Cargando...Esta afirmación de Pere Gascón, jefe del servicio de oncología médica del Hospital Clínic de Barcelona, ha abierto en canal una contradicción que se está haciendo cada vez más antagónica: las posibilidades que ofrecen los avances científicos y tecnológicos ofrecen cuanto menos paliar de forma cada vez más eficiente males como el cáncer, pero a un precio cada vez más prohibitivo. En pleno túnel de entrada a la crisis, este especialista en oncología no hace más que evidenciar que el abismo social, agudizado por los recortes sociales, va a pasar factura a los menos pudientes: «tanto tienes, tanto vives».
Se harán combinaciones de varios fármacos, como ocurre con el sida, que disararán el coste por paciente, que ahora está entre los 20.000 y 50.000 euros. Si hasta ahora se administraban indiscriminadamente la quimioterapia disponible en el mercado, ahora se tiende a hacer estudios genéticos que predigan la respuesta al tratamiento o hacer versiones genéricas o biosimilares para abaratar los tratamientos. O se popularizan los cribajes masivos para cáncer de pulmón o de colón cuando antes no se considraban rentables. Parece ser que en Andalucía la sanidad pública ya ha empezado a aplicar criterios restrictivos en fármacos con poca eficacia o que sólo alargan la vida del paciente unos días, y que en Gran Bretaña, el Instituto Nacional de Excelencia Clínica (NICE en sus siglas en ingles), ya marca límites en cuanto al coste de, por ejemplo, los anticuerpos monoclonales, porque consideran que los tres o cinco meses de vida que gana el paciente no compensa el enorme gasto sanitario que supone para el sistema público. Podemos estar asistiendo al nacimiento de comités que decidan, por criterios financieros, si un familiar nuestro es o no beneficiario de unos meses de vida más, algo terrible. Sólo es cuestión de tiempo que ocurra lo que a una anciana en EEUU, que a la vez que le denegaron el tratamiento, le ofrecieron la eutanasia a unos precios asequibles. Todo para que algunos cuadren sus cuentas de beneficios.