Derechos y Libertades

Cuando el rí­o suena… inundación.

Según el Barómetro Global de la Corrupción de Transparencia Internacional, los españoles creen que los partidos son más corruptos que las empresas, el Poder Judicial o medios de comunicación. Dice el dicho popular que cuando el rí­o suena agua lleva y en este caso lo que suena es el diluvio universal. Recientemente se ha publicado en la prensa una crónica sobre las actividades de organizaciones como Votewatch o MySociety, dedicadas a arrojar luz sobre la actividad, en este caso, de los eurodipí¹tados y las polí­ticas que se gestan en Bruselas. Más particularmente sobre la cantidad de trabajo, es decir, sobre cuánto van «al tajo» los representantes europeos y cuantas zanjas cavan. Pero puestos a hablar de la verdad, que se sepa toda.

En el caso de la cámara euroea la página www.europarl.europa.eu informa de todos los datos para clarificar el trabajo real: asistencia, votaciones, preguntas, discursos, informes, incompatibilidades, fidelidad a su país y a su grupo en las votaciones… Ciertamente en la foto hay parlamentarios que no salen muy bien retratados, con hasta un 91% de “absentismo laboral”. Y es que, aparte de la propia corrupción personal el papel de los eurodiputados tiene ciertas limitaciones sometidas a la estructuración propia del sistema de funcionamiento político Según el eurodiputado, y ahora candidato, de ICV-EUiA: "El trabajo que puede hacer un eurodiputado depende de la correlación de fuerzas de los grupos políticos en la Cámara […] Por eso es importante cambiar las mayorías, para que podamos hacer las cosas que consideramos importantes para los europeos". Pero las correlaciones de fuerzas no es lo que nos ocupa, sino las cuentas – y el trabajo – claras. En España es misión imposible saber de los negocios de un diputado, las facturas de los ministros para arreglar los despachos y, sobre todo, sobre la financiación de los partidos, electoral y regular durante las legislaturas. Treinta años se ha tardado en que el Congreso de los Diputados declare las actividades de sus miembros. Y pese a que algunos medios se jacten de haber arrojado luz sobre esos datos, seguramente el mérito habrá que atribuírselo a los periodistas en cuestión, porque la claridad sobre la financiación de los medios también brilla por su ausencia. No porque no pueda ser pública, sino porque no lo es, de entrada, ni habitualmente. Cogiendo el ejemplo del gigante mediático español, Prisa: sólo en publicidad, Repsol-YPF invierte cada año cantidades millonarias en medios del grupo; Telefónica es dueña del 20% de la acciones de Sogecable; y son innumerables los lazos accionariales que unen a la plataforma mediática con entidades financieras como BBVA y BSCH. No puede decirse que la información no esté comprometida, ni que puedan colgarse medallas por desvelar las cuentas de los diputados en sus medios. Pero claro, esto no es nada nuevo. Lo que sí es nuevo es que pretenda presentarse la actividad de organizaciones en la red como Votewatch o MySociety como la solución a la falta de transparencia, y el “absentismo laboral” de los eurodiputados como el origen de muchos de nuestros problemas. No es ahí donde nos la jugamos. Y otra cosa es que alguien cuyo sueldo sale de algunos minutos de cada hora de trabajo de cada español, debería trabajar entregado, ejemplarmente y produciendo política a favor de la mayoría de ciudadanos, y no de las correlaciones de fuerzas o “de quien pague”. .

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