De Guindos: ¿un español en el BCE?

Finalmente, el canje de cromos y los equilibrios de poder en los asientos del BCE han dado la vicepresidencia del Banco Central Europeo (BCE) a Luis de Guindos, cerrando así seis años sin ningún español al frente de un puesto de responsabilidad en las instituciones europeas. Pero si por algo se caracteriza el actual ministro de Economía es por ser un hombre vinculado a Wall Street y a los centros de poder del hegemonismo norteamericano.

Pese a haber recibido el varapalo de la Eurocámara, donde diferentes grupos parlamentarios dieron el apoyo a su contrincante, el irlandés Philip Lane, finalmente en el cónclave del Eurogrupo los ministros de economía de la UE ya habían hecho otras cuentas -sobre todo Alemania- y el puesto fue otorgado al español. Se acaba así el largo lustro en el que España -cuarta economía de la zona euro- ha desaparecido de los cargos importantes en los organismos de la UE. El propio de Guindos, en su libro España amenazada, afirmaba que el hecho de que desde 2012, ningún español tuviera un puesto relevante en la Unión -especialmente en el BCE- suponía «un descenso a la segunda división política». Esto ha sido fruto de la voluntad de las grandes potencias europeas -principalmente Alemania y Francia- por mantener a España degradada en el juego de poder europeo, para poder imponerle todo tipo de medidas draconianas según interesaba al diktat alemán.

Pero ¿va a suponer el nombramiento de De Guindos, de forma sustancial, un cambio en la degradación de España? ¿Va a potenciar el peso de nuestro país en las estructuras de la Unión? ¿Ayudará en algún aspecto a la recuperación de nuestra perdida soberanía nacional?

De Guindos será en junio el número dos de Mario Draghi, pero todo tiene un precio: a cambio Berlín se asegura que el sucesor de Draghi en la presidencia del BCE sea el actual presidente del Bundesbank, Jens Weidmann. Un cuadro de factura puramente teutona, defensor del endurecimiento monetario y detractor de las compras de deuda. Un “halcón” de la oligarquía financiera germana.

Con Weidmann al volante, el BCE promete ser, todavía más de lo que siempre lo ha sido, un intransigente instrumento del poder de la burguesía monopolista alemana sobre Europa. El Banco Central Europeo es un poderoso aparato de poder supraestatal: imprime la moneda de la UE (el euro), fija los tipos de interés, supervisa y arbitra el funcionamiento del sistema financiero. Ha sido y es una de las instituciones clave en la imposición de todo tipo de medidas de austeridad y recortes, que han esquilmado y saqueado a los países del Sur de Europa -España, Grecia, Italia, Portugal, denominados despectivamente PIGS- para enriquecer a las plutocracias financieras y monopolistas más poderosas de la UE, especialmente la alemana.

Pero siendo el BCE un vehículo esencialmente alemán, en el asiento del copiloto hay hombres fieles a Washington. Figuras como Mario Draghi, director hasta 1990 del Banco Mundial y vicepresidente para Europa hasta 2006 del norteamericano Goldman Sachs, cuarto banco de inversión del mundo, uno de los núcleos de poder de la oligarquía financiera yanqui y uno de los máximos responsable de la crisis originada por la estafa de las hipotecas subprime.

Un perfil parecido es el que cumple De Guindos, que fue director para España y Portugal de la mismísima filial de Lehman Brothers hasta 2008. Un ejemplo prototípico del tipo de cuadros, formados y cooptados por la superpotencia e instalados en puestos claves que se aseguran que el devenir económico de los países vasallos de EEUU no se sale de los márgenes de los intereses del otro lado del Atlántico.

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