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10-7-2017
Los días 7 y 8 de julio se celebró la 12ª cumbre del G20 en Hamburgo, donde se reunieron los gobiernos de 20 grandes economías. El delicado vals diplomático no ocultó la tempestuosa discordia entre los líderes mundiales. La canciller Angela Merkel había criticado previamente la retirada del presidente Donald Trump de los Estados Unidos del Acuerdo de París. La primera ministra del Reino Unido, Theresa May, continuamente buscó aliados ante el Brexit. Las relaciones entre China, EEUU y Europa se han vuelto cada vez más impredecibles, y la 12ª cumbre del G20 fue sin duda una colisión entre la globalización y la anti-globalización.
El año 2016 marcó el comienzo de una era anti-globalización. El Reino Unido votó a favor del Brexit, la elección de Trump impulsó los movimientos populistas globales, el primer ministro Matteo Renzi renunció después de una derrota del referéndum constitucional, y Europa luchó para dar cabida a millones de solicitantes de asilo. Se produjo un retroceso en contra de la globalización, lo que facilitó un fuerte auge anti-globalización.
Sin embargo, en medio de las tormentosas olas de globalización y anti-globalización proyectadas por muchos políticos de todo el mundo occidental, las relaciones entre China, Estados Unidos y Europa experimentaron signos positivos.
La canciller Merkel cenó con el presidente Xi Jinping en el preludio de la cumbre del G20, fortaleciendo una relación estable y próspera entre China y Alemania. Los dos líderes se comprometieron a trabajar más de cerca en una serie de temas, con la canciller Merkel apoyando la globalización. El terreno común entre China y Alemania, en temas como el cambio climático y los acuerdos comerciales recíprocos, garantiza una relación cada vez más estratégica y unida.
Europa necesita un compromiso estrecho con China en la gestión global del cambio climático y la preservación de un sistema comercial abierto, mientras que Estados Unidos necesita que China trate con Corea del Norte. Esta relación multipolar sitúa a China en el corazón mismo del sistema internacional, con un papel esencial en la formulación de la agenda internacional asumiendo nuevas responsabilidades. Con un destino entrelazado, China, EEUU y Europa deben equilibrar la competencia con la asociación, manteniendo un diálogo estrecho y actuando de manera más concertada.
Mirando a través de la historia, 70 años después de la Segunda Guerra Mundial, una guerra global no ha estallado de nuevo. Esta relativa tranquilidad se debe en gran parte a la globalización. Una variedad de vínculos económicos, culturales y sociales alrededor del mundo garantizan una era de colaboración y armonía.«Esta relación multipolar sitúa a China en el corazón mismo del sistema internacional»
En los EEUU, hay aproximadamente cinco millones de chinos de ultramar. Para las empresas extranjeras, el entorno de los mercados emergentes en China es altamente lucrativo. En este contexto, los intercambios en el sector económico mitigan los desafíos potenciales proyectados por el sector geopolítico. Para China y los Estados Unidos, una relación económica y cultural manifiesta los objetivos comunes de la humanidad, evitando conflictos geopolíticos y militares. Este es también el valor fundamental de la globalización: cuanto más abierto es un país, más pacífico se vuelve.
Para China, la 12ª cumbre del G20 fue un lugar donde abordar el el riesgo del surgimiento de la lucha contra la globalización, mientras emerge como líder mundial en la defensa de la globalización. El tema del 12º G-20 fue «Forjar un mundo interconectado», que coincide con los ideales de la cumbre anterior del G20 en Hangzhou para promover una economía mundial innovadora, dinámica e inclusiva.
Durante la XII Cumbre del G20, China ha salvaguardado exitosamente la globalización y ha demostrado su poder para guiar a la economía mundial en la dirección correcta, apoyando la globalización, fomentando una sólida coordinación entre los principales países.