El "caso Urdangarí­n" puede convertirse en el "caso Infanta Cristina":

Cuando se apunta a la Corona es que hay algo muy serio detrás

Cabe recordar que, durante la «guerra de dossieres» contra los gobiernos de Felipe González, Luis Marí­a Ansón «entonces director del ABC- se desmarcó de la operación cuando las acusaciones comenzaron a apuntar contra el Rey, al difundir conversaciones privadas del Monarca intervenidas por los servicios secretos. Como era imbatible en la arena electoral, se eligieron las «ví­as sucias» para desalojar del gobierno a un Felipe González que se escoraba demasiado hacia Alemania. Washington, utilizando sus tradicionales ví­as de intervención, estaba detrás. Pero cuando se perjudicó a la Corona, Ansón vino a decir, en representación de importantes sectores oligárquicos, «esto no se toca». Ahora, el Rey parece haber perdido este estatus, y es objeto de inmisericordes ataques. Estamos ante algo mucho más serio de lo que algunos puedan pensar. Y, como vamos a demostrar, el dardo dirigido contra el Rey nos afecta a todos.

Urdangarín es, como se dice en el “argot bursátil”, una pérdida ya descontada en balance. Por eso a nadie ha inquietado que el juez le acuse formalmente de enriquecerse desviando dinero público a través de Instituto Nóos, y le imponga una fianza de 8,1 millones de euros. «No es lo mismo implicar a un «miembro prestado» de la familia real -eso es lo que es Urdangarín- que a un «miembro nato» como la infanta Cristina»

La “alarma máxima” saltó en Zarzuela cuando también se imputaba a Carlos García Revenga.

Fue profesor de la infanta Elena en el Colegio Santa María del Camino de Madrid. Y más tarde se le contrató como asesor personal de las infantas.

Su relación íntima con la familia real se evidencia en el hecho que le infanta Elena le escogiera como testigo de su boda. Y en que fuera el único empleado que tuteaba a las infantas.

García Revenga fue el “hombre de confianza” de la infanta Elena cuando ésta compró Global Cinoscefalos S. L., una empresa de servicios financieros.

Y también jugó ese mismo papel para la infanta Cristina, ocupando un lugar en la Junta Directiva del Instituto Nóos.

Al convertirlo en imputado, el juez ha convertido el “caso Urdangarín” en el “caso infanta Cristina”.

Si García Revenga está implicado, es que la infanta Cristina también lo está. Esto es lo que piensa todo el mundo.

Y no es lo mismo enjuiciar a un “miembro prestado” de la familia real –eso es lo que es Urdangarín- que a un “miembro nato” como la infanta Cristina.

Frente a cualquier valoración superficial, que considera a la monarquía poco más que un “elemento decorativo”, la Corona es la clave de bóveda del Estado español. Desestabilizarla, y más por vía judicial, implicándola en turbios asuntos de corrupción, es como colocar una carga de dinamita en los cimientos del actual régimen político.

Ya hay quien ha utilizado la abdicación de Beatriz de Holanda –que, curiosamente, ha coincidido con los peores momentos de la Corona española- para lanzar, nada sibilinamente, el mensaje a Don Juan Carlos de que lo mejor que puede hacer es retirarse.

¿A quién le interesa torpedear a instituciones claves del Estado como la Corona? ¿Quién gana más con la debilidad institucional que supone degradar la Corona? ¿No será a las grandes potencias, como EEUU y Alemania, que quieren ver descender a España hasta el escalón marginal que ya ocupan Grecia o Portugal, con la indisimulada intención de saquearnos más y mejor?

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