mayor a la del Corralito del 2001) nada está haciendo el gobierno por las clases populares. La rebelión que se expande por todo el país obedece la percepción de que el gobierno con sus medidas quiere hacer pagar al pueblo la crisis. Sin embargo, una oposición históricamente atomizada, no ofrece -de momento- ninguna alternativa clara de unidad nacional frente al Kichnerismo. Pero la crisis está creando nuevas condiciones que pueden alterar rápidamente el escenario político y social argentino: “Amanecerá y veremos”.

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